4-Advertencia

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El rumor se expandió bastante rápido. En cuestión de horas, ya todo el cuerpo estudiantil sabía que la vocalista, guitarrista y líder de Onna Gumi, Akira Wada, y su ahora exnovio, Genjiro Maeda, habían dado fin a su relación con una fuerte discusión. Por las redes sociales circulaba el video que mostraba esa pelea verbal, así como las diferentes hipótesis que buscaban explicar las razones que llevaron a la guitarrista a ese extremo. Se hablaba de infidelidad, de celos obsesivos, de un desliz por parte de alguno de los dos...

¡Al menos ten la decencia de decirme las cosas en la cara, imbécil! —exclamaba Akira tras abofetear a su exnovio ni bien este había salido de su salón.

Sé que esa no era la mejor forma de decírtelo, pero...

¡No quiero ningún "pero"! ¡Debimos haberlo hablado frente a frente!

¿Para qué? Sabía que intentarías continuar a pesar de que lo nuestro ya no tenía arreglo. Era lo mejor.

¡¿Lo mejor!? Lo mejor era hacer esto en paz y en privado, no con media universidad observando este escándalo. Yo también sabía que lo nuestro no tenía futuro, aunque me costó admitirlo, y quería terminar más amistosamente, no con esta escena de telenovela barata. Tenías que arruinarlo todo, Genjiro Maeda.

Tras decir esto, Akira abandonó el lugar en medio de las atónitas miradas de sus compañeros.

Yui veía a su compañera de lejos. Akira estaba sentada a la sombra de un árbol en el bosque Kinugasayama, aledaño a la universidad, llorando por la pérdida que acababa de sufrir. Ella y Genjiro habían sido pareja desde preparatoria, manteniendo su relación a distancia durante un año, mientras la joven Wada terminaba esa etapa estudiantil. Seis meses atrás, la guitarrista comenzó a notar cómo su entonces novio cada vez actuaba más frio y distante con ella. Intentó conversarlo, pero él siempre respondía con evasivas, y cambiaba el tema. En principio ella quiso creer que se trataba del estrés producido por los exámenes, pero, una vez que estos finalizaron, la actitud del joven Maeda continuó empeorando.

De la nada, Akira sintió cómo un calor corporal y unos brazos ajenos a los suyos la envolvían, acto que la sacó de sus pensamientos. Por primera vez, ella no rechazó este gesto. Al contrario, agradeció a las deidades por el hecho de que Yui fuese tan afectuosa con los demás. Nunca antes había necesitado de un abrazo tanto como en ese instante. Sin que la dueña de Guitah lo preguntara, la pelinegra abrió su corazón y, relatando su triste historia, dejó salir todas sus penas. La castaña escuchó cada palabra dicha por su compañera, apersonándose de ellas como si fuese una extraña premonición.

—Date tiempo para superarlo, Akira-chan. Sin importar cuán profunda sea una herida, esta cerrará tarde o temprano, y depende de nosotras mismas que no vuelva a abrirse. Como tú dijiste alguna vez, lo complicado de amar es lo que hace que valga la pena luchar por ello. Además, no estás sola. Tus amigas están contigo, yo estoy contigo. Juntas haremos que te sobrepongas de esto. —Estas palabras, acompañadas de la dulce sonrisa de Yui, hicieron que Akira se sintiese mejor consigo misma, lo suficiente como para dejar que las preocupaciones académicas ocuparan su mente.

La primera clase de Azusa había concluido. Mientras el profesor a cargo de la siguiente asignatura llegaba, la joven Nakano salió del salón a tomar aire fresco. La cercanía del bosque Kinugasayama hacía que el ambiente de la universidad fuese bastante relajante, al menos para ella. Mientras inspiraba, la imagen del sonriente rostro de su amada vino a su mente, haciéndole desear que sus siguientes clases terminen pronto, solo para estar en sus brazos.

De repente, los comentarios de sus compañeros acerca de lo sucedido con Akira y Genjiro la devolvieron a la realidad. La situación se escuchaba muy seria, pese a que cierta chica con mechones azules no paraba de hacer comentarios sarcásticos al respecto, como que él se había cansado de estar con "otro hombre".

Amor por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora