Capítulo 16

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La oscuridad abarca lo que hay hacia adelante, y abarca lo que han recorrido y dejaron atrás. Susurros inentendibles se abren paso entre la oscuridad, dejando a los jóvenes con un agrio sabor de lo que les precede más adelante, pero por más ideas que se hagan, nunca pasa nada, aunque los ductos de ventilación no dejan de ser escalofriantes.

De la nada, un ruido extraño los hace despertar y alertarse más de lo que ya están, son garras que chocan contra el helado metal que envuelve el lugar. Parece acercarse de una manera rápida. "Son las crías de una de esas cosas", piensa Crystal que a su vez se voltea de manera brusca y obliga a Dían a dar la vuelta también. Se siente vulnerable al estar de las últimas, siente que de pronto sus pies serán aprisionados por garras y unos afilados dientes morderán sus carnes. De alguna manera Dían se desvía y da vuelta hacia la derecha, donde hay otra extensión del ducto. Ambos intentan alejarse de aquel ruido que se acerca a gran velocidad. Es complicado intentar no ser detectados cuando al mismo tiempo deben moverse rápido.

De la nada Dían se queda quieto.

—¿Qué haces? —susurra desesperada—. Muévete o ambos moriremos.

—Hay una rendija rota, y es muy grande para pasar por encima.

Pero parece ya muy tarde, los leves rasguños de las garras en la lata están muy cerca, Crystal observa a su asesino, de alguna manera quiere ver a los ojos a su asesino, al que le quitará su vida. Quiere encontrar los ojos de la criatura que la asesinará, aunque sea pequeña seguro que es muy letal. Pero se siente decepcionada al ver a una pequeña rata cruzar corriendo frente a sus narices, la pequeña rata olfatea el aire y se queda viendo a Crystal con cara confundida.

—¿En serio? —Crystal se enfada consigo misma al ser tan torpe, pero las circunstancias, la constante tensión no la dejan pensar bien, casi no la dejan respirar.

La rata olfatea el aire, sintiendo el aroma de Crystal y Dían.

Dían suelta una risa ligera.

—No te muevas—suelta en tono burlón—, quizás nos parta por la mitad.

—Gracioso—refunfuña Crystal.

Como si de arte de magia se tratara, la pequeña rata desaparece, soltando un ruido agudo que dura unos cuantos segundos. Suena como si algo la apretara, y es cuando Crystal y Dían saben que algo ya no anda del todo bien, saben que algo mató a la pequeña rata, que la rata está siendo devorada, y que el causante de eso estaba doblando la esquina del ducto. El sudor nuevamente se hace presente, las manos de ambos tiemblan, y aunque se escucha crujir los pequeños huesos del pequeño animal, Crystal se niega a pensar que están en peligro otra vez, se escucha como la sangre o la saliva de la criatura se chorrea por la lata del ducto, se escucha como goza la sangre entre sus dientes, y el sonido de su lengua contra su deformado paladar hace ruidos asquerosos, como si comiera con la boca abierta.

Misterios Profundos [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora