Capítulo 2

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—Hola—la niña frente a mí esboza una sonrisa, sus cabellos castaños traviesos caen con gracia en sus hombros y sus cristalinos y grandes ojos miel me miran con ternura—¿Cómo te llamas?

Permanecí en silencio, no me gusta que se me acerquen tanto cuando me hablan, digo, es algo incómodo. Me encogí de hombros.

—¿Y bien? —ella se balancea sobre sus talones, sin quitar esa sonrisa de su rostro

Bajé la mirada, soy muy tímido como para completar una conversación sin sonrojarme o sentirme intimidado.

—Vaya—ella suspira y después suelta un par de risas traviesas—eres muy callado ¿cierto?

Jugué con mis pulgares, ahora mismo podría estar en el patio bajo un árbol, viendo como todos juegan mientras permanezco bajo la sombra.

—Hey mira eso—un compañero a mis espaldas le murmura a otro—le está hablando al rarito

Me estremecí, sus comentarios me lastiman. A pesar de ello, la niña no se quitó pese a los llamativos murmullos del resto.

—¿Al menos tienes amigos?

Mi cara se puso rojísima y mis orejas se calentaron, de verdad que tener una lluvia de preguntas por parte de ella no hacen más que provocarme esas ganas de salir corriendo. Negué con la cabeza, no me considero un niño muy sociable, a todo le tengo miedo y para mí, la palabra diversión tiene otro concepto. Uno más tranquilo que solo correr y brincar.

—Pues, ahora tienes una amiga—ella estira la palma de su mano para estrujarla con la mía, al ver que no hago más que observarla, suspira nuevamente y toma con fuerza de mi mano, apretando y agitándola de arriba hacia abajo—Mi nombre es Wendy Kuznetsov, mucho gusto en conocerte niño mudo

—Um...—fruncí el ceño, no se da cuenta de que está dejándome blanca la mano

—Ven, seguro querrás salir un rato de este salón ¿no? —tiró de mi con fuerza, levantándome de inmediato y tirando algunos de mis colores—¡Vamos!

Antes de que pudiera rehusarme, ya me encontraba caminando con prisa tras ella. Es muy brusca y me es imposible zafarme de su mano.

—¡Chicas! —Wendy grita al par de niñas que juegan al avioncito, ambas giran la vista hacia nosotros

—¡Wen! —sonríen al mismo tiempo, alzan las manos saludándola y cuando ven hacia mí, sus sonrisas se disipan—¿Alexander?

Me detengo en seco, tironeando con fuerza para zafarme, me desagrada totalmente que me miren así.

—Oye—Wendy retiene mi huida, jalándome con fuerza—vamos, no tienes nada que temer

Mis ojos se cristalizaron, soy un debilucho, de verdad que lo soy. Las otras niñas se acercan curiosas hacia nosotros.

—¿Sucede algo? —la niña pecosa frunce el ceño

—Es un poco tímido—Wendy sonríe

—¿No era mudo? —la otra niña de cabellos rizados y dorados dice en medio de un murmuro, que incómodo

—Pues, no lo sé, no quiso decirme su nombre...

—Entonces quizá lo sea—responde la niña pecosa—Hola, ¿cuál es tu nombre?

Me parece tonto que si dice que soy mudo me pregunte algo... Y quiera que conteste.

—Wow—la niña rubia traspasa mi ser con su mirada, se acerca demasiado a mí lo cual me pone aún más nervioso—qué bonitos ojos

Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora