XVI

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Pasaron varias semanas. No quise decirle a nadie lo que pasó aquella vez. Ni Susan estaba enterada. Era demasiada información en tan poco tiempo.

Era domingo por la mañana. Nicolas me había invitado a desayunar. Mi mamá seguía dormida, decidí traerle un sandwich de jamón para que desayunara cuando llegaba.
Fue algo muy rápido. Nicolas solo quería verme, llevábamos varios fines de semana sin salir solo nosotros dos. Debía ir a ver a su padre, asi que comimos rápido y me llevó a casa. Aún así, pasé una linda mañana.

Llegué a casa. Mi madre ya estaba despierta, tomando un café en el comedor.
–Te traje un sandwich, mami–lo dejé en la mesa
–Gracias, princesa.
–De nada. Subiré a mi habitación.
–Claro, hija.–me miró de forma sospechosa. Sonrió y me marché.
Subí. Abrí la puerta de mi cuarto, algo despistada. Caminé hacia mi peinadora sin mirar otro lado de mi habitación. Al mirar mi reflejo, noto a alguien parado a unos metros de distancia de mí.
–¡NO... ME LO... CREEOOOOO!–grité. Me giré de golpe y corrí hacia ella. Era Susan.
–¡AAAAHHH!–exclamó abrazandome.
–Oh por dios, ¿qué haces aquí?
–Me quedaré dos días aquí.
–¡Noo! ¿Y eso?
Caminó hacia la cama y se sentó.
–Papá tenía que ir de viaje. Entonces decidí quedarme aquí. Faltaré dos días a clases pero tengo excusa.
–¡Me encanta que estés aquí!–la abracé.–¿Mañana me acompañas al cole?
–Claro.–respondió de inmediato con una sonrisa.

Nos quedamos hablando por horas. De todo, menos de lo que pasó esa vez. Me ayudó con mi tarea y todo.
No pudimos evitarlo, dormimos juntas. Como cuando eramos niñas... Tan unidas que teníamos una cama king para ambas.

Al siguiente día, mamá quiso llevarme. Igual se lo iba a pedir para que Susan fuera conmigo. Cada vez que viajábamos juntas escuchábamos a Maná. A Susan también le encantaban.
Llegamos rápido y bastante temprano. Mamá no tenía trabajo ese día, asi que propuso esperar hasta que sonara la campana para que Susan bajara conmigo a hablar con mis amigos.
Llegamos al grupo e, inmediatamente, mis amigas hicieron mala cara. Ellas la odiaban por la única y estúpida razón de que los chicos babeaban por ella. Susan no tenía la cula; era de mediada estatura, delgada, morena, cabello rizado llegando a su abdomen, buen cuerpo, linda sonrisa. Además era muy simpática.
Mis amigos no tardaron en rodearla. Hasta Nicolas. No me molesté, él ya la conocía. Habían hablado en distintas ocasiones por skype, llamada o whatsapp... Obvio, conmigo ahí presente. Pero no me chocaba nada, igual ella solo venía cada mil años a vernos.
Me causaba risa la reacción de Carolina, era la más celosa de todas. La única a la que no le importaba disimular.
Faltaban 10 minutos para que sonara la campana. Susan se despidió de todos, y de mí con un gran abrazo.
–¡Te veo en casa!
–¡Adiós!
Carolina esperó que Susan subiera al auto para luego, tomar a Diego por el ante brazo y jalarlo hasta los casilleros que estaban a unos metros de nosotros. No pude escuchar bien, pero por lo que entendí y, para mí, era muy obvio, le estaba reclamando acerca de cómo se comportó cuando Susan estaba presente. Ella era muy celosa. Hasta a mí de molestaba eso. Pero ya no había otra opción que aceptarla y quererla como era.

Sonó la campana. Carolina y Diego ni se inmutaron en despedirse. No me molestó, más bien, a nadie. Nos dirigimos a nuestras clases. Nicolas y Jared se adelantaron ya que yo debía guardar unos libros en mi casillero.
Casi nadie estaba en los pasillos, hasta me causó escalofríos.
Torpemente, se me cayó un libro. El más pesado. *Ugh, ¡casí me cae en el pie!*. Estaba apunto de agacharme para recogerlo hasta que, derrepente, cuál flash, se acercó un chico a recogerlo.
–Gr... Gra.. Gracias–dije, apenada
–De nada.–levantó la mirada. No lo podía creer. Agustín Morales. El chico más lindo de la generación. Por más seca y antipática que sea, hasta yo babeaba al verlo caminar.
–No te preocupes.–sonrió.–¿Quieres que te ayude con otro libro? Te acompaño a clases, si quieres.
No sabía que hacer. Estaba frente al chico más lindo de la generación. Y estaba hablando ¡CONMIGO!. Esto era algo que solo pasaba en mis fantasías.
–Ss... Ss... Si no es molestia...–pasé un mechón de mi cabello tras mi oreja.
–¡Para nada!–tomó los libros que tenía en mis brazos y caminó junto a mí. Agustín Morales me acompañaba a clases. Carolina y Hillary no me iban a creer esto.

"Y, de pronto, llegaste tú..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora