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"Venus!" Gritó Edward, mi esposo, por décima vez. Rodé los ojos ante su desespero mientras bajaba las escaleras, colocándome el arete que me faltaba. Cuando logré ponerlo, deslicé mis manos hacia mi abdomen, alisando la tela del vestido negro. Alcé mi cabeza y allí estaba él revisando su celular. Caminé haciendo que mis tacones resonaran en el piso de madera, captando su atención. "Pensé que te ibas a tardar más" bufó y me limité a salir de la casa con la cabeza gacha.

Hoy era la inauguración del hotel Styles Royale, por lo que todos en la ciudad estaban deslumbrados

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Hoy era la inauguración del hotel Styles Royale, por lo que todos en la ciudad estaban deslumbrados. Edward, era una de ellas; toda la semana no paró de hablar sobre como Wrist Wines, su empresa, se asociaría con el hotel y harían "maravillas", además de la buena publicidad que les traería a ambas partes. Lo que me era algo absurdo, porque Wrist Wines se promovía por si sola. La gente compraba los vinos de Edward en cuestión de minutos y sus criticas acerca de ello, eran buenas. Incluso, famosos y diseñadores como Donatella Versace, le compraban.

La mano fría de Edward acarició mi rodilla, lo que hizo que dejara mis pensamientos de lado "¿En que piensas?" Me dijo, sin quitar la vista de la carretera.

"En ti" sonreí y tomé su mano para dejar un pequeño beso en ella. Vi una pequeña sonrisa dibujándose en su rostro, pero no dijo nada.

Treinta minutos de silencio se instalaron después de nuestra pequeña charla. Por lo general, es así. No solemos hablar mucho. Edward siempre tiene que estar en el gran edificio que dirige e ir a viajes de trabajo, por lo que la comunicación entre nosotros era escasa. En mi caso, me encargo de diseñar vestidos de novia y trajes. Tenía una tienda muy reconocida, debo de decir, y un estudio muy cómodo en mi casa donde me dedicaba a confeccionar mis diseños. Todo lo que quería y deseaba, ya lo tenía.

El lujoso hotel apareció delante de la ventana que me dediqué a ver todo el tiempo y cuando mi marido aparcó el auto, un trabajador abrió mi puerta. Me estiró su mano para ayudarme a salir y con gusto la extendí. Jaló suavemente de mi hasta que estuve de pies en el asfalto.

"Bienvenida, Señora Wrist" asentí y le regalé una pequeña sonrisa. Él se alejó con un asentimiento y rodeó el carro para tomar las llaves que Edward le extendía.

Muchos fotógrafos comenzaron a tomar fotos y fue cuando sentí la mano de Ed, rodeándome la cintura. Posamos para unas cuantas fotos y luego entramos, dejando atrás a aquellas personas.

Estando adentro del lugar, lo primero en lo que me fijé fue en la hermosa fuente de cristal que estaba empotrada en la pared principal, donde al mismo tiempo estaba el gran escritorio con tres trabajadores detrás de el. Caminé con Edward hacía donde se encontraban, sin apartar la vista de mi alrededor. Quien sea que haya hecho el diseño interior, tuvo que ser alguien muy bueno en ello; todos los colores contrastaban bien. Incluso el pequeño bar que se encontraba en una esquina, combinaba con el diseño minimalista del hotel. Sin duda alguna, el dueño de este hotel quiso que todo estuviera en perfecto orden.

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