Capítulo 21

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Buenaaas tardes, luego de una semana de espera, aquí les dejo el más reciente capítulo, espero que lo disfruten, porque ya nos quedan pocos nada más :(

Aunqueee después se viene la mini historia que les prometí, y quizá un epílogo final (este esta en duda) la idea es que antes de que termine julio, ya tendrán toda esta historia terminada si o si ^^

Un abrazote, los leo en los comentarios~

...

"Lento"

Estire mis brazos hacia arriba y sentí la ausencia a mi lado, estaba seguro de que había dormido con Guillermo descansando en mi pecho, abrí los ojos y me ubique en su habitación. Él no estaba, me levante y me estire por completo, mire hacia el baño y tampoco estaba allí, hasta que escuche ruido abajo, así que baje sin más. Lo encontré en la cocina, dio un pequeño salto cuando lo vi, tan tierno —puedes ducharte, aunque no tengo ropa para que lleves al trabajo.

—Llamare a Carlos, podemos ir directamente a la oficina —asintió con una sonrisa.

Camine de regreso a las escaleras —deje lo necesario allí —grito con su voz media ronca, o estaba por enfermarse o estaba recuperando su voz, era difícil de descifrar. Abrí la ducha y dejé que se mantuviera tibia, quería despertar mejor. Sonreí al recordar la noche anterior, Guillermo me quitó un gran peso de encima, Bruno había tenido toda la razón esa tarde, había dicho un simple: "Si lo quieres, y te quiere, dejen de jugar." Y eso había hecho, dejé todo en la oficina esa misma tarde, llamé a su casa y nadie respondió, fui a buscarlo y tampoco obtuve resultados, hasta que mi madre me llamó diciendo que estaba en casa de los Díaz y que Guille estaba enfermo.

Para cuando había llegado él continuaba durmiendo, les dije que podían irse y que yo lo cuidaría, su padre no se negó y se puso de mi lado. Agradecí eso, así tendría ese momento a solas con él, tal como lo logré. Tal vez había sido desastroso el inicio, pero sabía que merecía su enojo, yo iba con la idea de confesarle lo sucedido, solo que él se había enterado antes. De cualquier forma, en cuanto yo salí de la oficina, había entendido que tenía que proponerle un compromiso real, ya nada lento, ya no estar jugando como me decía Bruno.

Y él había dicho que sí, como siempre lo había soñado cuando éramos adolescentes, pero nunca me arme del valor necesario para decírselo, porque temía demasiado de los demás. Porque yo era consciente de las burlas que recibiría, porque ya lo molestaban, por más que me doliera, él era molestado, y yo añadiéndole eso... sería demasiado. Así que nos mantuvimos sin un concepto, a escondidas y con miedo a lo que todos podían decir de nosotros.

Pero no, no volvería a ser así. Estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario para no ver a Guillermo sufrir así, para no tener que ocultarlo de todos los demás, le demostraría lo orgulloso que me tiene nuestra relación.

—¿Qué quieres tomar? —preguntó cuándo me escuchó bajar las escaleras, yo me detuve cada escalón para mirar las fotografías que adornaban su pasillo.

—Café, necesito energía —dije bajando por completo. Lo encontré de espaldas, me recargue en el desayunador y aprecie todo el desayuno que estaba haciendo— debería estar ayudándote, he tenido clases de cocina últimamente.

Soltó una carcajada —¿tú? ¿cocinar? —asentí orgulloso— casi quemamos la casa de tus padres cuando intentamos hacer algo de cenar, ¿te reivindicaste?

—Algo así, un amigo es un muy buen cocinero y ha estado enseñándome a sobrevivir —levantó las cejas y me señalo la mesa, tomé lo que me extendía y fui hasta allí— de hecho, necesito presentártelo pronto, y a mis demás amigos también.

Tus Ojos Brillan DiferenteWhere stories live. Discover now