EDMOND Y LEE II

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Los hermanastros ni siquiera se caían bien al principio.

El padre de Edmond conoció a la Madre de Lee porque esta era secretaria en la empresa donde el hombre trabajaba. Él es Doctor, él tiene su consultorio en uno de los hospitales más prestigiosos de su localidad, y ella era su secretaria, el padre de Edmond se especializó en ginecología.

La madre de Edmond murió junto a su segundo bebé, que sería una hermosa niña, Edmond tenía cinco años cuando su madre murió. Su padre calló en el vició del alcohol hasta que se dio cuenta que su hijo que en ese entonces tenía siete años estaba a punto de ser arrebatado de sus brazos, fue ahí donde decidió dejó de beber, siete años después fue capaz de beber de nuevo, pero solía beber uno o dos vasos de whisky, pero en ese entonces parecía que el alcohol ya no le hacía efecto.

La madre de Lee fue madre soltera y ella tuvo una relación dos años con el doctor Piligrim, luego de esos dos años decidieron casarse, el cual les ofreció su apellido a ambas mujeres, Lee estaba completamente en desacuerdo, pero su madre lo aceptó llamando así a su hija Lee Piligrim. Pasó medio año, en el cual los jóvenes se odiaban de la peor manera, pero ese sentimiento comenzó a cambiar.

Justo unas semanas después de que los padres de ambos se casaran y ellos fueran a la escuela, los siete chicos mejor conocidos, comenzaron con sus típicos empujones, bromas, ofensas entre otras cosas, hasta que esos empujones se volvieron golpes y luego de eso los encerraban en el armario del conserje. Normalmente ellos no eran encontrados hasta un par de horas después de que el horario de la escuela acabara, justo cuando el conserje se proponía hacer su trabajo.

Al principio, la primera vez que los encerraron lo primero que hizo Lee fue llorar, gritar aporrear la puerta dando puñetazos sosos a la puerta, patadas que no derribaban ni un bote de la escuela, sus gritos no parecían gritos, sino chillidos por su voz tan aguda; mientras ella hacía el escándalo de su vida, Edmond se dejó caer en la pared más alejada de la perta, extendió sus piernas y cruzó sus brazos, esperando a que su hermanastra hiciera el trabajo por él.

Una vez que Lee se cansó de gritar, se dejó caer estrepitosamente mientras sollozaba con fuerza. A ella nunca le habían hecho algo parecido, ella jamás fue regañada o reprendía, siempre obedecía las órdenes de su madre, estuviera ella de acuerdo o no.

Y una de las cosas de las pocas en realidad que no estuvo de acuerdo, fue que ella se casara con su jefe, pero en sí jamás le reclamó, lo único que en verdad le dijo No por primera vez, fue cuando le dio la noticia de que iría al mismo colegio prestigioso de su hermanastro. Edmond y Lee dijeron esa parlaba el unísono, como si lo hubieran ensayado y preparado con anterioridad. Sus padres simplemente los ignoraron y no les dieron más a discutir.

Lee no dejaba de llorar con fuerza aterrada, imaginando que jamás los dejarían salir, que se quedarían eternamente ahí, sin poder comer, ir al baño o siquiera bañarse, por un momento Lee creyó que no volvería a ver a su madre, y eso la desconsoló terriblemente, mientras que Edmond solo estaba ansioso de que los encontraran ya, quería dejar de escuchar a su fastidiosa hermanastra llorona y exagerada, quería tener un momento de silencio, quería pedirle que se callara y que hiciera una cosa nueva, que hiciera los que hacer del colegio tal y como lo estaba haciendo él, pero ellos jamás se habían dirigido la palabra, ni una vez, ni por más necesidad que tuvieran, nunca se habían dicho un Hola o un Adiós, un quítate o cállate, nunca habían pronunciado el nombre del otro, siempre se dirigían por "Ella" o por "Él", el niño o la niña, y a pesar de que ellos conocieran sus nombres realmente, para ellos era como decir algo maldito y prohibido.

Pasó alrededor de una hora hasta que por fin, Lee dejó de sollozar, pero sin embargo no de llorar, se abrazó a sí misma, aferrando sus piernas a su pecho y mirando a la nada, mientras que sus gordas lágrimas bañaban las mejillas, mientras tanto, Edmond ya había terminado de hacer su tarea y no tenía nada más que hacer. Edmond sabía que esa no sería la última vez que los encerrarían, sino que sería la primera de muchas, demasiadas, ¿Cuántas? A eso no tenía respuesta. Ed se propuso que para mañana llevaría varios comics o revistas de auto que su padre solía coleccionar, a pesar de que los autos no fuera algo interesante eso era mejor que nada, y todo porque sus comics ya los había terminado de leer.

CARA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora