Capítulo 10

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Mentir, es algo que Crystal no conoce, pero estando en esta isla es imposible no mentir en ciertas cosas, algunas cosas del pasado están saliendo a flote y, sin autoridades, algunos supervivientes serían capaces de matarse entre sí. Si le dice a Dían lo que verdaderamente le pasaba, quizás muera alguien, y es lo que quiere evitar, suficiente tiene con el remordimiento de no haber aprovechado mucho tiempo con Miguel, no se puede dar el lujo perder a alguien más.

Durante el transcurso de la tarde, reunieron frutas y comida, unos cuantos cangrejos y pescados, la comida no es problema, y sacar agua de los cocos no es problema tampoco, el gran cuchillo y el machete de Landon abren fácilmente los cocos para beber su contenido.

—Dios, aún tengo sed—musita Amy que está tendida en una de las camas del yate.

—Pero si ya bebiste tres cocos—resopla Amber—, hay que guardar en caso de que escaseen y nos quedemos aquí un largo tiempo.

—Sólo quiero uno más y ya—­Amy se para y comienza a subir las escaleras de mala gana, como si su madre la hubiera regañado y no tuviera más opción que subir a su habitación, sólo que ahora es una isla llena de desconocidos peligros.

—Espera—exclama Crystal, que salta de una de las camas que compartía con Dían—, yo te acompañaré—Crystal sigilosamente saca el cuchillo de caza que está situado debajo de su almohada.

—Yo también quiero ir—Feith salta de entre unas cajas—. Necesito algo de aire.

—Bien—Amber resopla de mala gana—. Será una excursión de chicas entonces.

—¿No necesitan que alguno de nosotros vaya? —indaga Walter.

—Tranquilo, bebé—suelta Amy—. Ya no somos unas niñitas.

—Sí pudieron asesinar a Miguel, igual podrían matarlas a ustedes—suelta Dagobert apuntando sus celestes ojos hacia Crystal.

—Miguel estaba débil, había perdido mucha sangre y no podía caminar—contraataca Crystal molesta—, no mezcles las cosas.

—Parece que no aprendiste nada de lo que nos ocurrió, Crystal—murmura Landon. Crystal lo oye, pero hace como que no escuchó nada.

Los hombres del grupo guardan silencio mientras las mujeres salen del débil y corroído yate. El aire de afuera es fresco, más helado de lo que esperaban. Crystal saca un saco vacío que encuentra en la cubierta de yate y piensa que será de mucha utilidad para trasportar más fruta al yate, mejor que sobre a que falte.

—¿Llevan armas o algo? —indaga Amy—. No quiero ser la presa de esas cosas.

—Llevo mi cuchillo de caza—Crystal lo enseña orgullosa.

Misterios Profundos [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora