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Hoy realmente no estaba siendo un gran día como debería.

Las personas a su alrededor le hacían querer vomitar al demostrarse tanto amor dentro de aquel edificio. 

Todos son unos patéti-... No pudo seguir pensando, el pensamiento de que si el adorable YoonGi trabajase con él lo asaltó, haciendole gruñir ya que era más que obvio que si eso sucediera estaría más meloso con él aún sin ser San Valentin.

Suspiró mientras sus ojos vagaban por la maquina de bebidas, presionando uno de los botones.

Cuando tuvo la lata de Pepsi en sus manos se encaminó por el extenso pasillo hasta su oficina.

Al entrar una cabellera peliroja lo sorprendió, para luego hacerle hacer una mueca de disgusto.

—Park Jimin—Sonrió coqueta.

—Kim Hye—Asintió—¿Se le ofrece algo, vicepresidenta?

Jimin caminó hasta su silla detrás de aquel escritorio con diseños de nuevos edificios y museos. Se sentó y le hizo una seña a ella de que tomara asiento.

Esta hizo su cabello a un lado y contoneó sus caderas mientras apoyaba sus brazos en el escritorio, dejando su –no tan pequeño como la escritora quisiera– escote.

Jimin solo la miró inexpresivo.

Arqueó una ceja—¿Y bien, Hye?

—¿Qué son esas formas de hablarle a tus superiores?

Jimin carcajeó, sin gracia.

—Oh, ahora eres mi superior. Ahora quieres respeto, ¿no es así? ¿cómo me pides eso después de que te emborrachaste en la fiesta del jefe y me pediste que te folla-

—¡Silencio! No estoy aquí para hablar de mi, Park Jimin. He venido porque quiero que me acompañes a una cena importante esta tarde.

Jimin la miró mal—¿Y por qué tengo que ir yo? No me apetece.

La pelirroja apretó sus labios.

—Porque eres el mejor aquí y me ayudarás a dar una buena impresión, segundo, yo lo digo, y tercero, es porque lo harás—Sonrió ganadora.

Jimin se estaba enojando. ¿Quién se creía esta?

—¿Cómo estás tan segura?

—Porque puedo hacer que te despidan, y no creo que en otro lugar encuentres un suelo y horario tan buenísimo como aquí.

—No lo harías—Gruñó cual perro rabioso.

—Retame, Jiminnie—Mordió sus labios de forma provocativa, y lo único que se le puso duro a Jimin fue el pie por las ganas que tenía de darle una patada en el culo y hecharla.

¿Cómo demonios se atrevía a amenazarle con algo tan serio?

Jimin sabía que lo que ella decía era cierto. No hallaría mejores oportunidades.

Sé un caballero. Sé un caballero.

Suspiró agotado.

—Como sea.

La pelirroja dio un gritito de emoción. Siempre lo conseguía todo.

—¿Entonces irás?

—Si, si, como sea.

Maldijo en su interior, lo que menos quería hacer era acompañar a la hueca esa.

Deseaba tanto ver a su novio, su bebé, su...

Oh, Yoonie—Pensó—Hago esto por ti, por nosotros, mi amor.

Y cayó bufando sobre el escritorio mientras sentía que unos tacones salían de allí.

Perra.



Lovely lightsaber. ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora