Cosette, una simple niña de 15 años, la menor de las personas a las que el grupo mortifica. Su sufrimiento no era de la misma magnitud de sufrimiento que Cara había sufrido días después, pero la situación en su hogar no era buena, ni siquiera estaba cercas de serlo.
Su padrastro drogadicto, su madre alcohólica, y encargada de tres niños más; el menor de ellos tenía tan solo dos años, el que le seguía tenía cinco y el otro, siete. demasiados pequeños, lo suficiente como para que Cosette cuidara de ellos.
El padre verdadero de Cosette aportaba dinero, lo suficiente como para que ella fuera a la escuela.
El padre de Jack, el niño de siete aportaba también para sus estudios.
La tía de Zusette la de cinco aportaba para sus comidas, ya que el padre de ella había muerto dos años antes junto con su otra familia. Un accidente Automovilístico.
Y el más pequeño, Zack, un niño sumamente hiperactivo, y el que más golpes recibía por parte de su verdadero padre. El drogadicto, Steve. El niño solía gritar, correr, y se comportaba de una manera nada natural para un niño de dos años.
Cosette llegó a su hogar junto con Jack. Ambos hermanos hablaban sobre un comic que habían visto en una de las tiendas del centro, una tienda que les quedaba de pasada, y en la que más tiempo solían durar viendo desde la ventana que mostraba las revistas.
Para algo ya nada novedoso, Zack gritaba a todo pulmón con un gran golpe e inflamación en su ojo verde sutil izquierdo. Zusette, aterrorizada intentaba callar a su hermano en la cocina, que se encontraba en un estado ya típico, lamentablemente. Los pocos vasos que quedaban de vidrio ahora yacían en el suelo, rotos junto con los platos intactos de plástico, los utensilios estaban esparcidos por todo el lugar, las bancas largas que pertenecen a la isla de cocina estaban tirados, algunos trozos se encontraban en lo más alejado de los dos menores...
¡Genial! —Pensó Cosette—. Se ha roto.
Jack, exasperado por los gritos de su hermano menor corrió a donde se encontraban, siendo cuidadoso de que no clavarse un vidrio.
La televisión que se encontraba a mano izquierda justo cuando se entraba al "hogar" estaba en un canal de música a un volumen increíblemente alto.
Con dificultad, Cosette entró en el recibidor, se le dificultó entrar por la puerta se topaba con la esquina del sofá en mal estado, así que primero dejó que su mochila entrara y luego, de costado entró ella.
Cosette no era una niña delgada, ni estaba cercas de serlo, así que eso le provocaba que no cupiera adecuadamente y también por eso era del grupo de los niños que sufrían Bullying
El niño, a pesar de ver que sus dos hermanos mayores suplicándole con la mirada, no dejaba de gritar y berrear.
Jack le suplicaba con voz pacífica y delicada que guardara silencio.
Cosette mientras tanto, toma el mando de la televisión y lo paga. Al hacerlo, comprendió el porqué estaba el sonido a todo lo que se permitía.
Los gemidos excitados de su madre parecían más bien gritos de sufrimiento que de placer.
Por un pequeño momento, Cosette se preguntó que si hacer el amor era tan doloroso como su madre lo hacía parecer, por un momento, deseó con toda su alma que no fuera así.
Los gritos de Zack alertaron a su padre. Su madre dejó de gritar, avisando que escuchaban la escena que estaba montando su hijo, y eso no era bueno, si no lo callaban, su padre, el padre de Zack saldría desnudo para hacer callar a alguien, y no necesariamente al niño, sino al primero que viera, y esa era a Zusette que se encontraba más cercas del pasillo que daban a las habitaciones.
Se escuchó perfectamente el chirrido de los resortes de la cama, avisando que el hombre se estaba poniendo de pie.
—Cállalo —le ordenó Cosette a su hermano.
Jack colocó la palma en la boca de su hermano menor, haciendo que bajara el volumen.
No sé escuchó las fuertes pisadas; el chirrido de los resortes se escucharon de nuevo, ahora por el peso que se le administraba. De pronto otro chirrido y luego otro, tomándose unos segundos de espacio, luego otro y otro, pero esta vez con más frecuencia, seguido por los gritos de su madre, pero los gritos no amortiguaban el sonido de los choques, el sonido de los golpes que provocaban los cuerpos al tener relaciones de forma rápida y brusca, el sonido de los cuerpos haciendo fricción por un segundo. Ese insignificante sonido que desagradaba completamente a Cosette, y no solo a ella, sino también a Jack que, en esos momentos se encontraba haciendo gestos de disgusto. Zusette y Zack no comprendían lo que hacían sus padres, pero esos gritos, los golpes por la fricción instantánea, no eran desconocidos para sus oídos, y quizá nunca lo fueron.
Cosette exasperada y a la vez aterrada de que los gritos de Zack molestaran de nuevo al padrastro de esta y saliera para buscar un momento de silencio por parte de los niños a los que mantenía, y solo para mantener sexo con una mujer. Se quitó sus tenis, dejo la mochila sobre el sillón y a paso apresurado pero silenciosos va al cuarto de baño, y al entrar en la puerta del espejo, detrás de esa hay medicinas, de las cual busca específicamente una que su madre ocasionalmente utiliza para dejar inconsciente al hombre, solo cuando ella no lo soporta o está golpeando todo y a todos.
Toma una pastilla y va de nuevo a la cocina, no sin antes dejar todo como estaba. Al entrar a la cocina y a su hermano menor ahora combatiendo con Jack para que le permitiera respirar. Cosette toma un cuchillo y raspa un poco de pasilla.
—Zusette —le dice a su hermana—. Calienta la leche.
La niña se pone de pie de un salto y con soltura anda por toda su cocina. Toma el biberón, le sirve leche en el frasco y lo mete al microondas por un poco más de un minuto. Cuando estuvo listo se lo entregó a su hermana mayor, Cosette vertió la pasilla que había raspado y la agitó. Se lo entregó a Jack que este acomodó a su hermano en su regazo, le quitó la mano y Zack respiró con profundidad unos pocos momentos, para luego tomar aire con fuerza, preparándose para gritar, pero Jack le metió a la boca el biberón. Zack pareció desistir de su intento de llamar la atención.
Lo agradable y tibio de su bebida pareció calmarlo y, justo siquiera antes de llegar a la mitad de la leche el niño quedó profundamente dormido.
Los hermanos se miraron a las caras, aliviados de que al final el niño se durmió. Están increíblemente aliviados.
Los gritos de su madre fueron cesando, alertando de nuevo a los niños.
—Será mejor que vayamos a nuestra habitación —les avisó Cosette.
Zusette limpió a la velocidad de la luz la cocina y tomó la mochila de Jack, mientras que este cargaba a su hermano menor, mientras tanto Cosette, tomó sus cosas, limpió lo que posiblemente dejó fuera de lugar, prendió la televisión y siguió a sus hermanos hasta la habitación que los cuatro compartían.
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CARA PERFECTA
Short Story¿Cuántos días son necesarios para tener una paz completa? Quizá nadie tenga una respuesta para eso, pero yo sí, y es una semana.