Cada que estoy con Matías el tiempo se me va volando y esta noche no fue la excepción. Llegué a casa dos horas y media después de lo acordado y las cosas se complicaron más de lo que pensé. Mi mamá estaba más que molesta que en la mañana y a mi papá no le ha gustado nada que me he saltado lo que establecimos en el despacho antes de que saliera a ver a Matías. Han mandado a Frida a su habitación y nos hemos reunido en la sala, yo estoy en el sofá frente a ellos esperando la sentencia, ¿qué me dirán ahora? ¿Qué me he convertido en una rebelde sin causa que no respeta las reglas? Eso ya lo he escuchado mucho últimamente.
—Ves, Bernardo. Ves cómo es tu hija, quién sabe en dónde estaba. Quedamos a las ocho y ve qué hora es. Tú no eras así Anette, tiene un año que cambiaste, desde que conociste a Daniel no respetas lo que decimos tu padre y yo y rompes las reglas de esta casa.
—Mamá, ya tengo diecinueve años, veinte en unos días. Ya no tengo la edad de Frida.
—Mientras vivas en esta casa, vas a respetar nuestras reglas. Necesitas bajarle dos rayitas a los berrinches. Ya se te hizo costumbre eso de tomar el auto cada que los haces y largarte a quién sabe dónde. Como ahorita, quién sabe de dónde vienes y no ni quiero imaginarlo por cómo traes el cabello.
Mi papá me miraba intentando de alguna forma decirme que debo manterme en silencio, he entendido, no quiere que le responda más a mi madre para no hacer esto más grande. Quiere que me quede sentada, callada y escuchando, escuchando todo eso que mi madre tiene que decir a pesar de que ya lo he escuchado antes. Ya no le gusta que ya no sea la Anette que se quedaba en casa estudiando y acatando reglas, le echaba la culpa a Dan de ese cambio, decía que por su culpa empecé a desafiar las reglas de la familia y que todo empezó cuando decidí salirme para ir a ayudar a clasificar medicamentos sin permiso. Culpaba a Dan de hacerme salir todos los fines de semana y llegar tarde, a pesar de que hace mucho Daniel dejó de formar parte de mi vida.
Además, para agregarle más drama a esto, tenía la idea de que me drogaba y no sé de dónde sacó eso. Y... en pocas palabras, me ha dicho que soy demasiado fácil por tener relaciones sexuales, porque encontró un par de condones en uno de mis cajones. ¿En qué siglo estamos? ¿Por qué le da tanta importancia a mi virginidad? Es mi cuerpo, yo decido con quién estoy y ser «demasiado fácil» por tener relaciones sexuales no es una etiqueta que me quede, ni una etiqueta que otra mujer debería tener. Solo he estado con Matías hasta ahora y desde nuestra primera vez, estuve consciente de que quería hacerlo porque es mi primer amor.
—Basta Carolina. Estás hablando de más, Anette ya tuvo suficiente y creo que le debes una disculpa.
—Ella nos debe una disculpa a nosotros.
—No. Tú se la debes a ella por lo que pasó en la mañana. —Le pide mi padre, con un tono de voz bastante glacial, algo raro en él—. Por favor, que ya es tarde y todos tenemos que descansar para laborar mañana.
—Lamento haberte hablado así en la mañana.
—¿Y lo de ahorita? —Cuestiono.
—Debes acatar reglas mientras vivas aquí así tengas quince o veintisiete. Mientras estés bajo este techo, vas a hacer lo que te pidamos.
—Okey, ¿me puedo ir ya?
Mi papá me dejó ir, ya era tarde y todos necesitábamos descansar en esta casa. Subí por la escalera y fue entonces que vi a Frida correr hacia su habitación, seguro que se ha quedado escuchando todo lo que conversé abajo con mis padres como es su costumbre, pero hoy ya no tenía ganas de reclamarle nada a mi hermana. Solo quería llegar a mi habitación, me siento demasiado agotada.
Matías Licea: ¿Cómo te fue? ¿Te regañaron mucho?
Anette Ibarra: Un sermón enorme por parte de mi madre. Mi papá no dijo nada como siempre, me siento muy cansada.
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Solo te quiero para mí [1]
Teen FictionDespués de que Matías termina su relación de años por mensajes de texto, Anette decide darle una segunda oportunidad al amor con Daniel, un chico que termina por revolucionar su vida. Un nuevo amor, un amor del pasado y algunos dramas de por medio...