La calles estaban casi totalmente solitarias, solo se podían apreciar las luces que iluminaban el camino y la luna llena sobre ellos.
Julian cerró los ojos, echó la cabeza para atrás y pensó sobre todo, llegando a la conclusión que toda su riqueza estaba hecha a base del sufrimiento de niñas inocentes. Algo repugnante.
Después de aproximadamente media hora, llegaron a su destino, el orfanato "Hermanas del señor" dominado por la iglesia, contrario a lo que deberían ser, vendían las chicas a un costoso precio, pues la mayoría lucían muy bien y lo que consideraban aún mejor, todavía eran vírgenes.
Los dos salieron del auto y se dirigieron a la entrada, abriendo la puerta sin cuidado alguno, para anunciar su llegada.
Subieron las escaleras y se dirigieron a la oficina principal, donde una monja los recibió gustosa, con una gran falsa sonrisa. Esta les explicó un poco de lo que tenían y después los guió hasta la habitación donde se encontraban todas.
—Están ordenadas por edades, de izquierda a derecha, de menor a mayor, pero ninguna sobrepasa los diecisiete— les dijo una vez que ya se encontraban ahí.
Los dos asintieron y la monja abrió la puerta. Todas las chicas se encontraban en ropa interior, recargadas sobre la pared, algunas con la mirada baja y otras horrorizadas.
Los dos observaron cuidadosamente a cada una de ellas. Después de unos minutos, John se decidió por una de ellas. La pequeña tenía tan solo trece años, alta, de tez blanca y cabello negro, bastante delicada. Los encargados la tomaron y la separaron de las demás.
Mientras Julian observaba, John reclutó otra más, esta vez una chica de catorce, rubia, alta y delgada. Seguro se vendería bien.
La separaron junto con la pelinegra.Julian se dirigió un poco más a la derecha, una chica llamó su atención, por lo que decidió examinarla mejor.
—¿Que tal esta?— preguntó Julian señalando a la chica. Era de estatura promedio, delgada, de cabello castaño y tez blanca. Bastante fina a decir verdad.
—Buen trabajo Jules— respondió John poniendo su mano en su espalda —Chica, ven aquí— ordenó.
La chica obedeció y se separó lentamente de la pared para dar unos cortos pasos hasta quedar frente a ellos.
—¿Qué edad tienes?— preguntó John.
—Dieciséis— respondió mirando al suelo.
—Perfecto— dijo entre dientes —Me llevo esta también — dijo avisando a los encargados, quienes la tomaron con las otras.
Los dos se dieron la media vuelta y se encontraron con la monja recargada en el marco de la puerta.
—¿Eso es todo, Casablancas?— preguntó extrañada, en comparación a las otras veces, ahora llevaba muy pocas.
—Son la mejores, ¿Cuánto le debo?
La monja observó por última vez a las chicas, para definir su precio conforme a su calidad.
—Son veinticinco mil dólares.
—¿No es demasiado solo por tres?— preguntó molesto al escuchar el precio.
—Solo míralas, son finas, seguramente les podrás sacar mucho dinero.
Eso era cierto, solo necesitaban un poco de cuidados para que él las pudiera vender al doble.
—Bien— dijo haciendo una mueca —Aquí tienes.
Le entregó varios fajos de billetes y ella los contó con una maliciosa sonrisa.
—Fue un placer hacer negocios contigo— dijo despidiéndose.
—Igualmente.
Ellos salieron del lugar y se subieron en el Cadillac de nuevo. Por otro lado, los encargados subieron a las chicas en una camioneta, listas para ser llevadas a una de las tantas propiedades que ellos tenían.
Los Casablancas regresaron a casa para poder descansar, pero claro, Julian todavía tenía un poco de remordimiento por lo que había hecho, impidiéndole dormir de buena manera.
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Business Dog (Julian Casablancas)
Fanfiction"Sangre en sus dientes, muerte en sus mentes" ese es el lema de la familia Casablancas.