Capítulo 24

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Creo que no había nada que disfrutara más que las vacaciones de invierno, sí, probablemente las disfruto incluso más que las de verano. Y mucho más ahora que he aprobado por fin fisicoquímica, por fin me he quitado ese dolor de cabeza de encima. ¡Por fin podré olvidarme de estudiar hasta tarde y de todos esos apuntes que me la pasé haciendo en el verano!

Aventé mi mochila a la cajuela y apenas subí al auto lo puse en marcha, lo único que quería era salir de aquí y olvidarme de una vez por todas de este semestre. Además, había quedado de verme con Ingrid en la Condesa, vamos a ir a este lugar fabuloso que descubrió en Instagram, un bar arriba de una galería de arte contemporáneo y yo, ya tenía muchísimas ganas de verla y tomarme una copa de lo que sea con ella. Creo que ya nos debemos una plática cara a cara, no es lo mismo por mensajes y yo muero por contarle cómo me he sentido las pultimas semanas, creo que debemos ponernos al tanto con muchas cosas.

Fui puntual a la cita. Reconocí de inmediato el beetle amarillo de Ingrid, ella estaba ahí dentro con la ventanilla hasta abajo, pintándose a los labios mientras se miraba al espejo. Siempre ha tenido un estilo particular para hacerlo, viéndose como toda una diva, se metía tanto en ponerse el maquillaje de una forma casi perfecta que ni siquiera se dio cuenta cuando me estacioné en paralelo detrás de su auto.

Le toqué el claxón. Tan fuerte que pude ver cómo brincó del susto, me mostró el dedo medio por la ventanilla de su auto y después subió la ventanilla, mientras yo jalé el freno de mano. Una vez que nos bajamos de nuestros respectivos autos, corrimos para abrazarnos con muchísima fuerza, como siempre solemos hacerlo. Fue cuestión de segundos para que ambas camináramos hacia el parquímetro para pagar y tomar el ticket que pondríamos en los limpiaparabrisas.

—¿Tan ocupada estuviste con Gabriel que no tuviste tiempo de responderle los mensajes a tu mejor amiga?

—¡Ay no! Bueno fuera que hubiera estado ocupada con Gabo, mi mamá me llevó a Hidalgo. Estuve incomunicada toda la puta semana, no había internet, no había señal... ¡Nada! Me llevó en medio de la nada a casa de la hermana de su novio.

—¿Por qué? —Cuestiono, ante su rechazo exagerado.

—Porque dijo que he pasado demasiado tiempo en la ciudad y que necesitaba conectarme con mi yo interior y no sé qué tantas mamadas. Lo que yo necesitaba era verte, salir con amigos y ver a Gabo, no irme en medio de la nada.

Caminamos un poco más, en realidad, yo solo la iba siguiendo. Ella sabe en dónde se encuentra aquel lugar al que me quería llevar y al parecer, ha sido cuestión de caminar unos cuantos metros para poder encontrarlo.

—¿Y luego no te conté? Mi mamá está obsesionada con Jorge Marín, ha convertido toda la casa en una galería como esta. ¡Si te dijera cómo está ahora! Llena de hombres pájaro de todos los tamaños que te imagines. Así como estos.

Dice, señalando con la mirada una de las peculiares esculturas. Yo solo la seguí por el pasillo largo que llevaba hacia las escaleras de madera y subí detrás de ella, por fin hemos llegado. Pidió una mesa para las dos y fue cuestión de minutos para decidir qué íbamos a tomar: mojitos, sí, eso necesitábamos.

—Mi mamá está como no te lo imaginas, desde que sale con ese dude en serio que está cambiadísima. Ahora medita y ama el silencio, por eso me llevó a Hidalgo a esa casa... Imagínate estar en un lugar así de silencioso. Mi mente me estaba matando.

—Pero ya estás aquí, tranquila. Estamos aquí con mojitos y pronto estarás con Gabriel.

—¡No sabes cuántas ganas tengo!

—¿De verlo o cogértelo?

—Ambas. —Confiesa—. Las fotos están cool y todo el sexting también, pero ya es hora de dar el siguiente paso. Vamos a salir mañana, vamos a ir al acuario y de ahí voy a ver si vamos a otro lado, ya sabes, más privado.

Solo te quiero para mí  [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora