XXXIII

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Vimos salir a un doctor de su habitación. Ver su expresión me hizo pensar lo peor.
–¿Padres de Nicolas Martinez?
–Aquí, doctor–dijo su padre al levantarse junto a su madre. Yo también me levanté y me posicione junto a ellos.
–Es algo difícil de decir... Hicimos todo lo que pudimos...
–Doctor... No...–dijo su madre
–Lo lamento.–concluyó el doctor.
–No... No puede ser...–dije en voz baja.–¡Doctor! ¡DEBE HABER UN ERROR!–subí el tono, desesperada.
–Lo siento mucho.
Corrí hasta su habitación. Él ya no estaba.
–¡NICOLAS! ¡YO TE AMO! ¡NO ME ABANDONES!–exclamé en medio del cuarto.

~Flashback~
–Es el momento más perfecto de mi vida.–me dijo Nicolas al oído.–Gracias por esto, amor.
~Fin del Flashback~

Salí rápidamente. Ví a su madre llorando desconsoladamente en el hombro de su esposo, quién la abrazaba fuertemente mientras soltaba algunas lágrimas. Mi padre y Susan sólo me miraban. Caminé hacia ellos.
–No... Esto no está pasando.
–_______, tranquila.–dijo Susan.
–Él... Él aún tenía tanto por vivir... Tanto por hacer...
Sentía que se me nublaba la vista. Susan me abrazó.
–Vamos a casa.–me susurró.
Al llegar, estaban todos mi amigos esperando por mí en la sala. Se levantaron a la par al verme entrar. Corrí hacia ellos. Un abrazo grupal se formó en ese momento.
–Lo superaremos juntos.–dijo Yamiliz
Nos separamos y limpiamos nuestras lágrimas. Jared se acercó a mí, tomó mis manos y preguntó:
–¿Fue muy duro?
En eso, Carlos le dió un golpe en el hombro.
–Obvio, idiota.–dijo.
No pude evitar reír.
–Sí, Jared. Fue bastante feo...
Carlos se acercó y volvió a abrazarme. Mi llanto salió una vez más. Mis ojos estaban hinchados, mi estómago revuelto y seguía temblando. Aun que, estaba más tranquila que hace un rato.
*Golpe bajo de la vida. Sin poder hacer nada al respecto.*
susan se acercó a mí y dijo: –Sigue sonriendo, hermana. Eso era lo que más amaba Nicolas de tí.
A veces creía que Susan y mi consciencia eran amigos. Tenían mucho en común.

Horas más tarde, todos se fueron. Seguí acostada en el sillón varias horas mirando al techo. Recordando, analizando.

Todo pasó tan rápido. En un momento tenía todo y al siguiente se desvaneció. ¿Cómo era eso posible? ¿Porqué la vida te arrebata la felicidad de una manera tan cruel?... Nada tenía sentido para mí. Era él o nada. Mi mundo se venía abajo.
Él me había convertido en un desastre, pero yo era un desastre que sabía sonreír a su lado. Ahora era un desastre que lloraba sin parar, pensando en como continuaría sin él.
Yo no sabía amar hasta que él llegó a mi vida. Sabía que no sería el único en mi camino, pero el primer amor nunca se olvida. Nicolas cambió mi vida para siempre.

Pasaron los días. Yo seguía igual de deprimida. Cada vez más irritante. Mis ataques de ansiedad volvieron. Mi timidez se apoderó de mi una vez más. Una vez más, mis días eran grises. Seguía sin creerlo.
A veces me hacía la ilusión de que Nicolas estaba enfermo y por eso no asistía a clases.
Llegar al salón y ver su silla vacía era lo más doloroso. Pasar por su casillero o sentarme en su lado de la mesa de la cafetería.
Adiós a los colores de mis días, adiós a mis sonrisas matutinas, adiós a sentirme especial. Adiós a sus ojos, a su sonrisa, su cabello, su voz, su melodía, su tacto, su rico olor... Adios, Nicolas. Ya era hora de aceptarlo.

No habían pasado ni 24 horas y ya había vuelto a ser "lo más ordinario del mundo".

"Y, de pronto, llegaste tú..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora