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Los árboles se movían de forma violenta. Una gran tormenta parecía estar acercándose y me erizaba la piel a medida que el viento soplaba. No traía abrigo ni remera, solo un pantalón militar roto y botas gruesas que mantenían mis pies calientes.
Estaba en medio de un bosque.
Escuchaba gritos que pedían ayuda como un eco desde muy lejos, pero proveniente de todos lados. Miraba a mis costados buscando una forma de encontrar la dirección en la que correr, pero solo me encontraba más confundido al darme cuenta que no solo era una voz pidiendo ayuda; eran muchas.
Los gritos se hacían cada vez más fuertes. El viento se volvía silencioso a medida que las voces se desesperaban intentando indicarme hacia donde dirigirme, sin éxito alguno.
Comencé a correr en una dirección cualquiera con la simple idea de buscar una salida y encontrar, de alguna forma, ayuda.
Los crujidos de ramas sonaban bajo mis pies como huesos rotos y era tan irritante que me tape los oídos. Corrí con las manos sobre mis orejas y, al cerrar los ojos, me di cuenta que todo se silenciaba. De a poco, los gritos se volvían voces que lentamente se apagaban y las ramas solo eran pequeños ruidos, como al pisar unas hojas. Ya nadie me gritaba ni esperaba nada de mi. Sonreí y sin miedo, abrí los ojos.
Me sorprendí al encontrarme a mi mismo en otro lugar; otra historia. Vaqueros negros, chaqueta y un arma de fuego colgando de su cinturón. Tenía las manos frías y parecía ser otoño, o invierno. Estaba en una feria llena de gente. Éstos, que parecían ciudadanos colaborando con la comunidad, saludaban con la cabeza y lo miraban con respeto, como si fuera alguien con poder, pero de pronto, la imágen cambió.
Estaba en el mismo lugar, pero a mi alrededor todo era silencio, miedo y muerte.
La gente que me había saludado se encontraba en el piso, sangrando, y yo tenía el arma en la mano. Podía oler el plomo. Abrí los ojos como platos e intenté gritar para detenerme y dejar de lastimar a la gente sin motivo, pero me encontré a mi mismo silenciandome. "Si gritas, puedes hacerlo peor, Ty." Me susurraba. Callate, Penny, callate.
Pero Penny no quería callarse.
"Los has matado a todos" "¿Piensas que esto es un sueño?" "Huele la sangre, Tyler".
Grité, grité tan fuerte como mis pulmones me permitieron y volví a cerrar los ojos por accidente. No quería despertar en otra escena. No. No.
"¿Tyler?" No. No.
"¡Tyler!" No volveré a abrir los ojos.
"¡Ty!" Los abrí.

Josh me miraba arrodillado a mi lado, agarrando mis hombros con los ojos como platos. Sollozaba a mi ritmo y acariciaba mi mejilla para calmarme.
Me levanté de golpe y me agarré la cabeza. Me toco la mejilla y pareció secarla con su pulgar. Estaba llorando sin darme cuenta; lloraba como un niño asustado y me temblaban los labios. No podía hablar ni pedirle que por favor me diga que no estaba metido en otro sueño.

"Estoy aquí, Ty." Murmuró arrodillado al costado de la cama. "No te soltaré".

Se puso de pie, se sentó a mi lado y al cabo de unos segundos, estaba rodeando mi cuerpo con sus brazos, silenciando mis sollozos al ritmo de sus caricias.

UNA ROSA CONDENA [Joshler] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora