La Cámara de los Condenados

Capítulo 20: La ultima Cámara de los Condenados

A las 10am fue cuando despertó Chris, lo último que recuerda es haber llegado en la madrugada y entrado sin que nadie se diese cuenta que estuvo casi toda la noche fuera. El día transcurría muy normal, en el desayuno, Violet pedía permiso para salir con sus amigos y amigas al parque de atracciones que abría esa misma noche.
–Vamos mama, como es la inauguración la entrada es gratis por lo que es un gasto menos.
–Ya te dije que no, es muy peligroso, aun eres muy pequeña.
–Pero iré con mis amigos, aparte Chris podría acompañarme.
Chris volteo a ver a su hermana la cual tenía en cara una gran sonrisa esperando así lograr convencerlo de que fuera con ella.
–Lo siento Violet, esta noche no puedo.
– ¿Por qué no Christopher? –. Pregunto el padre de Chris que se notaba un poco inconforme.
–Pues... Saldré con mis amigos desde la tarde y tal vez regrese noche.
–Ni si quiera nos has pedido permiso para eso hijo, ni siquiera tu madre me ha comentado algo al respecto.
La madre de Chris volteo a ver a su esposo para calmarlo un poco.
–Vamos Frederick, es joven, es normal que haga esas cosas.
–Siempre tan compresiva Margaret, aunque sabes que eso está algo mal.
–Pero si mal no recuerdo, tu madre me contaba que tú siempre hacías lo mismo cuando tenías su edad.

–Bueno si, pero...
–Pero nada–. Se dirigió nuevamente a Chris. –Ve con tus amigos y diviértete.
Chris sonrió.
–Gracias mama.
– ¡Esperen! – Grito Violet al notar que su petición para salir había sido ignorada completamente por el asunto de su hermano. – ¿Y qué hay de mí?
Su padre fue quien decidió responder, para luego su madre intervenir de nuevo.
–Ya te dijimos que no.
–Frederick, podemos ir nosotros también, claro que ella se ira con sus amigos y nosotros tomamos otro rumbo–. Al estar cercas el uno del otro, Margaret se acercó lo suficiente para poder abrazar el brazo de su amado y así poder convencerlo de hacer lo que ella quisiera. –Hay que aprovechar ese tiempo y nosotros también divertirnos.
Frederick se quedó pensando unos segundos y a ultimo termino por aceptar la propuesta de su mujer y su hija.
–Pero cuando sea hora de irnos, no quiero excusas Violet.
– ¡Bien! No habrá ni una ya veras, muchas gracias mama y papa.

Al terminar el desayuno cada quien se fue a su cuarto, excepto Chris que se quedó en la sala, tomo su celular y les envió un mensaje a sus amigos para quedar verse alrededor de las 4:00pm solo para pasar el rato y platicar. Chris tenía miedo de contarles la verdad, que todo podía llegar a su fin esa misma noche, pero quería disfrutar un último momento con sus amigos, aun no tenía idea como enfrentar a Axel, pero lo qué si pensaba, era que lo mejor sería enfrentarlo solo, ya muchas vidas fueron tomadas, no podía tolerar que se llevaran a alguno de sus amigos o familia. Solo quedaba una opción, evitar que el ritual se llevara a cabo, pero solo había una pregunta en la cabeza de Chris, "¿Lograre evitarlo a tiempo?".

Paso el tiempo y llego la hora citada por Chris para verse con todos sus amigos, el lugar elegido fue el taller mecánico de James, como él tenía trabajo que hacer y era el único que no podía salir los demás decidieron ir con él, así podrían pasar el tiempo mientras él terminaba con su trabajo. Para cuando llego Chris, ya estaban todos ahí. James lo recibió.
–Para ser el que nos citó llegas tarde Chris, aun así bienvenido.
Se notaba la alegría en todos, alegría que calmaba y al mismo tiempo angustiaba a Chris por saber que esa misma noche pasaría.
–Disculpen, me perdí un poco en cuanto a cómo llegar.
Tras unas leves risas de todos, Darién hablo, seguido de Adrián:
–No pasa nada, esas cosas suelen pasar.
–Recuerda que cuando fui por primera vez a tu casa no sabía dónde era, y dure tocando media hora en la puerta de tus vecinos hasta que por pura casualidad saliste y me viste, eso sí fue vergonzoso.
Nuevamente todos comenzaron a reír y comenzaron a compartir anécdotas e historias similares que les habían pasado hace tiempo, el ambiente se volvió agradable y hasta Chris olvido toda la preocupación que tenía encima, como si el pasar tiempo con amigos fuera la cura para todos los pesares de la vida.