13. En el escenario del colegio

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No pude hablar con Rosy ese día porque su madre fue a buscarla apenas salimos del colegio y no le pedí su número de WhatsApp. Sin embargo, pasé el día con ella y hablamos de un montón de cosas.

Cuando volví a casa, mi tío me preguntó por qué sonreía tanto. Le dije que yo siempre sonreía. Y él me dijo que no, que desde que llegó a vivir con nosotros, nunca me había visto tan alegre. Y eso me sacó la sonrisa, porque me duele pensar en la posibilidad de que tenga razón. La gente no debería sorprenderse por ver a alguien feliz.

Pensé que, quizás, él estaba exagerando un poco la situación. De igual manera, le conté que había estado hablando con una amiga que no veía hacía mucho tiempo.

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Me tomé mi tiempo para pensar si presentarme o no. Finalmente me decidí a darle una oportunidad a las audiciones, aunque creo que en cierto modo solo es para complacer a los demás. Amo la música, pero eso no pasa de ahí.

Por precaución (pues ya me los veo a todos mis amigos y familiares encima mío con preguntas como «¿y qué vas a tocar?», «¿y cuando vas a presentarte?», «¿y te molesta que te veamos?»), no le confío nada a nadie, salvo a mis dos hermanos, porque son las «tumbas» más «tumbas» que conozco.

Al finalizar la clase del viernes, me dirijo hacia la sala del director. Golpeo la puerta, más decidido que nunca. Cuando veo al director parado frente a mí, con su característica sonrisa seria y su «¿en qué puedo ayudarte, Green?» me entran ganas de salir corriendo. Respiro hondo y, con un poco de dificultad, le cuento mi propuesta. Él se muestra realmente sorprendido, incluso puedo afirmar que jamás lo vi tan maravillado con un comentario venido de mí.

Nunca creí que me dieran el sí, mucho menos después de romper un vidrio del gimnasio con un fabuloso pelotazo al estilo Lionel Messi. Los directivos me aceptaron en la audición y me dijeron que la actuación sería dentro de una semana, es decir, el próximo viernes.

Regreso a mi casa con una sonrisa de oreja a oreja, detalle que mi tío no comprende, otra vez. Blue se pone feliz cuando le cuento la noticia y se dispone a buscarme canciones bien rockeras desde su cama. Por lo menos, así se va a quedar quieto por unos días y va a hacer «reposo».

Durante el fin de semana, lo único que tiene lugar en mi cabeza son las miles y miles de canciones de rock cuyos acordes sé a la perfección. No me decido por ninguna. Red y Blue se ofrecen a ser mi público y críticos (aunque Red me da testamentos de dos horas con argumentos rebuscados).

A pesar que mi intención es mantenerlo en secreto, al lunes siguiente medio colegio se encuentra alegre con mi decisión. Aun así, me parece que la que más se emociona con la noticia es Rosy (y creo que ella fue la que difundió la noticia, estoy seguro).

—¡Green, me enteré que vas a participar en la banda del colegio! —me comenta Rosario al final de un día escolar. Seguro eligió este día para decírmelo porque hoy me vuelvo caminando solo a casa, ya que Red sale en un horario distinto. Ya me encuentro algo lejos del colegio, así que me extraña bastante encontrarla. Además, me había dicho que su madre la pasaba a buscar todos los días...

—¿No te volvías con tu mamá? —pregunto. Ya vemos que se escapó.

—Em... No, en verdad, solo era por unos días...

—Ah... Claro...

Ya vemos de dónde sacó la fama de mentirosa.

—¿Te vas a presentar a la audición de mañana? —me pregunta con timidez. Tiene los cachetes casi tan colorados como su cabello.

Todo por una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora