Capítulo 38

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No me gustaba la persona en la que me estaba convirtiendo, pero no podía controlarme. No entendía en qué momento mi mundo comenzó a girar 24/7 alrededor de Matías, ¿qué hacía? ¿En dónde estaba? ¿Cuál era su última conexión? ¿Por qué tardaba tres horas en contestar? ¿Con quién estaba? Me había convertido en una versión bastante tóxica de mí, de Facebook a Instagram, de Instagram a WhatsApp, ver qué es lo que hace Matt se ha convertido en mi obsesión los últimos días y eso comenzaba a ser demasiado agotador.

Anette Ibarra: Tú y yo, cine mañana. ¿Quieres?

Matías Licea: Me gustaría mucho pero ¿recuerdas a Richie? El chico que te presenté el día del curso de oratoria.

Anette Ibarra: Ajá, ¿qué tiene?

Matías Licea: Me invitó a hacer voluntariado mañana y no sé a qué hora vayamos a terminar. ¿Podemos dejarlo para el domingo?

Bloqué el celular, meditando un poco. No entendía porque Matías no quería salir conmigo, ¿acaso no es así como funciona? De lunes a viernes estamos lejos pero los fines de semana debían ser nuestros, así funcionó durante cuatro meses con Daniel. ¿Por qué me sentía así? ¿Por qué sentía que estaba tras de él rogando por un poco de atención?

Anette Ibarra: Hola, ¿tienes plan para mañana?


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Había quedado de verme con Oliver en Oasis para platicar un rato. No era el plan que realmente quería para hoy pero no me ha quedado de otra y no quiero quedarme en casa haciéndome mil ideas y armando mil escenarios hipotéticos en la cabeza. Pensé que si salía un rato de casa podría dejar de stalkear a Matías aunque sea un momento, tal vez mantenerme distraída con cualquier otra cosa que no fuera mirar su última conexión y preguntarme hasta qué hora pensaba hablarme es algo que realmente necesito.

—Ann, ¿me estás escuchando?

—Sí, sí.

—A ver, dime, ¿qué te dije?

En realidad no le había puesto atención en lo absoluto. No entendía qué mierda me sucedía, ni porque me sentía de esta manera, ¿en qué momento mi mundo comenzó a girar alrededor de él?

—Lo siento, ¿puedes repetirlo?

—Te estaba diciendo que es probable que me cambie de trabajo porque el proyecto en el call center ya no me está gustando ni el ambiente y que me están empezando a cagar mis compañeros.

—Oh... Pues si ya no te sientes cómodo, hazlo.

Vi a Oliver a los ojos, esa mirada, no le gustó para nada mi respuesta y creo que fue demasiada desinteresada de mi parte.

—Quiero decir, creo que es importante que te sientas cómodo en el trabajo, finalmente, pasas demasiadas horas ahí. Si eres infeliz, ¿por qué seguir?

Solo te quiero para mí  [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora