Capítulo 3: Juro ante las estrellas

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Los camiones llegaron a sus destinos y rápidamente todos los alumnos comenzaron a bajar de estos, quedaron maravillaros al ver lo hermoso de la naturaleza, los grandes árboles, flores hermosas, y animales que circulaban por el lugar. Lo primero que se hizo al llegar fue designar los lugares donde se iban a quedar a dormir, en ese lugar se encontraban tres cabañas, dos de dormitorios y la otra era un gran comedor, como es de costumbre dividieron a los chicos de las chicas para hospedarse en las cabañas y cada uno de los jóvenes se fueron a sus respectivos dormitorios para poder elegir en que cama dormirían, junto a quien y ese tipo cosas para poder acomodar el equipaje que traían consigo. Al momento en el que todo estaba acomodado, se dirigieron al comedor para tener la comida de bienvenida del lugar, como siempre Alice se sentó junto a Chris en la comida.
–Sean bienvenidos jóvenes estudiantes, o debería decir, campistas–. Decía el dueño del lugar, el señor Alan Ruiz, mientras sostenía una copa con vino estando de pie tras una mesa teniendo al lado a un guardabosque y maestros de la escuela. –Antes que nada, me gustaría que el señor Kevin Portillo, guardabosques, nos haga mención de un pequeño aviso que les trae a todos–. Tomo asiento para darle la palabra al guardabosque.
El guardabosques se puso de pie, mostraba superioridad con su uniforme bien puesto y varias placas que tenía en él, además unas botas muy gruesas que harían añicos cualquier piedra de un solo pisotón.
–Buenos días a todos los que se encuentran dentro del recinto, me gustaría especificar algunas medidas de seguridad para que no haya ningún problema durante su estancia aquí. Primero, está prohibido salir de noche ya que criaturas peligrosas pueden rondar por ahí; segundo, en el rio solo podrán entrar con vigilancia de un mayor; y tercero, la barranca se encuentra en estos momentos con una barda, sin embargo, aun así, se les recomienda que se mantengan alejados de ella, eso es todo–. Al terminar tomo asiento.
La siguiente en tomar la palabra fue la maestra.
–Sin más que decir, ¡Que disfruten su día de excursión!
Al escuchar esas palabras los alumnos, comenzaron a gritar y hacer ruido de la emoción y comenzó aquel banquete acompañado de platillos demasiado exóticos.

El día era totalmente libre, podían ir a nadar al lago, usar un kayak en el rio. Probar la novedad del lugar que era una tirolesa la cual era sumamente asombrosa por la velocidad a la que uno iba y además por la gran altura de la misma. Otros simplemente descansaban para ahorrar energías ya que el día siguiente sería una competencia por equipos, Alice no podía participar por su estado de salud, al contrario Chris estaba más que listo ya que si consistía en velocidad, no había mejor persona en eso que él, ya que Chris ha participado en carreras y maratones, quedando siempre en primer lugar, sin duda alguna es una chico demasiado veloz.

Fría era la noche y todos se encontraban en sus camas menos una persona, Alice, la cual se escabullo para dirigirse al barranco, como Chris no estaba dormido y se encontraba observando por la ventana, pudo ver a Alice caminando por el lugar, ya que para llegar al barranco, ella debía cruzar por donde estaba la cabaña de los chicos. Alice llego al barranco y se recargo en la barda hecha completa de madera solo observando hacia abajo, el lugar donde su hermano pereció, de pronto una voz hizo sentir escalofríos a Alice.
–No debería estar aquí a estas horas señorita–. Dijo Chris tratando de fingir la voz del guardabosque.
Alice asustada volteo rápidamente y se calmó al ver que se trataba de su novio.
–Eres un tonto, casi haces que me dé un infarto.
–Vamos no es para tanto–. Vio que Alice se dio la vuelta y se volvió a recargar en aquella barda. –No pudiste evitar venir a este lugar, ¿Verdad?
–Sé que ha pasado hace mucho tiempo, pero, no puedo creer que por aquí allá caído mi hermano–.
–Lo sé, es duro, no obstante solo piensa esto, viniste a visitarlo así que él se encuentra feliz.
Alice sintió como los brazos de Chris la envolvían y no pudo evitar derramar algunas lágrimas quedándose en silencio.
–Yo te amo, y sé que él también, sea donde sea que se encuentre.
Ella se dio la vuelta y tomo a Chris de la mano y comenzó a caminar jalándolo.
–Vente, hablemos un poco.
– ¿Pero, qué hay de...?–.
–El ultimo día antes de irnos me ocupare de eso, ahora solo quiero platicar de algo contigo.
Chris asentó con la cabeza y llegaron a orillas del rio donde se sentaron uno frente a otro.
–Dime, Chris, ¿A dónde te gustaría ir cuando mueras?
–Vaya pregunta me haces, nunca lo antes lo había pensado–. Chris se quedó pensando un instante hasta estar seguro de su respuesta. –Creo que como casi todo el mundo, al Cielo, es decir, es la gloria eterna ¿No?
Alice sonrió. –Sí, es lo que todos dicen.
– ¿Qué hay de ti, a donde te gustaría ir?
–Sinceramente... Me gustaría ir al Limbo.
– ¿Por qué? Es decir, en ese lugar no hay nada, estarías totalmente sola.
–Pues sí, puede haber una gran posibilidad de que me encuentre sola, pero a mí no me incomodaría, estaría bien sola cuando mi momento llegue, ya si tengo suerte me iría al Limbo de los niños, donde se encuentran aquellos pequeños los cuales no fueron bautizados y perecieron antes de tiempo, si de pura casualidad termino en ese lugar, les contaría cuentos e historias, además tambien jugaría con ellos para que no se la pasaran tan mal.
–Tu siempre tan buena–. Chris sonrió.
–Aunque tardaría un poco en acostumbrarme a estar en ese lugar, ya que estaría con niños muertos y eso me daría mucho miedo.
–Pero Alice, tú también estarías muerta.
Se quedó pensando unos segundos.
– ¡Tienes razón!
Ambos rieron y luego Alice acuesta su cabeza en las piernas de Chris para contemplar el amplio cielo nocturno iluminado con miles de estrellas. –Hace mucho que no veía tantas estrellas en el cielo–.
–Cuando mires las estrellas, acuérdate de mí, pues en cada una de ellas, hay un beso para ti.
Alice se sonroja al oírlo.
–Tú nunca pierdes la oportunidad de ser romántico ¿Verdad?
–Nunca.
–Chris, sé que esto ya te lo he dicho antes, pero prométeme que siempre estarás conmigo.
–Prometo que siempre estaré a tu lado, incluso te seguiré hasta a el Limbo.
Alice sonrió y se levantó poniéndose de rodillas frente a su amado.
–Y yo te prometo, es más, te juro ante todas las estrellas, que siempre estaré a tu lado sin importar que.
Chris también sonrió y se acercó a ella para darle un beso en los labios, acto seguido se pusieron de pie y ambos se retiraron a sus cabañas para no meterse en problemas y descansar para el gran día que les esperaba mañana.

La Cámara de los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora