17. Gripes

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Una semana más tarde amanezco con ataques de estornudos. Me siento muy mal. Mi tío me da como opción faltar al colegio, gesto que agradezco. Las clases se me están tornando demasiado largas, más de lo normal. Bruno me dijo que eso es a causa de la depresión.

La depresión que se manifiesta en todos lados: en mis sueños, en la leche chocolatada, en mi ropa, en el Discovery Kids, en las canciones de Anberlin. En todos lados, porque si hay algo que a la depresión le sale bien es joder en sus múltiples formas.

El tío Ramiro me toma la temperatura. Después de estar sentado media hora, me saca el termómetro. Como tengo fiebre, me hace subir al auto e ir al pediatra.

Rayos.

El médico me revisa entero. Al final de la visita, me dice que tengo un inicio de gripe. Aunque, siendo realista, no hace falta ser muy inteligente para descubrirlo; tengo todos los síntomas: me duelen mucho los músculos y la cabeza, tengo escalofríos todo el tiempo y congestión nasal. Y cuando me desperté, tuve náuseas. Tiene lógica si se sabe que estamos a inicios de la primavera y los cambios de temperatura fueron muy bruscos.

Red y Blue se contagian a los días. Eso es una tortura para Red, porque no tolera estar en cama y sentirse mal; se queja constantemente y se niega a tomar los remedios. Tengo que ayudar a mi tío para que Red ingiera los medicamentos. Blue lo tranquiliza un poco y nos ayuda con eso, hasta que yo también aprendo cómo calmar a Red y yo pongo de mi parte: le decimos que lo entendemos, lo ayudamos a respirar hondo varias veces, lo convencemos de que es lo mejor, que es un sacrificio ahora para sentirse bien después. Mi tío lo abraza, a pesar de que Red se mueve bastante al inicio. Después de unos segundos, siempre se queda quieto, por más que no le agrade mucho el contacto físico. Mi tío nos cuenta que tenemos que transmitirle tranquilidad y la mejor manera de hacerlo es estando calmados nosotros. Blue también me comparte algunas páginas de Google que explican cómo ayudar a alguien con autismo.

El médico nos prohíbe ir a la escuela y el tío deja su trabajo por unos días para ayudarnos. Les comento a mis hermanos que podríamos interrumpir las clases por un tiempo. Blue dice que le da lo mismo. Red no se molesta en ningún momento. No pareció importarle demasiado. Tal vez, ya lo aburrieron un poco.

Un día después de eso, Magdalena, la ex del tío Ramiro, viene a vernos. Nos pide que la llamemos «Magui» apenas entra a la casa. Mi tío se sorprende ante eso porque él no la llamó.

—Solo le comenté que ustedes estaban resfriados —comenta, con una voz tan extrañada como confundida que me da risa.

Magui nos trae chocolates dietéticos para no salirse de la dieta de Red (sin mucha azúcar) y para que no le hagan mal a Blue. Creí que tendrían un sabor feo, pero la verdad es que son bastante ricos y casi que ni se siente la diferencia. También nos trae libros para que leamos. Le comento que no me gusta leer, eso solo lo hace Blue. Entonces, ella se sienta en la silla del escritorio y nos lee un libro de misterio a todos. Blue se queda quieto en su cama y escucha con atención. Al comienzo, yo no tengo ganas de escucharla, pero la historia se vuelve interesante de un momento a otro y me siento al lado de Blue para oírla mejor. Red también se acerca, pero él se acomoda en su cama.

—¿Cómo hiciste para que se queden quietos? —pregunta mi tío, de repente. Nos está mirando con confusión. Pobre hombre, hoy todo resulta extraño.

—Shhh —chito—. Quiero saber quién mató a Elena.

—Es obvio que se suicidó —opina Blue—. Pobre chica —agrega, mientras cierra los ojos como trágico actor.

—Para mí, la mataron —comenta Red—. En las películas que ve Green, siempre matan al más débil.

—Ramiro, no me interrumpas —sentencia Magui, con la misma expresión de seriedad con la que lo saludó la primera vez que la vi en su trabajo—. Los niños quieren saber qué pasa.

Todo por una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora