Los días pasan tan monótonos uno tras otro, en el palacio. No entiendo cómo es que Altimus es feliz en un sitio así. Sarer ha venido a verme al menos en dos ocasiones, la primera para felicitarme por ser la nueva reina, y la segunda tan solo para pasar el día a mi lado, fue difícil que la dejaran entrar y también que dejara su trabajo para venir a verme, al menos de algo ha servido ser la reina, la exonero de sus labores cuando quiero verla.
Es el tercer día desde de la coronación, no he visto a Darius desde entonces, supongo que el debe de estar preocupado, pero claro no es como si vaya a avenir a buscarme, apenas si puede aguantar bajo el agua unos minutos. Incluso llegué a pensar en pedirle a sarer que fuera a buscarlo en mi lugar pero creo que en verdad era una mala idea.
Que tiene mi amada reina - dice mi padre al entrar en mi habitación, ahora estoy muy cómoda en esta habitación; trae consigo una bandeja de metal con comida para los dos. - que te parece si comemos algo, como cuando eras pequeña.
Yo accedo, asintiendo con la cabeza. Mi padre se sienta a mi lado en la mullida plancha de mis nuevos aposentos.
¿Como estas? - me pregunta mirando directo a mis ojos, a veces creo que cuando hace eso en verdad ve mi alma.
Bien... creo - contesto. Es la primera vez que veo a mi padre desde la coronación; sonrió al verlo de nuevo a mi lado, me siento bien estando a su lado.
Sabes hija - comenta mi padre al tiempo que se lleva un trozo de comida a la boca - estoy feliz por ti, ahora eres la reina y la verdad creo que serás la mejor que haya habido nunca.
Pero yo no soy feliz padre - bajo la mirada a la comida, mi padre levanta mi cabeza con delicadeza para que lo vea a los ojos.
No te preocupes hija... todo estará bien. Lo prometo. - Agrega - ahora preocuparte por tener fuerzas te espera un largo día.
En eso tiene razón un muy largo día como reina.
Durante mi corta estancia en palacio como reina pocas veces eh visto a Atlimus, solo me encuentro con él en el gran comedor.
Después de comer con mi padre el desayuno bajo al salón principal, para mi sorpresa Atlimus está ahí. Apenas lo vi me detuve un momento pero seguí andando hasta la ventana situada cerca del trono real.
Hasta que por fin veo que mi reina se acerca a la sala del trono - dice en tono de burla, siento como el agua a mi alrededor se mueve un poco, significa que él se acerca, no me molesto en verlo - ¿Que tienes planeado para hoy reina? - comenta en tono de burla.
Me gustaría salir un rato - respondo - a pasear... por los jardines.
Lanza una risita burlona.
¿A quién crees que engañas Ameli? - inquiere, su tono de burla no desaparece - ¡a mí!, ¿a tu padre? Tal vez... lo dudo. Puedes salir nada te lo impide, eres la reina recuerdas. Pero claro, tampoco deberías ahora que eres de la familia real y los miembros de la familia real no abandonan la seguridad de castillo... nunca. - su tono de suficiencia me tiene hastiada. Pero a ¿Qué se refiere?
Me alejo de la ventana y giro hacia el interior del castillo, veo como atlimus se sienta en su trono y mira al frente, se endereza y levanta la cabeza. En verdad ¿no me detendrá si intento salir?, ¡estaría dispuesta a intentarlo! Pero es mejor esperar un poco.
Es cerca del medio día, otro día sin ver a David. Lo extraño.
Rey Atlimus - escucho que alguien lo llama pero no volteo para ver quién pero no puedo evitar poner atención al mensaje - el intruso, que había entrado en el arrecife hace varios días, ha sido destruido como ordeno.
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ENCADENADA
Подростковая литератураuna sirena de cabellos rojos, un amor prohibido por su pueblo por considerar a los humanos peligrosos e inferiores a ellos. cuando el príncipe de su raza la obliga a casarse con ella y mantenerla encerrada ahí descubrirá los secretos de su pueblo...