❥ Vigésimo primer capítulo

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JiMin



YoonGi no era el esposo que alguna vez deseé, tampoco el hombre de mis sueños, pero a pesar de todo eso, él era alguien que no había huído ante los problemas y menos ante mi embarazo, convirtiéndolo en una de las personas más especiales para mí. Claro que tenía en cuenta el hecho de que su "apoyo incondicional" era solo por un contrato y no porque en realidad quería hacerlo. Sin embargo eso no afectaba el hecho de haberle tomado más cariño del que alguna vez me pudieron entregar... y al verlo con ese chico en nuestra cama, la cama en la cual dormíamos y compartíamos alguna que otra conversación, era algo muy duro para mí. Yo lo quería como a un hermano mayor, pero él solo lograba dañarme algunas veces y hacerme llorar en otras.

Al salir de mi pequeño shock, noté que aquel extraño me sonreía mientras seguía metiéndosela a YoonGi. No lloré, no tenía una razón para hacerlo, por lo que solo opté por salir de aquella habitación y dirigirme hacia la sala de estar.

Me senté en uno de los sofás y observé la ecografía, esperando que ellos terminaran. Al comienzo fue algo incómodo escuchar como mi esposo gritaba y gemía, pero a los pocos minutos eso se detuvo.

Con dificultad me puse de pie y volví a caminar por el pasillo para llegar a la habitación. Iba a entrar cuando YoonGi salió con una sonrisa en el rostro, gesto que se desvaneció al verme.

— ¿Qué haces aquí, mocoso? — Lo observé de pies a cabeza, solo llevaba unos pantalones que claramente no eran suyos. Él suspiro y tomó de mi antebrazo con fuerza para llevarme, nuevamente, hacia la sala de estar. Al estar ahí me soltó, casi empujó hacia el sofá. — Tú no viste nada ¿¡Me entiendes!? — Negué con la cabeza. — Mira, mocoso, yo nunca te amé o te juré amor eterno para que me vengas a llorar como una niñita, así que mejor ahórrate tu discurso de esposa engañada y vete por ahí.

Toqué mi mejilla y tal como lo había dicho, estaba llorando.

— ¡Tú me has engañado! — grité. YoonGi me miró con odio.

— ¡Jamás te engañé, mocoso estúpido! — gritó de igual manera. — Siempre estuve con JiHo, siempre me acosté con él, siempre lo amé... incluso antes de que mi padre me obligara a casarme contigo.

— ¡Eres un maldito! — contraataqué.

— Prefiero ser un maldito a ser un puto que se ofrece a todo el mundo. — Abrí mis ojos en par y callé. Ya no había razón para defenderme si al fin y al cabo lo que estaba diciendo era cierto. — Tenía uno que otro amigo de copas que estudiaba en tu universidad, ellos hablaban de lo bueno que te movías en la cama o lo maravilloso que era tu trasero. Eras una completa burla para todos, Park JiMin. —Esta vez no traté de retener las lágrimas, solo las dejé fluir. — Ahora que lo pienso bien, me pregunto de quién será el bastardo que estás esperando. — Podía sentir la burla en cada una de sus palabras. — No me digas que no sabes quién es el padre de tu bastardo.

— ¡Cállate! ¡Mi hijo no es ningún bastardo! — le grité al ya no soportar sus insultos. Él sonrió al ver que, quizás, había logrado su cometido: humillarme y sacarme de quicio, por lo que no aguanté más y de una sola bofetada logré borrar esa sonrisa ridícula de su rostro. Su mejilla quedó totalmente roja y sus manos estaban hechas puños.

— ¡Eres un puto! — Su mano se alzó en el aire y de inmediato me arrepentí de haberlo golpeado. Cerré los ojos por inercia y esperé el golpe... un golpe que nunca llegó.

Cuando me atreví a abrir los ojos y enfrentarme a la furia de "mi esposo", me encontré con el mismo extraño de hace unos minutos, con la diferencia que esta vez no sonreía, muy al contrario, me había defendido.

 Segunda Oportunidad ❀ Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora