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Diumo levanta la cabeza y me observa con los ojos bien abiertos. Parece sorprendido por mi petición. Me lo quedo mirando esperando su respuesta pero él no habla.

Ameli eso - el miedo en su voz es evidente, realmente ésta desconcertado, le cuesta mucho esfuerzo articular palabra para su respuesta, fuese cual fuese - es...Peligroso.

No importa cuán peligroso sea - explico - quiero ir, debo hablar con Darius.

David - me corrige Diumo - se llama...

Ya sé que se llama así, solo que no me gusta ese nombre. Por eso le llamo Darius. Bueno pero ¿me vas a guiar? O ¿No? - lo cuestiono.

Diumo se toma su tiempo para poder responder. Cruza los brazos y se da vuelta, camina alrededor de la habitación, parece nervioso. Se detiene justo frente a mí. Me mira directo a los ojos pero su mirada parecía perdida.

Está bien. Yo te guiare - al decir eso me elevo y me lanzo a sus brazos, apenas me atrapa damos una vuelta y nos caemos juntos al suelo de roca. Al caer ambos nos reímos un poco - pero te advierto que está lejos.

¡No importa!, ¡No me importa! - exclamo y en verdad es así, no me importa cuán lejos este - lo único que quiero es verlo de nuevo y asegurarme que está bien.

No quedamos casi toda la tarde hablando sobre cuando me llevaría, ya que él quería estar seguro de que el camino fuera lo menos peligroso posible para la reina. Pero lo que más le preocupaba era que vieran salir a la reina de la ciudad y en verdad tenía razón. La gente de la ciudad no debe de ver a la reina salir de la ciudad y menos si no es escoltada por gente del palacio. Incluso sería más extraño verla acompañada de un miembro del grupo de caza.

Después de mucho hablarlo le indico que regresara en dos días exactos, por orden mía y para hacerlo oficial le entrego un documento con la petición. El acepta gustoso la invitación.

Cuando se retira yo misma lo acompaño hasta la puerta principal del palacio. Solo están los guardias de palacio custodiando la puerta como siempre, les ordeno que abran y les indico que cuando Diumo regresara solo me dieran aviso a mí y a nadie más, los tritones se limitaron a asentir con la cabeza.

Después de la cena en la cual era más que evidente la ausencia del rey y muchos de los guardias me retiro a mis aposentos con una nueva esperanza en mi corazón, ahora es posible que vuelva a ver a Darius y estar de nuevo con él.

Despierta dormilona - alguien me habla, una voz inconfundible Atlimus. Me levanto y lo saludo, no de buena gana pero lo saludo. Altimus sonríe por mi gesto - ¿qué haces aquí?

Vengo a asegurarme que mi reina paso una buena noche de sueño - explica, media sonrisa se forma en hermoso su rostro. No le doy importancia a su comentario.

Si, dormí bien, ¿y tú? - pregunto por educación, aunque en verdad me tenia sin cuidado alguno, ahora lo único que me importa es que pronto veré de nuevo a Darius. Le devuelvo la media sonrisa.

Acabo de llegar - explica, se sienta en mi lecho y me toma de la mano me siento a su lado. ¿Donde abría estado?

Acaso iría a visitar la tumba de su madre y su padre en el foso de los reyes, porque no lo hizo antes. Acaso querría asegurarse que todos los alrededores estuvieran bien y no hubiera más humanos para asesinar a sangre fría.

¡Acabas de llegar! de ¿dónde? - Lo interrogo, sonríe y aprieta fuertemente mi mano con las suyas - a ¿Dónde fuiste Atlimus? - Vuelvo a preguntar. La curiosidad me atrapa. Me mira por un instante que parece una eternidad mientras gentilmente sostiene mi mano entre las suyas.

ENCADENADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora