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Capítulo once.

- Es… ¡Patético! ¿Sabes? La broma que hicimos, en realidad, las consecuencias nunca me parecieron horribles, sería un sueño hecho realidad. Pero… Fue peor de lo que pensé. Mamá y Jeremy tenían juntos casi un año pero terminaron porque ella no estaba lista para presentarme y estupideces así, pero, cuando vio que me habían castigado con Justin supo que estaban listos. Y ahora cree que somos buenos amigos, y está comprometida, y me mudaré a casa de ellos. ¡Es absurdo! ¿Por qué no me atropella un auto y ya? – Digo y me tranquilizo después de un llanto desenfrenado. – Oh no, con mi mala suerte sobreviviría y quedaría en silla de ruedas para siempre. – Digo y me seco las lágrimas mientras inhalo y exhalo rápidamente, de verdad estoy mal. Mathew que está detrás de mí me abraza fuertemente y recuesta su cabeza en mi hombro. 

- Tranquila… Tranquila, va a estar bien. – Dice despacio intentando tranquilizarme.

- ¿Cómo esperas que me calme? ¡Todo se hunde cada vez más y…! – Pone su dedo índice sobre mis labios.

- Sh. – Dice lentamente. Me tranquilizo y el quita el dedo. Nos quedamos en silencio un rato hasta que rompo en llanto de nuevo.

- No quiero vivir así, Mathew. No… No puedo más. – Digo con la voz quebrada.

- Tal vez no sea tan malo. – Recuerdo lo que dijo Justin, y, en realidad, me calma un poco.

- Tal vez. – Digo y recuesto mi cabeza sobre su hombro. 

Me encuentro metiendo algunos libros en mi casillero. Es martes y ya ha pasado una semana y cuatro días desde que mamá se comprometió. Una semana y cuatro días horribles. Se la ha pasado jodiendo con eso, de hecho, ya comenzaron preparativos, quiere que la boda sea lo más pronto posible, cree que perdieron mucho tiempo. Pero carajo, fueron solo tres meses, y tres meses tardarán con preparativos, tal vez un poco más. Es horrible ver a sus amigas entrando y saliendo de mi casa, criticándome la vestimenta fea y la actitud extraña. Que mujeres más insoportables. Y bueno, por ahora no está tan pesado el ambiente, lo estará en una semana cuando me mude a casa de Justin, bueno, de Jeremy. La idea me aterroriza, y es peor porque cuando voy a un lugar al que no estoy acostumbrada enloquezco, la ansiedad me mata. Y supongo que será peor con Justin allí, será terrible pero tendré que acostumbrarme, cómo siempre. 

- Hola Lilly. – Dice Mónica a mí lado, cierro el casillero y la miro con una expresión de incomodidad, cómo casi siempre que me habla. ¿Qué quiere? 

- Hola. – Digo con mi débil voz.

- Bien, fenómeno, – pausa un segundo. – digo, Lilly, vine a hacerte una invitación. Supongo que ya sabes a qué. – Hago una mueca de confusión. ¿A cuidar a su hermano? Bueno, supongo yo, no es que fuera a invitarme a sus cumpleaños. – Te invito a mis cumpleaños, estúpida. – Enarco una ceja. No es posible que hable en serio. Pero noto que me mira esperando una respuesta, como si hablara en serio de verdad.

- ¿Es en serio? – Pregunto extrañada. Ella asiente. 

- Verás, entre más gente vaya mejor y creo que es una retribución por todo, además, serás la hermana de Justin pronto y creo que tal vez podamos llevarnos mejor. Aunque no te soporte quiero intentarlo. Entonces, ¿vas o no? – Pregunta, en realidad no sé qué decir pero ella parece decirlo de verdad, ni siquiera suena amable. 

- Claro. – Digo y asiento.

- Bien, pero necesito que allá pagues una pequeña deuda. No será nada malo, tranquila. Oh, y no lleves esas botas de lesbianas que tienes, ¿bien? – dice como si fuera un requisito. Me siento mal pero asiento. – Y tampoco lleves esa trenza, te alocarás bastante. – Dice y se va. 

Tal vez no sea tan malo…

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