cuatro

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Ya habían transcurrido dos semanas y el vestido de Miranda ya estaba terminado. Edward y yo ya no habíamos vuelto a discutir y por fin, podía sentir como mi vida estaba avanzando a la perfección.

Bajé y me dirigí a la cocina. Saludé a Claire, la señora que Edward había decidido contratar después de que descubriera que las artes culinarias no eran su fuerte y que, según él, el tiempo no era suficiente para ambos por nuestro trabajo. Incluso, cuando yo había dicho que para mi no era problema, él insistió en contratarla y a tiempo completo. Aunque no puedo negar que su presencia ha sido de mucha ayuda últimamente porque mientras ambos estamos trabajando, alguien le está dando el cuidado necesario a la casa. Cuidado que luego no le daba, por estar cansada.

"Feliz cumpleaños, Sra. Wright." Dijo Claire, mientras ponía un gran plato de hot cakes con crema batida, cerezas y moras. Sonreí y le agradecí.

"Tutéame, Claire. Llámame Vee" Le hice saber y ella asintió para después retirarse. Le di el primer bocado a mi desayuno y halagué a Claire, quien sonrío en respuesta. Intercambiamos un par de palabras hasta que me entró la curiosidad. "¿Ed se fue?"

"No, Vee. Se encuentra en su oficina" Dijo mientras limpiaba un par de platos. Asentí y seguí deleitándome con cada bocado. Esto realmente estaba muy delicioso.

Unos minutos después, la voz de Edward se hizo presente. Él se encontraba hablando por celular, con el ceño fruncido y yo alcé mis cejas, de sorpresa, al verlo de esa forma. Al parecer nada de lo que le estuviera diciendo la otra persona, le estaba gustando, ya que las respuestas que le daba, eran cortantes.

"Arréglalo antes de que te quedes sin trabajo, Stevens." Colgó y se sentó a un lado mío. "Buenos días, cariño." Besó mi mejilla.

"¿Todo bien?" Pregunté, cortando una parte del hot cake y llevándomelo a la boca.

"Al parecer algunos de mis trabajadores no se las arreglan sin mí." Dijo y yo asentí. Él comenzó a comer de lo que Claire le había preparado, algo totalmente distinto a lo mío.

Me quedé en silencio, esperando que dijera algo sobre mi cumpleaños o que me felicitara. Pero no dijo nada sobre ello. En cambio, comenzó a hablar sobre un evento de caridad que se haría en 3 días, en algún salón elegante de la ciudad, donde asistirían hasta famosos.

Claire se limitaba a escuchar y de vez en cuando, sentí sus miradas expectantes hacia mi. Al menos, no era la única que se había dado cuenta que a Edward se le olvidó mi cumpleaños. Genial, simplemente, genial.

"Bueno, me retiro. Tengo un vestido por entregar y voy tarde." Dije, levantándome del taburete. Ya no podía seguir escuchando a Edward, sin tener ganas de llorar.

Crucé la sala hasta llegar al pasillo de la entrada. Me acerqué al recibidor y tomé mi abrigo, ya que en estas fechas hacía frío en la ostentosa ciudad de Nueva York. Y al mismo tiempo, agarré de la pequeña mesa, mis llaves y mi bolso. Metí mi celular en este último y me di una mirada en el espejo que se encontraba allí mismo.

"Que tengas buen día." Escuché a Edward y giré mi cabeza.

"Me aseguraré de tenerlo." Aseguré y su cara de confusión no fue de esperarse, por lo que rodé mis ojos y me dirigí hacia la puerta.

Me subí en mi auto y comencé a manejar. No tenía que preocuparme de llevar el vestido, ya que hace unos días, ya lo había hecho para acabarlo allá.

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