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Capítulo siete.

// Lilly’s POV//

 - ¿Segura de qué no puedes ir al concierto? – pregunta Mathew al otro lado de la puerta.

- Sí, no me siento nada bien. – Digo. No quiero ir a ese concierto, no creí que seguiríamos hablando hasta éste punto. De tan sólo pensarlo me dan nauseas, ganas de llorar y algo de miedo.

- Bueno, ni modo. – Dice. – ¿Quieres qué te haga compañía? – No. Pero bueno, suena mejor que llorar hasta quedarse dormida otra vez. 

- Está bien. – Digo y lo dejo pasar.

- ¿Están tus padres?

- No lo sé. – Me mira algo extrañado. – Estaba en mi habitación y ella no avisa cuando llega. 

- ¿Ella?

- Mi mamá. 

- Oh, está bien. ¿Tienes Madagascar? 

- No, pero tengo Charlie y la fábrica de chocolates. 

- ¡Uh! Me encanta. 

- Genial. – digo mientras tomo la película. Después la pongo dentro del DVD. – ¿Quieres… palomitas? – pregunto con dificultad. No sé cómo hacer esto, nunca tengo visitas y esto me está costando bastante. 

- Oh, no, está bien, no te molestes. – ¿Y ahora qué hago? No sé qué hacer cuando alguien rechaza algo.

- Eh… No es ninguna molestia… – Creo que lo hice bien, no lo sé.

- Bien. Si insistes. – Hago una mueca y voy a la cocina. Agarro un paquete de palomitas de la despensa. Subo mi manga que era demasiado larga y abro el microondas. Noto que la estufa está prendida así que la apago, supongo que fue mamá quien dejo hirviendo el agua. Tomo la olla en donde está hirviendo el agua, está tan caliente que tengo que soltarla. 

- ¡Carajo! – grito cuando el agua me cae sobre la muñeca, mal día para cortarse.

- ¿Estás bien? – dice Mathew acercándose.

- No, me quemé. – Arde demasiado.

- Déjame ver. – dice intentando tomar mi mano.

- No, sólo necesito hielo, nada más. – Abro el congelador y saco una cubeta de hielo.

- No necesitas tantos hielos. Uno, tal vez dos, yo te ayudo. – Toma un hielo.

- No, estoy bien, ve a ver la película. 

- No seas testaruda. – Toma mi mano y ve mi muñeca. Nada que hacerle, las vio, ya no debo evitar nada, pero él no dice nada, simplemente comienza a poner el hielo sobre donde me cayó el agua. Aunque él no diga nada para mi resulta demasiado incómodo. Porque además me está tocando y odio que me toquen. – Listo. 

- Gracias. – Digo con una mueca sin hacer contacto visual. 

- Lilly, no sé porque lo haces y no te diré que dejes de hacerlo, sólo te puedo decir que sé que no es nada bueno. – Dice y me muestra sus muñecas, también se corta. ¿Él se corta? Pero si siempre se ve tan feliz y seguro, no lo entiendo. Y la verdad no sé qué decir, me quedo muda. – Vamos a ver la película. – Asiento, ni siquiera puedo hablar.

Nos sentamos a ver la película y yo permanezco callada, Mathew hace comentarios de vez en cuando pero yo no respondo nada.

- ¿Por qué tan callada? No me molesta que te cortes.

- Es…– digo. – Nada. – Hice una mueca.

- ¿Es por qué yo me corto?

- Sí… Es –pienso en la palabra para decir, sólo se me viene una a la cabeza. – extraño.

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