Al fin era fin de semana, sábado, y ese día pasaban dos cosas increíblemente buenas.
La primera es que no había clases, y la segunda era que el padrastro de Cosette se iba a tomar y a drogarse con sus amigos, así que su tarde era casi perfecta.
Su madre ese día solía discutir un poco con sus hijos antes de salir de su hogar y juntarse con las vecinas, sobre todo con una mujer algunos años mayor que vivía en el piso de arriba. Parecían almas inseparables.
Zuzette y Zack jugaban en la pequeña mesa que cabía en la cocina, tenían pequeños muñecos de plásticos, mordisqueados y viejos, ya que estos una vez pertenecieron a Cosette y luego a Jack.
Jack se encontraba haciendo la comida para los cuatro y Cosette recogía la casa.
Cosette recogía las sobras de comida que habían quedado entre los cojines del sillón. Sacudió el mueble, limpió la mesita que había entre el sillón y la televisión. Barrió la sala y la cocina, luego el pasillo y prosiguió a limpiar el cuarto de su madre y su padrastro. Entro en la estancia, encendió la luz y casi pega un grito al ver tal tiradero habían dejado. La cama estaba destendida y el colchón estaba la mitad salido de la tarima, el suelo estaba casi cubierto con una fina capa de tierra, comida, bebida de algún refresco o bebida alcohólica derramada y ahora seca y algo más; en una de las mesitas de noche se encontraba un gran circulo grande dividido por líneas, era de color blanco.
Ella dio un suspiro cansado antes de ponerse en marcha. Colocó el colchón de forma correcta, quitó la suciedad de las sabanas que ahora se encontraba en el suelo; la sacudió el colchón y puso la sabana sobre esta, recogió la basura que era bastante grande con las manos y la tiró en la bolsa que llevaba con ella. Lo que ya no puedo recoger lo barrió. Acomodó la ropa que estaba tirada en el ropero, acomodo los zapatos que estaban por todos lados. La ropa sucia la puso aparte y prosiguió con los demás muebles.
—¡Cosette, la comida está lista! —gritó Jack desde la cocina.
A la niña le rugió la panza y su boca salivó, pero quería terminar ya con esto.
—¡En un momento! —le respondió ella igual en un grito.
Fue a una de las mesitas de noche, la que no tenía la cosa blanca, vió una revista donde había una mujer semi acostada, sus pechos estaban al aire, uno de los brazos de la mujer estaban sosteniéndola para permanecer casi sentada. Sus tobillos estaban completamente separados, estaban a un metro de separados y su parte sería mostraba si no fuera porque su mano la tapaba; la mujer tenía una sonrisa pícara y sus ojos radiaban lujuria, pero Cosette no entendía de ese tipo de miradas, así que no le dio importancia.
La curiosidad de Cosette floreció y quería saber por qué la mujer estaba así, porqué había dejado que le tomaran una foto así.
Abro el libro. Sus pulmones se quedaron sin aire, su respiración se cortó y su corazón latió con fuerza. Habían fotos demasiado explicitas; habían mujeres tocándose, tocando a otras mujeres, hombres tocando mujeres. Objetos que penetraban a las mujeres, hombres penetrando a mujeres y mujeres penetrando a mujeres con sus dedos, mujeres penetrando a hombres con prótesis.
Las imágenes fueron desagradables para Cosette, a pesar de que las personas parecían estar disfrutando de tales cosas.
Cosette, asustada cerró el cuaderno de golpe. Abrió el cajón de la mesita de noche y casi vuelve a pegar el grito en el cielo al encontrarse una arma que fue bien posicionada. El arma era plateada, parecía de esas armas que se usaban en las películas del oeste y de las que usaban los vaqueros.
Asombrada por ver por primera vez un arma la toca con un dedo índice, olvidándose completamente de la revista que tenía en su mano izquierda. El dedo que tocó el arma retrocede al sentir la sensación helada que tiene esta.
La puerta que se encuentra a las espaldas de ella se abre de golpe. Cosette cierra el cajón de golpe y gira sobre sus talones con el corazón latiéndole fuertemente, temerosa de que fuera su madre, o peor aún, que fuera su padrastro, pero solo era su hermano, Jack.
—¿Por qué tardas tanto? —preguntó el niño de forma desinteresada.
—Estaba terminando de arreglar la habitación —se excusa.
Jack asiente con la cabeza de manera comprensiva. Le sonríe a su hermana para animarla a que lo acompañe, pero esa sonrisa desaparece y es sustituida por un rostro ceñudo, los ojos verdes de él abandonan el rostro de su hermana y bajan hasta la revista que ella aún sostiene.
—¿Qué es eso? —pregunta el niño mientras se encamina a ella.
La niña alarmada esconde la revista detrás de su espalda y se obliga a sonreír para pasar desapercibida. Eso hace que el chico se detenga de golpe.
—No es nada, vamos —dice ella mientras arroja la revista de nuevo sobre la mesa de noche y entre empujones saca a su hermano de la habitación.
El día pasó con normalidad y la noche llegó.
Los niños se fueron cada quien a su cama, los hermanos de Cosette hablaban de algo, pero ella no podía apartar su mente de la revista pornográfica y del arma de fuego. El tiempo pasó y los niños se durmieron menos ella, que se quedó despierta tan tarde que hasta escuchó llegar a su madre ebria, pero no lo suficientemente tarde como para escuchar a su padrastro llegase.
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CARA PERFECTA
Historia Corta¿Cuántos días son necesarios para tener una paz completa? Quizá nadie tenga una respuesta para eso, pero yo sí, y es una semana.