2. Un nuevo hermano

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Ayer, todos hablamos con Red y le explicamos que estaríamos con él cuando lo necesite. Red nos agradeció por todo y se retiró a su dormitorio a seguir leyendo. Mi hermano siempre fue tranquilo, demasiado pacífico en mi opinión.

Ahora, me despierto y me siento en mi cama. Giro mi cabeza hacia la derecha, donde está la cama de Red. Él no está en el dormitorio, pero eso no me sorprende. Siempre creí que levantarse temprano era una costumbre suya, pero ayer, mamá comentó que Red siente que debe cumplir con una rutina. De lunes a viernes se despierta temprano para ir al colegio, por ende, también debe hacerlo los demás días, aunque no haya clases.

Con mucha pereza y lentitud bajo de la cucheta. Blue tampoco está en la habitación. De seguro es tarde. Siempre me levanto tarde.

Y como siempre, me despierto con hambre.

Camino hacia las escaleras y me choco con Blue a mitad de recorrido. Todavía lleva el pijama y el cabello revuelto.

—Hola, Green... —saluda con una voz similar a la de un zombie. Levanto las cejas como saludo, lo corro de mi camino y sigo bajando. No me dan ganas de hablar apenas me despierto.

Me encuentro con Red en la cocina. Está dibujando. Le apasiona dibujar. Lo hace desde pequeño.

—Buenos días, Green —me saluda como todas las mañanas. Mamá le enseñó, cuando era muy chiquito, que todos los días al despertarse debía desearle a todos los buenos días. Lo sé, porque también nos lo indicó a Blue y a mí.

A él también lo ignoro. A Red no le incumbe mucho. A Red nunca le importó lo que los demás digan de él.

Me preparo el desayuno y me siento a una prudente distancia de él para no incomodarlo. No sé cómo actuar con él y la mayoría de las veces terminamos en pelea. Si hay algo que me sale bien es hacer líos. Mi nombre podría ser «Green problemático». Hago líos sin siquiera proponérmelo. Por si las dudas, intentaré evitar las peleas lo más que se pueda. Red no lo demuestra, pero debe de estar un poco sensible.

Red no habla; yo tampoco. Entonces, solo se escucha el sonido del lápiz de mi hermano sobre el papel y el crujido de la tostada al romperse. Lo escucho conversar un poco con mamá sobre su dibujo.

Me pongo en pie, lavo mis cosas y me voy de allí.

Después de terminar mi ritual de higienización de todas las mañanas, busco a Blue, y para suerte mía, lo encuentro en el escritorio de nuestra habitación leyendo un apunte para el colegio. Blue sabe de todas las asignaturas del colegio (o eso me parece) y es igual de inteligente que Red. Incluso, ambos fueron elegidos alumnos destacados en primaria. Red fue abanderado en una ocasión y Blue fue su escoltado, aunque él fue escoltado varias veces más. En lo único que me destacaron a mí fue en las peleas con mis compañeros.

Me apoyo en el escritorio al lado de él y le pido que me cuente un poco más sobre el asperger, porque siento que estoy en una cuerda floja que flota sobre algo que no conozco.

Blue deja lo que está haciendo, levanta las cejas y se lleva una mano al corazón.

—Nunca creí que llegaría este día —admite con dramatismo. También se saca una lágrima invisible del ojo izquierdo—. Green Jaquet quiere saber algo.

Debí suponer que Blue haría algo así. Si yo soy «Green problemático», él es «Blue sarcástico».

—Dejame de joder —me quejo.

—Espero que no se nuble —dice, mientras mira la ventana atrás mío—. Podrían llover sapos por semejante suceso. Pobres sapos, Green.

Me alejo de él y agarro mi celular. Iré con Google nomás. Tecleo algo rápido en el buscador y me voy de la habitación.

—¿Por qué no hiciste esa pregunta ayer? —cuestiona a lo lejos. No está muy lejos tampoco, de seguro me está siguiendo.

—No se me ocurrió.

Red aparece al frente mío, en las escaleras. Me mira a los ojos unos segundos y se va al dormitorio. Si escuchó algo de los gritos, me voy a sentir un estúpido.

Hola, soy tu hermano, pero estoy buscando información sobre lo que te pasa a escondidas tuyas.

Red se mete en un lugar bastante angosto que quedó entre su cama y el placad. Cabe bien porque es de contextura pequeña. Blue no dice nada más y yo tampoco.

Esa noche, en la cena, veo que a Red le sirvieron una dieta diferente:

—Sin cafeína, sin azúcar, sin cereales y sin gluten —me explica mamá, sin que alguien pregunte—. Dicen que ayuda con el tratamiento. Tenemos que probar, ¿verdad, Red?

Nunca había notado que a Red le costaba manejar los cubiertos, atarse los cordones, e incluso caminar.

—Ya aprenderá a ser él de nuevo —soltó mamá, después de que él se retire de la cocina.

Mamá dice que con el tiempo lo vamos a poder entender. Que es normal frustrarse al comienzo, pero que debemos tener paciencia.

Dale tiempo al tiempo, que todo pasa, nada se queda. Las cosas se mueren y otras nuevas llegan. Hoy fue un mal día, pero ya vendrán más y no serán horribles. 

¿Conocían ese síndrome? Ahora se le dice autismo, aunque pueden ser bastante distintos

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¿Conocían ese síndrome? Ahora se le dice autismo, aunque pueden ser bastante distintos.


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