Tenía la mejor suerte de todas, amigos que me querían, una familia perfecta, me amaban, no era malo ser yo. Estuve más contenta de ser yo cuando gané un premio para ir a un viaje en crucero con mis cinco mejores amigos. Las que parecían hermosas e i...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Hay un botón—dice Feith siguiendo los sigilosos pasos de Crystal—. Es rojo y dice en letras grandes "EMERGENCIA", así que hay que buscar una forma de llegar a él sin que nos coman vivos.
—¿Por qué? —indaga Crystal.
—Está plagado de monstruos.
—Qué bien—Crystal patea una caja mientras camina demostrando su enojo.
—¿Ese es el lugar del supuesto portal? —indaga Dían adelantando a las dos jóvenes.
Delante de ellos se levanta un prominente cristal, más bien vidrio blindado que encierra una especie de anillo gigante, del porte de una rueda de un camión monstruo, parece tener un sistema de control complicado. Como habían dicho los demás, del portal sale una especie de humo, más denso que el normal, pero más ligero que un ectoplasma que flota y sale a una superficie que da a la boca del volcán.
Los cinco supervivientes se asoman por las ventanas, no dejándose ver por las criaturas que ahí asechan. De alguna manera Crystal se siente incrédula, como si hubiera caído en una mentira absurda, se siente como si hubiese tenido que haberlo sospechado desde el principio, se siente como cuando Dagobert le contó la historia de Dían y Amber. Dios, cómo extraña a Amber, aunque le hubiese mentido, la necesita, y necesita su calor corporal y su aroma a lavanda tan familiar que la acompañaba en momento difíciles.
—Allá está el botón—señala Greg apuntando haciendo sonar su dedo con el cristal—. Es ahí donde debemos llegar.
El botón, para la mala suerte de ellos, se encuentra dentro de la cúpula donde está el portal, y lamentablemente es el lugar que más monstruos tiene. Las criaturas son diferentes, algunas ni siquiera las habían visto rondando en la isla. Las manos de Crystal sudan al contacto con el vidrio de tan sólo pensar que podrían morir tratando de entrar ahí.
—¿Cómo los sacaremos de ahí? —la voz de Crystal parece segura y firme, aunque ella sabe que por dentro muere de nervios y de miedo de perder a alguien más.
—Hacer ruido, algo—musita Mason—. Quizás si dejamos a algo haciendo ruido lo vayan a buscar.
Se levantan del suelo, intentando buscar el camino que los lleve a un lugar más cercano a la puerta de la cúpula, que se encuentra abierta. De un momento a otro el olor a putrefacción se esparce por el aire, los cuerpos muertos y mutilados aparecen frente a sus ojos al dar vuelta en una esquina. Crystal siente la bilis en su boca y de la nada explota en vómito mientras cae de rodillas al suelo. Su vomito cae al vidrio que tiene en frente, y lentamente lo mira descender vidrio abajo.
—Hey—dice Greg—. Un hacha de emergencias.
Saber que uno de sus amigos tiene un arma para defenderse, o para defenderlos, la calma un resto, pero el revoltijo de emociones y nervios se le acumula en el estómago y viaja hasta su garganta.