Capítulo 2

1.2K 59 0
                                    

Julio, 2017

—¡Vaya! Hasta que llegas.

—Lo siento, había tráfico.

Me senté frente a Ingrid, ella ya había ordenado una malteada de fresa y se veía un tanto molesta por mi impuntualidad. Lo cierto es que no ha sido mi culpa el haber llegado tan tarde,  Frida apenas se enteró que venía al Merendero, organizó un plan con su mejor amiga para pasar la tarde en Coyoacán. Y da la casualidad que Frida, mi molesta hermana de catorce años, es la persona más impuntual que existe en el planeta Tierra.

—No puede ser que lleve poco más de una semana en México y tú apenas me dejas verte.

—Lo siento, he estado demasiado ocupada estudiando para mi extraordinario. Aparte Frida se me pegó y se tardó mil horas en arreglar, ya sabes cómo es.

Ella asintió con la cabeza, se ve tan diferente con esas extensiones de cabello que se puso. Y, aunque ya me había acostumbrado a verla con el cabello ébano hasta los hombros, no podía negar se veía increíblemente bonita con el cabello largo y el precioso balayage que le han hecho.

—¿Y cómo sigues? Cuéntame. ¿Cómo te sientes respecto al idiota de Matías?

—No lo sé. Cuando me dejó no sentía nada, absolutamente nada, porque quizás esperaba que regresáramos y solucionáramos todo como siempre.  —Confieso, sin mirarla a los ojos—. Luego vi lo de su relación con Carla en Facebook y lloré lo que no lloré cuando cortamos, esa misma tarde vi a Tristán y se le salió decirme que Matías ya hasta cogió con ella...

—Ese hijo de puta nunca te mereció, eras demasiado para él. —Comenta Ingrid, con molestia—. Durante los cuatro años que estuvieron juntos te hizo llorar lo que pudiste llorar en toda una vida. Además, que no se te olvide todo lo que te hizo sufrir con esa amistad que tuvo con la tal Fernanda, te enfermó de celos...

—No me daba mi lugar, aghh, de sólo recordarlo me hace enojar de nuevo. Creo que sí, eso es lo que siento, encabronada se queda corto para definir lo que me hace sentir Matías. ¡Una puta semana le bastó para ya estarse cogiendo a otra! Siento que si lo tuviera en frente le pegaría dos bofetadas. Ya no me siento triste, me siento enojada. Muy, muy en exceso enojada respecto a Matías.  

El mesero interrumpió nuestra conversación, dejando sobre la mesa mi malteada de chocolate y una orden de papas a la francesa con queso.

—Lo único que realmente me pone triste es que Tristán no me ha llamado desde ese día. —Le hago saber—. Ni siquiera me ha mandado un mensaje para preguntar cómo estoy o algo por el estilo. Eso realmente duele.

—Era obvio que lo iba a elegir a él. —Ingrid parece molesta—. Por más idiota que Matías sea, es su mejor amigo... Y lo sabes.

—Sí, pero realmente creí que éramos buenos amigos. No por Matías, sino porque nos caemos bien, ya sabes, demasiados años... No lo sé. Extraño como no tienes idea a Tristán. 

Ingrid entonces robó una de mis papas, metiéndosela a la boca antes de regresar a nuestro tema de conversación.

—Ambas sabemos que por más pendejo que esté Matías, Tristán siempre lo va a preferir. Es su mejor amigo, no puedes hacer nada. Lo mejor es que renuncies a él también.

—¡Ahhh! —Recargué mis brazos sobre la mesa, llevando mis manos a mi cabeza, soltando un largo suspiro—. Mi vida se está cayendo a pedazos.

—¿Por el pendejo ese?

—No. Pero todo me ha salido mal desde ese día, reprobé fisicoquímica, casi choco la semana pasada, no lo sé...

Tomé mi malteada en silencio, mirando a Ingrid a los ojos, rogándole que cambiara el tema de conversación. Realmente no quería hablar de Matías, bastante he pensado en él durante las últimas semanas y esperaba que hoy fuera la última vez que su nombre se meta en mi cabeza.

Solo te quiero para mí  [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora