Perdóname amor

X.

Estornuda por el frio que llega a su cuerpo de la ventana entreabierta, abre los ojos confundido tratando de recordar que sucede, mira al rededor con la mira borrosa, enfocando su pésima vista en la habitación sin saber dónde está. No se parece nada a la habitación marrón donde duerme en la casa de Phichit, ni a la habitación purpura que era su habitación con Viktor. Busca sus lentes en la mesa de aun lado y se los pone enfocando la vista, se encuentra en su habitación blanca, ahora recuerda porque. Esta limpia, porque él la limpio, diferente. Sonríe con nostalgia casi recordándose que no vive ahí, gira la cabeza para encontrarse con Viktor, pero este no está, la cama está vacía salvo por él, y una pulsa de temor invade su ser, al menos hasta que escucha un estruendo en la cocina, y ahora suspira un tanto aliviado.

Recuerda una vez más que Viktor está en la cocina y el temor en una cantidad menor regresa.

Viktor es pésimo en la cocina. Con una sonrisa divertida se levanta de la cama, por inercia busca en el suelo sus pantuflas, hasta que recuerda que no hay nada suyo en esa casa, se entristece, no hay manera de que sus pantuflas estén ahí, "ya no es su casa", lo que trae puesto de hecho no es suyo, y ahora que lo piensa no durmió en su cama. Mira la habitación con un poco e tristeza, hasta que vuelve a escuchar a Viktor en la cocina y otro ruido realmente molesto, tal vez tiró alguna cosa de la alacena, suspira con una mueca de diversión y nostalgia, es como en los viejos tiempos. Camina rodeando la cama así la puerta con los pies descalzos, de todas formas está limpio, y ya durmió con Viktor, si se enfermara ya lo hubiera hecho.

Sale de la habitación con sigilo para no revelarse ante el mayor. Y sus mejillas se sonrojan con ternura en el momento en el que ve la escena con el ruso.

-Es solo café, es solo café, es solo café, es solo café...- murmura el ruso con las manos temblorosas, el rostro sonrojado probablemente porque la fiebre no se ha ido del todo, y la pijama aún arrugada.

Yuuri presiona sus manos en su boca reprimiendo un suspiro de ternura, la imagen le encanta, le enamora ver a su marido todo nervioso tratando de preparar café en dos tazas excesivamente grandes, con el tarro de café y azúcar en un lado, mientras el ruso sirve agua caliente a las tazas no apropiadas para el café. Viktor parece que tiembla, y parece de verdad preocupado por hacer esa sencilla tarea. Si pudiese tomar una foto para nunca olvidar ese momento.

De verdad que Viktor le hace hermosa la vida.

Se acerca con un bostezo haciendo ruido para avisar al ruso de su presencia. Escucha perfectamente el suspiro exasperado de Viktor ante su "derrota" y Yuuri quiere ir a abrazarle por la espalda confortando su derrota. Pero se contiene mientras camina y finge estar adormecido.

Viktor de hecho maldice en su mente cuando escucha a Yuuri acercarse, avergonzado y molesto consigo mismo por no poder hacer ni un simple café para despertar con una buena sonrisa, ahora todo el escándalo que hizo al sacar la cafetera de la vitrina, o el café y la azúcar de la alacena, hicieron que el japonés se despertara. Tan malo es todo lo del hogar.

Se sorprendió en la mañana cuando se levantó y encontró esa casa en ese estado. Realmente lucia diferente, no solo la cortina o la limpieza de todo estaban diferentes. Toda la casa de verdad se veía realmente hermosa, llena de vida. Y Viktor quiso regresar a la cama con su amado, pero quería prepararle el desayuno. Al parecer olvidó que no sabía cocinar. Ni un simple café sabe preparar. Suspira con decepción ante su derrota mirando con un sonrojo enorme al menor por la vergüenza, con una cara de perrito abandonado que a Yuuri le mata de ternura.

Yuuri se contiene las ganas enormes de abrazar al ruso y estrujarlo y decirle mil veces que solo es café. Cuando llega a la barda con Viktor, le mira con una sonrisa nostálgica.