Tomé la decisión de faltar a las dos últimas clases, con la excusa de sentirme mal. Tomé un taxi y regresé a casa. Susan se había ido esta mañana. Mi mamá seguía en el trabajo.
Subí a mi habitación y derrepente sentí un gran mareo. Sentí que me desmayaría. Fuí de rodillas contra el suelo y de recosté de espaldas en mi alfombra. Solté un grito. Grité con todas mis fuerzas. Estaba enojada. Estaba nerviosa. Pero, sorprendentemente, para nada confundida. Amaba a Nicolas y Agustín no respetó eso. Nicolas no se merece algo así.
Me quedé ahí, viendo al techo. Algunas lágrimas salieron de mis ojos sin permiso. Estaba mal. Nicolas no podía enterarse.Mi celular sonó. Lo tomé. Era Nicolas. No podía contestarle, ¿qué le voy a decir? No quiero volverle a mentir. Contesté.
–¿Hola?
–Hola, amor. ¿te sientes mejor?
–Más o menos...
–¿Quieres que vaya después de clases?
–No, Nico. Estoy bien.
–¿Segura? Okay. Oye, ¿hablaste con Agustín?
Se me hizo un nudo en la garganta impidiendome hablar. Tragué mucha saliva.
–Sí... Sí... Bueno, no exactamente...
–¿Qué quieres decir?
–¿Sabes qué? Mejor si ven después de clases. Tenemos que hablar.
–Okay, _______…
Colgó. "_______", me llamó por mi nombre. Desde que somos novios, él no me decía por mi nombre a menos que estuviera molesto por algo. Creo que lo preocupé demasiado.Él no se merecía estar con alguien como yo. ¡Soy un asco!. Seguramente, cuando le cuente, me va a terminar. Lo entenderé. Soy una estúpida.
Me dejé llevar aun cuando sabía perfectamente porqué estaba ahí. Por Nicolas.
En mi mente solo resonaban sus palabras: "No más secretos". La ansiedad se apoderama de mí.Unas horas más tarde, Nicolas llegó. Me mensajeo diciendo: "Estoy afuera. Ábreme". Sin emoticones. Sin apodos.
Corrí a abrirle de inmediato. No había nadie en casa, asi que nos quedamos en la sala. Él se sentó en el sofá, mirandome fijamente a la espera de lo que le debía decir. No sabía cómo empezar.
–¿Y bien?–se escuchaba molesto.
–¿Estás enojado?
–¿Debería estarlo?
Suspiré. *Sí. Hasta decepcionado.*
–Nicolas. Te amo.
–Yo también.
–Sé que después de lo que te voy a decir, me vas a terminar. Aceptaré tu decisión sin reprocharte.
–______, ¡Habla de una maldita vez!–gritó al levantarse de golpe.
–¡Agustín y yo nos besamos!–exclamé. Cerré los ojos al decirlo, esperando una explosión nuclear de mi sala. Abrí los ojos lentamente solo para encontrarme con los ojos cristalizados y apunto de llorar de Nicolas.
–¿Qu... Qu.. Qué?
–Lo siento... ¡YO NO QUERÍA!
–¿Osea que te obligó?
–¡Fue de la nada!
–Pero imagino yo que te alejaste apenas se acercó.
Me encogí de hombros. –Bueeno...
–_____, yo...
–¡LO SIENTO, NICOLAS! ¡YO TE AMO A TÍ!
–Últimamente no es lo que parece.
–Nicolas...
–Adiós, ______...
–¡NICOLAS, NO TE VAYAS!
Corrí hacia la puerta. Él ya había salido.
–¡NICO, MI AMOR! ¡YO TE AMO A TÍ!
Él solo subió a su auto sin mirarme.
Eso fue todo. Lo perdí. Lo había perdido para siempre. Todo era culpa mía.
Jamás había llorado por nadie, además de mi abuelo cuando murió. Pero él había llegado a mi corazón. Él me había enseñado tanto... Y lo perdí. Perdí a mi primer amor por una estupidez en la que caí engañada.Fué la peor semana de mi vida. Nicolas llegaba a clases y pasaba junto a nosotros. Saludaba todos y hacía como si yo no existiera. Solo saludaba y se iba. No se quedaba, solo porque yo estaba ahí.
Ya todos sabían. Era lo peor del mundo. Estaba destrozada. Sin comer, sin dormir. Mis ataques de nervios y ansiedad habían vuelto.Se cambió de asiento. Cambió de asiento con el primero de nuestra fila.
Él odiaba estar al frente, pero prefería eso a tenerme cerca.
No pensé que llegara a tanto. Me odiaba. Yo no tenía la culpa. ¡Él hubiera hecho lo mismo con Susan o cualquier chica popular!
Volví al inicio. Volví a ser ordinaria. Volví a mi vida aburrida. Volví a mis días grises, los cuáles él les había dado color.
No saben cuánto me odiaba a mí misma. Ver a Agustín en los pasillos era como si me dieran una cachetada.
Agustín ya no me miraba, no me saludaba, no me sonreía. Y mejor, no quería saber de él. Pero él seguía feliz. Él me arruinó todo y seguía como si nada pasara. Pasé de babear por él a desearle la muerte cada vez que lo veía.
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"Y, de pronto, llegaste tú..."
Teen FictionA los 15 años el amor es lo más confuso del mundo, altera todo tu universo y mueve piezas de tu rompecabezas... pero, a veces, es mejor ser un desastre, pero un desastre feliz.