En toda la noche no pude concebir el sueño, recibía llamadas a montones por parte de mi tía, le decía que todo estaba bien, que no debía preocuparse por mí. Cuando la realidad es que me sentía hecho mierda, tuve que apagar el celular para no llamar a Evangeline, pidiéndole que no se marchara.
Además de eso, Dayana insistía en abrazarme todo el tiempo, siempre que podía y sin razón aparente. Me sonreía, yo tenía que devolverle el gesto cuando el rostro de Annie se venía a mi cabeza. Mi sábado fue una basura, el domingo en la mañana tampoco fue tan diferente del todo.
Me encontraba en la cafetería, tragándome ese amargo sabor de la cafeína, a medida que raspaba mi garganta peor me sabía, pero no podía dejarlo... se había vuelto un vicio. Me paré y retiré cuando vi a varios estudiantes llegar, reír y carcajearse. Me siento muy podrido y las risas solo me ponen de malas. No hay tantos estudiantes debido a que la mayoría hoy se va de vacaciones... la mayoría menos yo. Camino por los pasillos con las manos dentro de los bolsillos, suspiro y evito a toda costa mirar los jardines, mirar ese árbol de flores rojas.
Apenas subí las escaleras y avancé por el largo pasillo de talleres, me encontré a Dasha estallando en carcajadas junto con otra chica del salón. Ella venía cargando unas cajas, definitivamente era su ropa. Apenas me miró su risa se esfumó de la cara, incluso su sonrisa, tanto que su compañera la miró extrañada y terminó por voltear a verme.
—¿Sabes Nico? —le dice Dasha con una sonrisa —olvidé unas cosas en mi habitación, ¿qué tal si te adelantas? En un momento te alcanzo
—¿Segura? ¿No quieres que te ayude?
Ella niega con una sonrisa y le insiste, Nicole se encoge de hombros, me mira con una sonrisa y se despide con un ligero movimiento de la mano. Digo adiós en voz baja y sigo mi caminata, pero apenas paso a la par de Dasha ella echa una pequeña risa irónica.
—Eres increíble Alexander, en verdad que lo eres
Me detengo en seco y doy media vuelta para observarla. No entendía nada. Deja la caja sobre el suelo y me observa con los brazos cruzados.
—Te creía racional, ¿cómo puedes ser tan egoísta?
—¿Disculpa?
—Evangeline está sufriendo por tu culpa y lo primero qué haces es buscarte a la primera... —hunde sus labios, era obvio que quería maldecir —¡Da igual! Eres muy injusto
—A ver... —le sonreí incrédulamente —¿Injusto? ¿Me llamas injusto? ¿¡Injusto cuando fueron ellos dos los que se besaron!?
—¡Ella no le besó! Fue él a ella, joder Alexander... ¿Al menos te has prestado a escucharla? ¿A ella y Chris? ¡No! Porque eres terco
—¿Y qué debería escuchar? ¿Disculpas tras disculpas? Dasha —mi voz se hace añicos, mis ojos se vuelven vidriosos, cosa que le sorprende e incluso relaja los hombros y el semblante —no es solo eso, créeme... tengo peores cosas ahora mismo, estoy demacrado, cansado, quiero ir tras ella pero no puedo, quiero regresar el tiempo y saber en qué me equivoqué, quiero la amistad de Chris, quiero dormir en mi habitación y escuchar sus chistes malos... pero heme aquí, revolcándome en mi miseria
—Y si es así, ¿Por qué no haces las cosas como deben ser? —se acerca, preocupada y tomando de mis hombros —Alex, Chris de verdad, de verdad está destrozado... Evangeline ni se diga, tienes que hablar con ellos...
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Alexander, memorias de un violinista (#2 Saga Amor entre acordes) EDITANDO
Teen FictionElla es como un violín. Es pequeña y tiene curvas, es delicada y si sabes cómo tocarla, hace un maravilloso sonido. Yo te quiero, incluso negándolo. Incluso dejándote ir, aunque no te pida que te quedes, aunque no vuelva a escuchar tu voz, aunque n...