Capítulo 8

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"Heridas"

La noche ya había llegado, pasaban de las once y nosotros seguíamos trabajando. Ya le había pedido a Santiago que cenara en el hospital, debido a que yo continuaba en la oficina, con él. Dejé el móvil en la mesa y bebí de mi vaso de agua, él seguía concentrado en las ideas escritas en el pizarrón de su oficina. Se recargó en la orilla de su escritorio a la vez que arremangaba su camisa, una camisa blanca con delgadas rayas azules, me encantaba como se vestía --¿y si comenzamos promoviendo las fusiones como algo al azar? –me sacó del pensamiento, lo miré con atención –algo que no pueden controlar, a menos que utilicen más monedas para conseguir oportunidades –asentí entendiendo su concepto, con el progreso a su lado me había dado cuenta de lo bueno que era en su trabajo, de contarle mi idea él ya podía visualizarla en grande y bien planteada

--Me agrada eso –dije escribiendo el detalle en el pizarrón, al terminar de colocar la tapa del plumón solté un bostezo, estaba cansado. Llevábamos semanas quedándonos más tiempo del de oficina, el proyecto iba bien, era solo que yo no estaba acostumbrado como él lo parecía estar. Me miro con una sonrisa, una sonrisa muy radiante, una vez más sentí mi corazón acelerarse. Esos pequeños saltos en mi corazón se habían vuelto usuales, tanto que ya no me importaban lo suficiente, tan solo decidí ignorarlos

--Deberíamos descansar, te ves cansado –dijo mirando hacia el paisaje de su oficina, la ciudad de noche. Me recargue en el escritorio de la misma forma que él, deje mis manos a los lados y observe el paisaje lleno de luces y de oscuridad. Sentía la presencia de Samuel muy cercana, me sentí feliz y cómodo con ese silencio repentino, ya que tan solo mirábamos a través de los ventanales. Él dejo de cruzar sus manos y las bajo al escritorio, salvo porque su mano derecha en lugar de tocar el metal del escritorio, descanso en mi mano izquierda, provocando un roce muy inesperado. Era como si la electricidad se pudiese sentir, alguno debía moverse, ya que, aunque no era incomodo, tampoco era adecuado. Sin embargo, su mano busco ajustarse a la mía, yo acepté e hice más firme mi agarre contra la suya, no pude evitarlo. Su aroma me estaba embriagando demasiado, al grado de impedirme pensar en lo mal que estábamos haciendo, su calidez me estaba atrayendo. Me atrevo a decir que nos quedamos minutos en esa posición, tan solo tomándonos de la mano.

Existe una ansiedad que se apodera de ti en cuanto dejas algo ir, cuando inevitablemente tuvimos que separarnos, sentí eso, y es que me encontré deseando su tacto otra vez. Como si tuviera quince años de nuevo, quería tan solo tomarlo de la mano, no codiciaba más, ni siquiera pensaba en sus labios, era tan solo esa pequeña calidez que me hacía sentir más tranquilo.

Esa noche salimos del lugar sin pronunciar una palabra, pero más tarde cuando estaba por llegar a casa, recibí un mensaje suyo, que tan solo decía: "Discúlpame. Fue un error." y en eso estábamos totalmente de acuerdo, eso había sido un error.

...

Me encontraba en la terraza, a punto de explotar si Anna tardaba más de un minuto en llegar, yo ya estaba desesperado y agotado. Mi sueño se había visto afectado por la noche anterior, dormir a un lado de Santiago mientras pensaba en cómo había tomado la mano de mi exnovio era casi un pecado --¿Qué pasa? –llegó con tranquilidad, se recargo a un lado de mí, esperando a que hablara, yo, yo me sentía mudo. Sin embargo, tenía que contarle ya, no podía seguir callándome todo, necesitaba un consejo, o tan solo desahogarme

--Es él –dije con temor, temor de mis propios sentimientos

--¿Él? ¿O Santiago? –ella desconocía el nombre de Samuel, ya que siempre me referí a él como él. Sin más

--Él –encontró la seriedad y preocupación en mí, sacó su cajetilla y encendió un cigarro

--¿Lo has visto más veces? –asentí --¿muchas? –asentí una vez más, sintiendo la culpa comerme --¿ha pasado algo más? ¿pasaste la noche con él?

Tus Ojos Brillan DiferenteWhere stories live. Discover now