Las cadenas de oricalco son delgadas e incluso podrían parecer frágiles, tanto que cualquier movimiento brusco las podría destrozar. Increíblemente son todo lo contrario: son fuertes y pesadas, a pesar de su llamativo y bello color verde brillante. Aprietan fuerte mis manos y mi cuello de donde mantienen aprisionado mi cuerpo. Entre cuatro guardias me mantienen prisionera, y me "escoltan" según Altimus hasta el lugar de la ceremonia. Como si pudiese escaparme.
Lo único que puedo ver delante de mi es a Altimus y Sarer volando juntos, escoltados por otros cuantos guardias reales; Atlimus con su impecable armadura de Oricalco brillando en la penumbra de la noche que nos rodea y Sarer con un hermoso y nuevo ropaje de Miurm color plateado con toques de dorado y violeta, antes de salir de palacio Atlimus mando llamarla al fin ya no sería necesario que ella se cerciorara de que yo llegara a la ceremonia.
No nos perdemos gracias al camino que Atlimus ha delimitado con su poder, ha creado una corriente marina solo para nosotros, gracias a él nos movemos a gran velocidad por el agua. No me esfuerzo mucho en el camino, solo vuelo un poco más rápido cuando los tritones que sostienen el otro extremo de la cadena unida a mi cuello se ha adelantado y me jalan para que los alcance. Por los de mis brazos no hay tanto problema. Muzo no se encuentra entre ellos, se suponía que él seria parte de mi escolta. ¿Sabrá que ya no estoy en el palacio? La cadena vuelve a tirar un poco de mi cuello, muevo mis aletas y me apresuro aunque no quiera. Es doloroso. Incomodo. Humillante.
Jamás en todo el tiempo que he vivido había sentido verdadero desprecio por alguien, ahora creo que tengo dos seres que se lo han ganado y lo peor es que uno de esos dos seres es ó era mi mejor amiga. Ya no lo sé.
Mi padre no apareció. Espero que este bien.
El tubo de agua que forma la corriente de agua creado por Atlimus parece interminable, se extiende hasta donde alcanza mi vista. El agua nos empuja hacia adelante por lo que no puedo detenerme aunque lo desee, sería casi imposible, la corriente es bastante fuerte. Atlimus la creo desde que abandonamos la ciudad, para poder movernos de forma más segura y veloz por las oscuras aguas, hace mucho que pasamos muy encima de la fosa de los reyes pero al parecer aun queda mucho recorrido.
Conforme avanza la noche, nos alejamos cada vez mas de la ciudad me siento cada vez peor estoy cansada. Ver a mi mejor amiga y a triton al cual se supone me uní para toda la vida juntos me hace sentir peor, al menos ellos parecen felices, quien sabe para que me necesiten tampoco me importa mucho. Estoy cansada. Mis aletas comienzan a dolerme un poco, no había pasado tanto tiempo volando ni siquiera cuando iba a visitar a... No había pensado en el, lo había olvidado. No sé si podre volver a verlo después de la ceremonia. Quisiera volver a verlo, decirle que lo quiero, aunque no estoy seguro si él quiera volver a verme después de lo ocurrido, de que lo abandone sin razón aparente. Quizá ahora me odie, yo me odio por ser tan débil. Por ser cobarde y no haberlo ido a buscar antes de todo esto. Tengo que volver a verlo, tengo que verlo, voy a verlo. Debo escapar.
Miro a un lado. El tubo de agua que nos rodea parece denso, apenas se puede ver más allá, forzó la mirada, pero la oscuridad es demasiado profunda para poder ver algo. Ni una criatura se cruzaría por el recorrido de una corriente o al menos una tan fuerte como está, a menos que la necesitara. Aun así decido intentar pedir ayuda.
"Ven conmigo" – pido en voz apenas audible, pero sé que algunos animales así la captan perfectamente – "necesito que me ayudes" – no hay respuesta, quizá no hay ninguna criatura cerca. Miro a bajo, al fondo y vuelvo a intentarlo, con el mismo resultado. Decido esperar un poco. Suerte que los guardias no se dieron cuenta de lo que estoy haciendo – "ataca" – ordeno a quien sea que me escuche pero de nuevo sin resultado. Dejo de hacerlo. Cuando necesitas ayuda más que nunca, nunca hay nadie cerca. Eso le pasó a David, le paso a Diumo, me está pasando ahora.

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ENCADENADA
Genç Kurguuna sirena de cabellos rojos, un amor prohibido por su pueblo por considerar a los humanos peligrosos e inferiores a ellos. cuando el príncipe de su raza la obliga a casarse con ella y mantenerla encerrada ahí descubrirá los secretos de su pueblo...