Capítulo 15

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"Última oportunidad"

Abrí la puerta de la terraza, sentí que necesitaba un poco de aire, empezaba a sentirme sofocado en mi oficina. Tan solo di un paso y me encontré con Guillermo sentado en la primera silla, con sus brazos estirados sobre la mesa, y conversando por teléfono. Pude escucharlo responder con dificultad, parecía estar medio dormido, me di la vuelta en silencio y desaparecí de allí. Me quede de pie detrás de la puerta de mi oficina, pensando en lo que me había dicho mi padre esa mañana, sobre el viaje a la casa de los Díaz, le dije que tenía mucho trabajo y probablemente no podría, él lo comprendió un poco, pero mi madre dijo que hablaría conmigo al llegar a casa. Ella insistiría todavía más, pero, lo mejor sería no ir, acababa de encontrarme escasos segundos con él, sin que él lo notara, y mi corazón se había detenido unos segundos. Ir en un viaje con él, así haya más personas, no era la mejor idea.

Desde mi última conversación con él, me había percatado de la enorme carga que sentía, yo creí que lo que sus ojos me ocultaban era algo parecido a lo que sea que yo sentía estando con él, pero no, estaba sumamente equivocado, lo que él ocultaba y lo que cambio el brillo en sus ojos, era resentimiento. Resentimiento causado por mis acciones, él no sentía lo que yo, quizá el detestaba tan solo mirarme, tal vez no quería ni siquiera verme de nuevo. Y yo, estúpidamente continuaba acercándome, creando situaciones, buscando disculparme sin bases, y de alguna manera teniendo sensaciones pasadas con los roces que teníamos.

Jess dijo que yo estaba enamorándome de nuevo, ese día no le preste la atención necesaria, esos días me enfoque en saber qué era lo que él sentía, quise averiguar más de su vida pasada, quería que él dijera que me extrañaba o algo parecido.

Idiota.

Parecía que mi egoísmo nunca tendría un fin, es por eso que decidí que me alejaría, simplemente lo dejaría en paz, esa era la mejor forma de hacer algo por él, vaya, de cumplir ese deseo que pedí en la fuente. Que sea feliz.

--¡Samuel! ¡¿Cómo que no iras con nosotros?! –gritó la madre de Frank, yo me acerque y continúe saludando con una sonrisa

Pensé mil excusas en el camino, y en ese momento me costó elegir una en concreto –tengo trabajo –eso sonó como la mentira que diría un niño de cinco años, incluso el tono de mi voz fue bajo –ustedes diviértanse, bajo en un momento –me despedí rápidamente, antes de que comenzaran a insistir, por suerte los chicos todavía no llegaban, así que solo vi a Carolina, quien me saludo con cortesía, pero con una mirada incomoda. Cogí mi mochila, subí las escaleras y desaparecí, esperando no ser llamado de nuevo.

Tomé la perilla de la puerta y la levante para entrar a mi habitación, desde que era niño esa era la forma para entrar, sentí un poco de nostalgia al hacerlo, ya que desde que había llegado a Madrid no entraba. De alguna forma sabía que me sentiría demasiado mal al estar allí, sin embargo, en ese momento parecía ser mi único escondite. Todo estaba intacto, en la cama solo estaba el colchón sin cobijas, deje mi mochila en la silla y saqué mis cosas para trabajar, pensé que lo mejor sería no indagar en todo lo que adornaba el lugar, me concentraría en el trabajo y ya.

Pasaron solo unos minutos, y como si las cosas pudieran hablarme, ya me encontraba de pie mirando todo con cautela. Pensé en mi vieja consola, quizá todavía podría funcionar, recordé que antes de irme la guarde en una caja, en lo más alto del closet, ya que cuando mis primos fuesen a visitar, no quería que la tocaran. Tome una silla y subí sin dudarlo, quite otra caja del frente, que parecía estar vacía, justo cuando logre jalar mi objetivo escuche que tocaron a la puerta, dude antes de responder, esa sería mi madre pidiendo que ya bajara de nuevo –pasa –respondí aun moviendo la caja, escuche que entró, pero no decía nada --¿Qué pasa? –no respondía, yo jale un poco más la caja y esta se resbaló con facilidad, una mano apareció ayudándome. Giré y encontré a la persona menos esperada, los brazos de Guillermo se estiraban para darme una mano, una vez más, sentí mi corazón detenerse. Bajé la caja con su ayuda, y bajé de la silla, él dio un paso atrás, no decía nada, ni yo podía pensar con claridad como para romper ese silencio, tan solo estábamos mirándonos.

Tus Ojos Brillan DiferenteWhere stories live. Discover now