4. Peleas y sorpresas

770 113 301
                                    

Mi tío se adaptó bastante rápido a la mudanza. Hace dos días que se mudó y ya conoce todos nuestros horarios. Y lo peor de todo es que piensa remodelar algunas cosas.

A Red le cuesta bastante salir de esa rutina tan planificada que tiene. Por ello, cuando nuestro tío nos reúne en el living y dice que la leche va a retrasarse una hora los días lunes porque Red debe comenzar a ir al psiquiatra, mi hermano se vuelve un manojo de nervios que quiere ocultar, pero no puede. Mi tío lo nota, aunque no le presta atención y prosigue con su discurso:

—Tampoco vamos a seguir yendo al supermercado los sábados a la mañana porque ese momento es el único que tengo para planificar mi trabajo. Y, para finalizar, voy a contarles que suelo quedarme despierto hasta tarde para estudiarlos nuevos avances médicos. No lo hago en otro momento porque ustedes tres (en especial Green) son bastante ruidosos y necesito silencio para concentrarme.  

—Red no puede dormir si todos los miembros de la familia no están en sus respectivas camas —le aclara Blue.

Mi tío lo mira como si Blue le estuviera explicando las propiedades de los rectángulos áureos. Guarda silencio y se dirige a Red.

—¿Eso es cierto, Red?

Mi hermano asiente levemente con la cabeza.

Entonces, mi tío comienza a hablar con Red para tratar de convencerlo que una visita al psiquiatra no es tan malo como cree; que la leche de soja puede (y va) a esperarlo hasta que vuelva a casa; y que cada noche va a estudiar en su cama para que Red pueda dormir. Misteriosamente, mi hermano se tranquiliza con sus palabras, detalle que nos deja sorprendidos a Blue y a mí.

Yo, en cambio, no accedo con mucha facilidad a esas modificaciones que se nos presentan. No estoy dispuesto a cambiar algunos detalles (como el hecho de levantarme más temprano los fines de semana), así que decido hacer escuchar mi voz. Argentina es un país libre y democrático, tengo derecho a las quejas.

—Yo no quiero levantarme temprano los fines de semana. Además, te voy avisando que los miércoles y viernes nosotros tres tenemos que ir a la academia de inglés. También espero que no hagas ruido de noche cuando estudiás porque no voy a poder dormir. Y yo suelo jugar futbol algunos sábados, los sábados también voy a guitarra...

—¿Y todo eso a qué viene? —me pregunta mi tío, con una mueca de extrañeza.

—Quiero que lo tengas en cuenta para esa supuesta reorganización horaria.

—Ok... —Toma un papel y escribe algo rápido. Luego se dirige a mí—: ¿Algo más para agregar?

—Sí...—digo para contradecirlo—. Bueno..., no... ¡Pero ya se me va a ocurrir algo!

—Muy bien, señor quejoso, tendré en cuenta su testamento para la reorganización del horario de los Jaquet. ¿Querés agregar algo, Blue?

Blue luce perdido en sí hasta que escucha su nombre. Levanta la cabeza y abre los ojos como si estuviera asustado.

—¿Yo?

—Sí, vos —admite mi tío—, ¿tenés algo para decir respecto al horario?

—Yo..., quiero seguir yendo a violín... Si se puede —mi hermano habla con voz apagada, muy extraña en él, como si estuviera muy triste por algo—. Tendría que ir los sábados a las once... Es una hora nomás...

El Blue habitual, el que conozco, tiene voz decidida y fuerte. Sin embargo, no se le escucha firme ni bromista.

—Blue, no les voy a impedir que sigan haciendo lo que les gusta, mientras esté dentro de los parámetros normales. Espero que ninguno practique brujería o algo así...

Todo por una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora