Capítulo 10: Un egoísmo irracional

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"Mientras pueda usar mis piernas para levantarme, seguiré ayudando a todos mis amigos para poderlos ver felices, su felicidad es la mía, da igual lo que pase conmigo, conozco el camino que he elegido no hace falta que alguien me oriente." Pensaba una niña mientras observaba a sus compañeros de clase dentro del aula.

Chris comenzó a notar que su hermana tenía la temperatura alta desde hace ya casi una semana y comenzó a preocuparse mucho por ella. A los pocos días logro juntar el dinero suficiente para comprarle un medicamento el cual lo llevó hasta el cuarto donde ella estaba acostada a punto de dormir pues ya era de noche.
– ¿Te molesto Violet?
–Para nada, pasa hermanito.
Chris entro al cuarto y se sentó a la orilla de la cama de su hermana.
–Mira Violet, te traje estas pastillas para tu fiebre, espero y si te las tomes para que así te recuperes pronto.
–Pero hermano, no es nada, ya verás que con el tiempo me recuperare, no necesito esto.
–Aun así te lo pido por favor, es por tu bien.
Violet se quedó viendo fijamente los ojos de su hermano y sonrió.
–Tienes de nuevo esa mirada.
– ¿Cuál?
–Esa, donde tus ojos muestran tu gran preocupación hacia mí y eso demuestra lo mucho que me quieres–. Chris rio levemente y Violet continuo. –Aun así, como dije no es nada, igual guardare tus pastillas hermanito–.
–Bien–. Dijo su hermano al acercarse a ella y abrazarla para posteriormente abandonar el cuarto y dirigirse al suyo para también poder descansar un rato. No ha habido más que una sola Cámara de los Condenados desde aquel suicidio del presidente de una compañía, y no había mucho que decir sobre esta otra cámara, solamente fue un peatón el cual cruzo la calle de manera irresponsable y fue víctima de un atropello, aunque al estar en la cámara él eligió vivir, por lo que fue salvado por Chris, de ahí en adelante no había pasado nada, "Y espero y siga todo tranquilo" se decía Chris mientras caía en un profundo sueño.

Violet es una chica que aparte de ser muy linda, es demasiado amigable con las demás personas, tanto, que prácticamente todo el mundo es amigo de ella, ya que como no odia a nadie y siempre trata bien a todos, es rara la persona que sienta odio hacia ella. Aun así, solo a su grupo es a quienes les presta más atención y siempre busca como ayudarlos en sus problemas del día a día.
– ¡Hola Violet! Pensé que llegarías tarde–. Saludo Lizbeth, una de las amigas de Violet, cuando la vio entrar al salón.
–Ni te lo imaginas Liz, mi madre y mi padre han salido a un viaje de negocios desde ayer y mi hermano quedo a cargo de mí, y como era de esperar, se quedó dormido esta mañana y apenas logro traerme a tiempo.
–Deberías echarle agua fría cada que te haga eso–. Ambas rieron y la amiga continúo. –Por cierto, ¿No has visto a Fanny, Tony y a Román?

–No, la verdad pensé que estarían aquí ya, esto es raro.

Segundos después, Fanny y Tony entraron al salón, sus caras mostraban que algo no estaba bien por lo que Violet y Liz no dudaron en pedir una explicación a lo que había pasado y, sobre todo, en donde se encontraba Román.
–La verdad es que...– Fanny vacilo al hablar. –Román se encuentra muy grave, cuando pase a su casa para irnos juntos me dijo su mama que tenía una temperatura muy alta.
–Deberíamos ir con él al terminar las clases–. Añadió Tony.
En eso entro el profesor para comenzar con la clase haciendo que hubiera un silencio absoluto ya que parecía enojado, y para evitar hacer algún ruido, solamente movieron su cabeza señalando afirmativamente que debían ir al terminar las clases.

La campana sonó, y en un parpadeo, Violet y sus amigos ya se encontraban de camino hacia la casa de su amigo el cual no se encontraba en buen estado, no tardaron más de 15 minutos en llegar a la casa, eso sí muy agotados porque fueron corriendo. Al llegar tocaron la puerta y los recibió la madre de Román de forma amigable y los invito a pasar hasta el cuarto de su hijo, la casa era de dos pisos y el cuarto de Román se encontraba en el piso de arriba, por lo que rápido subieron las escaleras y con un leve empujón abrieron la puerta del cuarto, ya que no se encontraba cerrada la puerta, y dentro estaba acostado Román cubriéndose con las sabanas hasta el cuello con los ojos cerrados queriendo entrar en un sueño el cual su malestar no le dejaba obtener. La primera en tomar la palabra fue Violet.
–Román, no te vez nada bien.
Román, solo se quedaba viendo a Violet en lo que Fanny toco la frente de él y noto la gran fiebre que el traía.
–Tiene bastante fiebre, ¿No has tomado algo?
Román movió su cabeza negatoriamente.
– ¿Y si te llevamos al doctor? –. Pregunto Tony.
Román hablo con dificultad para poder responder a esa pregunta.
–No tengo seguro social, y mi madre no tiene dinero para llevarme al médico particular, llegaron muchas deudas a la casa y solo... Solo queda esperar que me recupere pronto.
–Yo...–. Violet hizo una pausa para buscar algo en su mochila. –Creo que tengo lo que necesitas.
Después de unos segundos buscando por toda su mochila, logro encontrar las pastillas que le había dado su hermano mayor y las puso sobre el buró que estaba al lado de la cama.
–Tómatelas, son para la fiebre.
– ¿De dónde las sacaste? –. Pregunto Román.
–Eso no importa, una en el día y una en la noche, ¿De acuerdo?
Román asintió con la cabeza y en eso entra la madre de él para pedirles que si se podían retirar, ya que su hijo no ha descansado en todo el día y debería dormir un poco, aun así les agradeció su visita y esperaba que volvieron otro día, que los recibiría con mucho gusto.

La Cámara de los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora