diecinueve

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Harry.

"¿Cómo te atreves a venir?" Fue lo primero que le dije a Blair, quien tenía una sonrisa victoriosa en su rostro. Al parecer su objetivo era molestarme y enhorabuena lo consiguió.

"Yo también estoy invitada."

"Me pregunto cómo." Tensé mi mandíbula. "¿Qué quieres, Blair?"

"Nunca antes mi presencia te había tenido tan inquieto y enojado. Ni siquiera hace unos días, cuando aparecí en tu oficina. ¿Por qué ahora lo estás, Harry?" Su mano intentó tocar mi cara pero la alejé bruscamente.

"No es tu maldito problema." Siseé. "Quiero que te vayas ahora."

Su sonrisa se convirtió en una línea recta y sus ojos juguetones cambiaron a unos gélidos, dándome una mirada que ya había presenciado hace unos años.

"A mi no me importa lo que tu quieras, Harry. Me voy a quedar, hasta que yo lo decida." Dicho esto, volvió a sonreír. "Ahora, sonríe, tus clientes no querrán verte malhumorado."

Di una rápida mirada hacia donde se encontraba Venus, quien se percató de que la estaba observando y me sonrío, pero fui incapaz de devolverle el gesto. Regresé nuevamente mi vista hacia Blair y le sonreí falsamente.

"Yo sé que tú piensas que viniendo y rodeándote de toda esta gente, consigues poder y un buen nivel social; pero déjame recordarte que yo he estado más tiempo aquí con estas personas y sé como piensan cada una de ellas. Se mueven con el dinero y eso es algo que tú no tienes, Blair, porque a diferencia de mi, a ti te recogen de la basura y te vuelven a tirar, una y otra vez. No te conviene meterte conmigo, porque ambos sabemos quien va a ganar."

"No cantes victoria tan rápido."

Se alejó de mi y por fin pude sentir el aire correr en mis pulmones, aunque sus palabras dejaron un rastro de angustia en mi ser. Sabía que era muy decidida en cuanto a lograr algo se trataba, pero no sabía a qué costo.

Alejé esos pensamientos de mi mente y abroché el botón de mi saco, el cual se mantuvo abierto en toda mi discusión. Volví a integrarme en la conversación que me encontraba antes de que apareciera mi ex, ignorando la mirada penetrante de Venus que parecía estar lanzándome miles de dagas. Seguramente tenía preguntas, pero este no era ni el momento y mucho menos, el lugar para responder a sus dudas.

La noche continuó entre charla, risas y una que otra mirada entre Venus y yo. Incluso, la veía cuando ella ponía toda su atención en Sara y moría de ternura cada vez que reían las dos con sus bromas privadas. Observar a Venus nuevamente de esa forma, tan radiante y con ese brillo característico en los ojos, me hizo feliz.

Esas tres semanas en las que se encerró en su propio mundo y no expresaba nada más que con lágrimas, fueron las tres semanas más frustrantes de mi vida. El saber que sólo fumaba y no ingería nada, y si lo hacía, lo vomitaba, me preocupaban y me destrozaban por completo. Su cuerpo había perdido demasiados kilos y parecía, literalmente, un saco de huesos. Todavía podía sentir mis yemas tocando su columna y verla inclinándose hacia la pequeña, me daba terror de que en algún momento se fuese a romper.

"Papi, ¿nos podemos ir?" Le preguntó Sara a Edward, mientras los demás seguían hablando.

"En un rato, cariño." Yo fruncí el ceño mientras bebía de mi copa de vino.

"Papi, pero tengo sueño."

"Ve a jugar y yo te aviso cuando nos vamos."

flaws | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora