cinco

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"¿Venus?"

Cerré los ojos y me maldije por unos segundos. Sólo a mi se me ocurre venir precisamente a este hotel, a esta hora y en pijama, con un abrigo que parecía más bata que lo primero. A diferencia de ellos, que se encontraban con traje. Mejor me fuera quedado en el cuarto de invitados.

¿En qué estabas pensando al venir aquí, Vee?

"¡Harry!" Exclamé con sorpresa y me acerqué a él. Harry sonrío un poco, medio confundido con mi presencia.

"Feliz cumpleaños." Me dio un abrazo y yo se lo correspondí. "¿Dónde está Edward?" Miró alrededor del lugar e hice una mueca con su pregunta.

"No vino conmigo, Harry." Carraspeé. "Me voy a quedar por hoy."

"¿Pasó algo?"

"Nada fuera de lo común. Voy a querer una habitación." Volví a insistir. No quería que hiciera más preguntas por miedo a romperme en frente de él.

"Ordenaré que nos hagan una pizza. Hay que hacer que pases bien las últimas horas que restan de tu cumpleaños." Sonrío y se alejó unos segundos de mi, para hablar con su trabajador y regresó, otra vez. "¿No te importará subir a mi penthouse?"

Negué con la cabeza y me maldije al momento. Venir aquí no fue la mejor decisión. Harry me confundía, me hacía dudar de mi matrimonio con Edward y no estaba bien, porque antes de conocerlo, todo fluía bien entre nosotros y ahora, sentía que me estaba perdiendo a mi misma, que lo estaba perdiendo él.

Caminamos hasta el elevador y nos adentramos en él. Harry puso una llave dentro del panel y apretó el último piso. Esperamos a que llegáramos y retiró la llave. A este punto, ya no confiaba en mi cuando se trataba de él. Una ola de sensaciones y de pensamientos se instalaron en mi, los cuales no eran correctos para una mujer casada.

Las puertas de metal se abrieron y Harry dejó que entrara primero. Como todo el hotel, su penthouse también era hermoso y para ser él solo, estaba ordenado. Aunque no dudaba que alguien subiera a limpiarlo.

Sus muebles eran de color negro y una mesa de cristal se situaba en medio de ellos. Un televisor pantalla plana, abarcaba la mitad de la pared y a un lado se encontraba el ventanal donde se podía admirar toda la ciudad. Me paré en frente de él.

"Es hermosa." Murmuré, deslumbrada con la vista. Grandes altiplanos encendidos se encontraban ante mis ojos y nunca lo había notado, hasta ahora. Quizás porque no llegaba a apreciar más de lo que mis ojos notaban.

"Si, lo es." Dijo y lo encontré mirándome fijamente. Sus ojos se volvieron en un verde oscuro, como la primera vez que lo conocí. Una mirada que no entendía. Y allí me quedé, observando cada detalle de su perfecto rostro. Y aunque no podía permitirme verlo de otra forma, mis deseos iban más allá de mi juicio.

"Me confundes." Admití y miré sus labios. Él se acercó, peligrosamente a mi. Al parecer sentía lo mismo que yo.

Aléjate.

"¿Qué quieres, Vee?" Preguntó y yo sólo me quedé estática en mi lugar. ¿Qué quería?

"Un amor que me consuma." Dije, recordando las palabras de Harry, aquella vez. Seguían frescas en mi mente. Harry sonrío y tomó una de mis mejillas, para luego acercarse lentamente. Mi piel se erizó cuando sentí su respiración cerca de mis labios, aunque no avanzó, esperando una reacción mía. ¿Lo quería hacer? ¿Quería besarlo?

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