COSETTE IV

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A la mañana siguiente todo transcurrió con normalidad y la tarde calló sobre ellos. todos estaban tranquilos y relajados. Definitivamente Zusette y Zack no se habían percatado de lo que había sucedido la noche anterior.

Era sorprendente que los niños se hayan despertado, o por lo menos Zusette y Zack, ya que el primero que despertó fue Jack; el sonido de sollozos desesperados, de gemidos descontrolados de dolor, el inconfundible sonido de un cinturón siendo estampado con fuerza sobre la piel de una persona, las súplicas. Cuando Cosette se despertó no fue mucho el tiempo que le tomó comprender que era lo que estaba sucediendo. Los latigazos no era algo extraño de escuchar, tal vez por eso los niños no se despertaron, porque es un sonido típico para ellos; Esa noche ninguno de los niños pudo dormir con tranquilidad, temían que su padrastro no estuviera satisfecho con masacrar a golpes a su madre, sino que también quisiera desquitarse contra ellos (no era la primera vez que pasaba). A pesar de que para la mitad de la noche las aguas ya se habían tranquilizado, pero aun así ellos se mantuvieron alerta, preparados para saltar para defender a sus hermanos mayores, aceptando el castigo si es que había uno.

Era un alivio que se hubieran enterado, sino, en esos momentos los niños estarían casi literalmente escondidos detrás de las espaldas de Cosette y Jack, los mirarían con ojos enormes y húmedos, temerosos, aterrados. Pero todos se encontraban haciendo tarea, bueno, en realidad Cosette y Jack la hacían, mientras que Zusette y Zack hacían dibujos en un cuaderno y crayolas que la vecina del piso de arriba les había regalado muy amablemente.

Justo cuando Cosette había terminado su tarea la puerta de la entrada es golpeada con algo de delicadeza. Todos sabían quién era, solo una persona tocaba a su puerta, y solo esa persona lo hacía de tal forma tan delicada.

Cosette se pone de pie y está a punto de ir a la puerta, pero la mano de su hermano, de Jack la detiene en seco. Ella se gira un poco y espera la explicación del porqué la detiene.

—Deja que se vaya —dice el niño en un susurro apenas audible.

Cosette confundida y un poco molesta por el comportamiento irracional de su hermano se zafa del agarre.

—No pienso dejar que se quede afuera tocando —alega la niña.

Ella comienza a encaminarse de nuevo a la puerta, pero Jack corre la silla y se abalanza hacia ella. La toma del brazo y hace que ella de media vuelta con fuerza, la toma por los hombros y él, con la voz desgarrada y suplicante dice:

—Por favor.

—¿Porqué? —pregunta ella a cambio.

—Por favor —repite Jack ignorando la pregunta de su hermana.

Cosette en cambio, cansada y exasperada por el comportamiento absurdo de su hermano da de nuevo media vuelta, zafándose nuevamente de su hermano y camina a la puerta. Una vez llega la abre y la vecina con una sonrisa radiante es lo primero que la niña ve.

Cosette le regresa la sonrisa y abre más la puerta invitándola a pasar, pero la mujer solo sonríe más ampliamente al ver a Jack parado en medio de la estancia.

—Hola Cosette —saluda la mujer ya entrada de edad. Tal vez tenga unos cuantos años más que su mamá, y la mujer no era precisamente joven.

La mujer parada en la puerta tendría alrededor de treinta o treintaicinco años, pero extrañamente su cabello estaba ya plagado de plagas, y la forma de vestirse no era la adecuada para su edad; mini faldas y blusas ajustadas estraples. La mujer no tenía mal cuerpo, no estaba pasada en sobre peso, pero tampoco podía presumir de un cuerpo elegante y delgado.

—¿La puedo ayudar en algo? —pregunto Cosette al ver que la mujer la había saludado, pero no había quitado su vista de su hermano menor.

—Sí —dice la mujer saliendo de un trance. Mira a la niña y la sonrisa expandida desaparece un poco—. Necesito que Jack me ayude con algunas cosas de la casa —dice la mujer un poco avergonzada.

—Claro —responde Cosette completamente de acuerdo.

—Estoy ocupado —dice por primera vez Jack desde que la mujer llegó. El tono de su voz no es el más educado o apenado, al contrario, se escucha tajante y enojado a la vez.

Cosette gira hasta quedar frente a su hermano y el rostro de ella pierde toda amabilidad. Lo amenaza con la mirada y sin palabras le dice que lo haga, que ayude a la vecina que tantas veces fue amable y dulce con ellos. Llegó a alimentarlos cuando no tenían nada para comer, les dio juguetes para que jugaran, les dio ropa y todo sin ser obligación de ella. Era una buena mujer. Pensó Cosette.

—Pues puedes terminar lo que estás haciendo cuando regreses —dice la niña con voz dura.

Jack, molesto y mirando a su hermana dio un suspiro enfurruñado y caminó hacia la vecina. Antes de que él saliera de la estancia le dio una mirada a su hermana. La frialdad de sus ojos estremeció a la niña. Jamás lo había visto tan molesto como en esa ocasión.

Tal vez ella le pedía que arreglara muchas cosas y por eso no le gustaba ir con ella.

Tal vez la vecina lo regañaba cuando hacía algo mal y Jack no quería ser más regañado de lo que eran cuando estaban sus padres.

Cosette le quitó importancia al asunto y siguió con lo que estaba haciendo.

CARA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora