Muerte. Dolor. Soledad, y un enorme vacío en su interior. Eso es lo que ha tenido que soportar Jane Hale a lo largo de su vida.
La esperanza es lo último que muere, sin embargo, Jane la perdió hace ya muchos años, y no está dispuesta a creer en nada...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Han sentido que cuando una persona te confiesa algo sin previo aviso, el tiempo se detiene centrándose sólo en esas palabras? Es como si de pronto esas palabras se hicieran un espacio hasta adentrarse en tu cabeza y como un martillo retumban una y otra vez.
«Yo intenté suicidarme»
No fue mi imaginación, Aron lo dijo y no hay razón para no creerlo. Lo sé porque sus ojos perdieron por un breve momento ese intenso color azulado. Es algo irreal e incluso estúpido, pero, es como si de un momento a otro algo se hubiese apagado dentro de él. Conozco muy bien esa expresión, la mirada gacha, los ojos sin ese resplandor; lo he vivido y sé que no es mentira. Aron West intentó suicidarse, aunque no sepa realmente por qué.
Tal vez crean que es idiota, tal vez es obvia la razón, pero pueden existir mil razones por las cuales ya no quieras vivir, y, aun así, no existir ninguna para seguir en este mundo.
Lo observo sin emitir palabra alguna, estoy en el mismo estado que cuando vi cómo lo golpeaban mientras que Ivan me tapaba la boca para sofocar mi grito. Él no sabe por qué estaba así, viendo a la nada después de que despertara, y es que verlo siendo masacrado a golpes por Graham mientras que él se retorcía de dolor fue como estar viéndome a mí misma cuando era una niña, cuando el ogro y la bruja malvada se desquitaban conmigo después de una pelea.
—Di algo, por favor. Vamos, has preguntas si es lo que quieres, te lo diré, pero di algo— habla mirándome fijamente.
No digo nada. Sigo tratando de procesar lo que acaba de decirme. Confesar algo así no es fácil y no tengo idea de qué decir.
Supongo que en estas situaciones no sabemos qué decir o qué hacer. Saber que él ha intentado suicidarse es como una bomba que me ha entregado a punto de explotar, y de la cual surgen dos opciones a realizar: a) mantener la bomba entre mis manos y buscar la forma de contener el estallido o b) arrojar esa bomba lo más lejos posible y huir de ella para no salir herida.
Supongo que la segunda opción sería el camino más fácil, huir es lo mejor, pero también es lo más cobarde que pueda hacer. ¿Por qué no arriesgarse y tratar de contener la bomba?, ¿por qué simplemente no ser diferente esta vez?
—No tienes por qué decirme nada. Todos tenemos un pasado del que no podemos escapar, pero eso no quiere decir que lo tengamos que contar.
Eso sonó casi poético y a decir verdad es extraño que yo dijera eso.
A continuación, levanta su brazo y me ofrece su mano para que la tome.
—Ven, aléjate de ese acantilado, por favor. Me estás poniendo nervioso.
Mis movimientos parecen ser controlados por alguien más ajeno a mí. No quiero tomar su mano, no quiero alejarme de aquí, quiero seguir en la orilla. Sin embargo, levanto mi brazo y junto la palma de mi mano con la suya; él me hala levemente hacia delante y cuando menos lo espero ya estoy justo en frente.