❥ Vigésimo noveno capítulo

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JungKook

Tal y como lo presentí, hubo una discusión demasiado fuerte al llegar a casa. Mi padre gritó y esta vez no logré quedarme callado, al contrario, le dije todo lo que tenía guardado en mi interior.

Me has arruinado la vida.” Esas fueron las palabras exactas que grité con todo el odio y rencor que tuve guardado por casi un año. Mis padres se quedaron callados y HaNeul comenzó a llorar. No le hice caso a nadie y salí corriendo de la sala de estar, al igual que de la casa. Quería estar lejos de todos lo que colaboraron para quitarme a mi primera y única felicidad: mi hijo.

Me mantuve en el auto durante toda la noche y haciendo llamadas al detective que solía traerme información de JiMin, logrando así saber la dirección del departamento de este y su esposo. A la mañana siguiente me dirigí hacia el lugar y bajé del auto a toda prisa. El edificio era muy lujoso e incluso contaban con guardias por muchos lados, algo que me dificultó la entrada, pero que no me impidió llegar al departamento.

Mordí mi labio inferior con mucho nerviosismo y retirando todo el aire que había en mis pulmones mediante un suspiro, me decidí a tocar el timbre. No recibí respuesta por lo que volví a tocar, esta vez se lograron escuchar pasos desde adentro y a los pocos segundos la puerta ya estaba siendo abierta, pero lo que vi no me agradó del todo. El debilucho que abrazó anoche a JiMin estaba cargando a mi hijo. Él al verme frunció su ceño y reforzó el agarre en el cuerpo de mi bebé.

— ¿Dónde está JiMin y por qué tienes a mi hijo en brazos? — pregunté, aunque en realidad lo que quería hacer era despojar al bebé de sus brazos y golpearlo. El rió. Me enojé aun más.

— Yo te preguntaría lo mismo, pero ya sabemos la respuesta, así que mejor lárgate.

Miré por sobre su hombro, ignorando por completo sus palabras y buscando con la mirada a JiMin, mientras mis manos estaban hechas puños. Agradecía mucho el hecho de que este idiota cargara a mi hijo, pues si la situación hubiera sido diferente, ahora mismo lo tendría en el suelo.

— ¡Quiero ver a JiMin y quiero que sueltes a MI hijo! — grité.

— ¡No puedes llamar hijo a JungHyun cuando ni siquiera estuviste presente en los nueve meses de gestación o en su nacimiento! — me gritó por igual.

— ¡Véte al demonio! ¡Es mi hijo aunque no lo quieras creer y más te vale dármelo! — le grité por igual, con la diferencia que en esta ocasión extendí mis brazos y trate de quitárselo, acción que despertó a mi hijo y lo hizo llorar.

— Es mejor que te largues antes de que llame a seguridad — dijo él, mientras acunaba a mi bebé en su pecho. Quería ser yo el que lo calmara en su llanto.

Abrí la boca, tratando de decir algo, pero fui interrumpido por JiMin, quien se atrevió a aparecer. Lo miré al igual que al debilucho que cargaba a nuestro hijo.

JiMin fijó su vista en ambos y al escuchar el llanto del bebé, lo cargó y meció en brazos.

— Creo que tú no perteneces a este cuadro familiar, así que te pido nuevamente que te retires y ten cuenta que estoy siendo amable.

— No. —  se atrevió a hablar JiMin. — YoonGi, yo hablaré con él... a solas.

El tal YoonGi me miró mal, pero asintió con un bufido.

— JungHyun es un muy bonito nombre — mantuve mi vista en el bebé, mientras decía aquello. — Realmente es muy bonito — traté de acariciar su cabecita, pero JiMin se alejó.

— ¿Qué quieres?

— Verlo — dije sin pensarlo dos veces. — Quiero conocerlo, pasar tiempo con él y aprender a ser un buen padre.

Mi mirada seguía fija en el pequeño cuerpo de mi hijo y en la manera que JiMin lo aferraba a su pecho.

— Puedes hacer eso con tu nuevo hijo, pero con el mío no. — su voz fue firme. Al levantar la mirada y dirigirla al rostro del padre-madre de mi hijo solo pude ser víctima de su seriedad y frialdad. JungHyun ya se había calmado e incluso ahora apretaba la pijama de JiMin con sus pequeñas manitas. — Si eso es todo lo que tenías que decir es mejor que ya te vayas. Necesito alimentar y cuidar de JungHyun.

Bajé la mirada y negué. — Se nota que jamás cambiarás. Siempre serás aquella zorra que se mete con uno y otro hombre. ¡Siempre serás una gran puta! — grité, levantando la mirada y desviándola al instante por el golpe en mi mejilla.

JiMin estaba aguantando las lágrimas y su vista yacía cristalizada. El bebé había comenzado a llorar en sus brazos y él solo se mecía de un lado a otro, tratando de calmarlo.

— Tú no entiendes nada, JungKook.

— Claro que lo entiendo — dije, mientras apoyaba una de mis manos en la zona golpeada y ahora roja. — Te duele que te digan la verdad, te duele que te digan que eres una puta y que ese idiota es tu amante.

— ¡NO! — gritó, asustando más al bebé. — No entiendes ¿cierto?... Yo sí logré cambiar, cambié por nuestro hijo, porque este pequeño angelito no se merecía la vida que yo recibí. Cambié y no fui un cobarde como tú, que escapó del problema al darse cuenta que embarazó a un homosexual, no me deshice del bebé como tú pensabas hacerlo al mandarme esos cheques.

— Te di el dinero para que tuvieras una mejor vida junto a mi hijo — expliqué. Él negó mientras dejaba caer sus lágrimas.

— No JungKook, yo no necesitaba de dinero.

— Claro que no lo necesitabas. — reí con mucha obviedad y mirando el pasillo lujoso. — Si tu amante te daba todo.

— ¡Demonios! ¡cállate! — JungHyun no dejaba de llorar y por más caricias que JiMin le proporcionaba en su pequeña espalda este no se calmaba. — YoonGi es mi esposo, es la persona con la cual decidí unir caminos, no es ningún amante, ni nada de esa mierda que piensas.

Ambos nos quedamos callados después de aquella confesión, el llanto de nuestro hijo era el único ruido que se escuchaba.

— Yo lo siento — susurré con arrepentimiento. — Yo solo quería darte una buena vida y...

— Yo no quería una buena vida, JungKook, no necesitaba de tu dinero, solo te necesitaba a ti.

Me sentí culpable de inmediato. JiMin ya había logrado calmar a JungHyun y ahora me miraba, esperando una respuesta. Una respuesta que nunca llegaría.

— Yo regresaré y recuperaré a mi hijo — fue lo único que dije antes de encaminarme hacia el ascensor.

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Segunda oportunidad
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Al llegar a casa, me encontré con ambulancias estacionadas al frente de esta. Me asusté de inmediato, pensando en que tal vez le había ocurrido algo a mis padres, pero grande fue mi sorpresa al ver como sacaban a HaNeul, que no dejaba de gritar y llorar, en una camilla y con las sábanas blancas manchadas de sangre.

Mis ojos se abrieron en par y observé cómo mi madre lloraba y seguía a los paramédicos. No hice nada más que seguirlas y preguntar qué estaba ocurriendo.

 No hice nada más que seguirlas y preguntar qué estaba ocurriendo

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 Segunda Oportunidad ❀ Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora