6

929 47 2
                                    


Abro los ojos, los restos de mi comida están sobre mi y algunas sobre mi lecho. Me levanto despacio y las quito con cuidado arrojándolas por la ventada de la habitación. Al parecer me quede profundamente dormida, por la poca luz que hay es fácil decir que ya es tarde, salgo de mi habitación y veo que en el salón principal esta Sarer sentada y con el puñado de miurm dorado por un lado de ella.

¿Esperaste mucho? - pregunto y me siento frente a ella. Sarer sonríe.

No, acabo de llegar solo que estoy un poco cansada, - contesta mirando hacia otro lado, aparentando desinterés. Señala el bulto a su lado - aquí esta, como lo prometí directo a hasta tu casa - dice llena de orgullo de sí misma, levanta la cabeza y sonríe mostrando los dientes.

Gracias - le digo, sarer empuja el bulto de plantas hacia mí con su pie, lo único que aun me intriga es por que cuando fuimos por este mismo montón de miurm ella parecía estar nerviosa, al verla tan confiada decido preguntarle.

O...Oye sarer - digo, esto me pone algo nerviosa pero tomo todo el valor que puedo, aunque no es lo mismo que paso con los tritones de la guardia real - ¿por que estabas nerviosa cuando fuimos por el miurm me pareció muy extraño, y con razón viniendo de ti?

Ella gira lentamente la cabeza hacia mí, sus ojos se abren grandes al parecer vuelve a ella un poco de aquel nerviosismo de antes cuando encontrábamos en los campos se siembra de la hermosa y colorida planta.

Te lo voy a decir - rápido se sienta en el suelo de roca de la casa, yo hago lo mismo, ella comienza a hablar en voz baja, como si alguien pudiera escucharnos cuando en realidad eso jamás pasaría - veras ese tipo de miurm es muy especial en realidad muy especial - me intriga lo que dice ¿en verdad es tan especial ese miurm?, ¿acaso tiene algo que ver con su color?, diría que es raro pero no es así, de ser de ese modo habría tan solo una franja - por su color, el color dorado y plata solo pueden ser usados por la familia real. ¡Por nadie más!

Entonces nosotras... - digo en voz muy baja la miro a los ojos, en ellos tan solo puedo ver que hemos roto las reglas y al parecer algo grave o al menos eso es lo que parece.

Así es... se puede decir que le hemos robado a la familia real. - dice y se recuesta sobre uno de los asientos de roca de la habitación, con una gran sonrisa dibujada en su bello rostro. Una sonrisa que solo alguien como ella podría poner en una situación tan delicada - lo único será, que nadie se debe de enterar lo que hemos hecho, y más vale, que lo sea que tengas planeado hacer con este miurm, lo hagas rápido y en secreto; y como ya estoy tan metida en esto como tú creo que te tengo que ayudar... - hace una pausa, me deja atónita lo que acaba de decir. No creo que esté mintiendo, Sarer jamás mentiría con algo así, además que motivo tendría para mentirme, mentir no es propio de Sarer.

Me levanto, tomo el manojo de plantas con ambas manos e intento levantarlo pero en comparación con el manojo que yo cargue a casa este es muy pesado. ¿Cómo podría haberlo traído ella sola desde el campo hasta mi casa?

Permíteme - dice al tiempo que se levanta y me quita el miurm de las manos, ella lo toma solo con una mano, pero al parecer si hace algo de esfuerzo - ¿donde lo guardamos? - pienso por un momento y le digo que en mi habitación estará bien, además será más fácil usarlo para lo que quiero estando en mi habitación.

Rápido lo lleva a mi habitación, yo la sigo de cerca. Una vez a ahí lo coloca junto a mi lecho. Tan pronto lo suelta el manojo de plantas se recuesta, yo también.

Entonces ¿Qué tienes pensado hacer con eso? - comienza, voltea la cabeza hacia donde estoy sentada y sonríe mostrando los afilados dientes. - por que supongo que si es para tu humano tiene que ser algo que pueda usar.

ENCADENADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora