23-Reafirmación

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El ataque mediático de los Yuigahara había desatado un gran caos. Pese a que el comunicado de la universidad había dado un parte de tranquilidad a los alumnos afectados en cuanto a la continuidad de sus estudios, las cosas estaban lejos de solucionarse. El revuelo social causado por ese informe se había trasladado al campus. Fuertes discusiones entre quienes apoyaban a los homosexuales y sus detractores se escuchaban a diestra y siniestra, y los entes de control solo intervenían si esas discusiones se tornaban violentas o pasaban a las manos. Para rematar, el comité de padres citó a una reunión urgente a la junta directiva, algo que podría reversar las decisiones tomadas por el rector la noche anterior.

Haruki Yamada, el rector, se sentía con la soga al cuello. Sabía que hizo lo correcto a apoyar a sus alumnos, pero el comité de padres era demasiado influyente y un apoyo económico vital para la universidad, sobre todo su presidente. Él era un reconocido hombre de negocios, y era el que más dinero aportaba a la institución desde que su única hija había comenzado a estudiar ahí el año anterior. Sin su apoyo, el programa de becas se vería seriamente afectado.

Aquel hombre llegó temprano a la universidad, quedándose un rato contemplando aquel campus donde, años antes, había pasado los mejores años de su vida. Fue en ese lugar donde conoció a su esposa, que en aquel entonces era una estudiante de intercambio venida de una de las más prestigiosas universidades finlandesas. Caminando hacia un árbol, el caballero puso su mano en el tronco, donde aún se conservaba un corazón tallado, en cuyo interior estaban las letra traspasadas por una única flecha. Sonrió con nostalgia al recordad sus años de juventud, alegrándose de saber que la promesa que significaba ese tallado aún permanecía vigente.

Antes de que sus pensamientos le hicieran perder la noción del tiempo, decidió encaminarse a las oficinas de la universidad. Pero al darse la vuelta para iniciar su marcha, halló a una joven rubia que era el vivo retrato de su esposa cuando tenía esa edad, exceptuando el hecho de que la mujer nunca tuvo las cejas pobladas.

—¿Qué hace aquí, padre? —preguntó la joven.

—Sabes que no son necesarios esos formalismos cuando estamos solos, Mugi. Estoy aquí para garantizar que el festival universitario se lleve a cabo.

—Tan solo aplaza la reunión una semana. Como presidente del comité de padres, puedes hacerlo.

—Este asunto no da espera, Mugi. No cuando tu seguridad, la de tu novia y la de tus amigas están en riesgo.

—¡No exageres, papá!

—No lo hago, hija. Es en situaciones como esta donde el peligroso extremismo se hace más visible. Lo mejor es ponerle un alto a esto antes de que algún daño sea hecho. Tú ocúpate de las actividades del festival, que el gran Minato Kotobuki se encargará del resto. —El hombre finalizó su pequeño discurso acariciando la cabeza de su hija, quien no pudo evitar sonreír ante este gesto.

En otro punto de la universidad había tanta tensión que el ambiente se sentía aplastante. Miradas llenas de odio se dejaban ver alrededor de ese salón, todas ellas dirigidas a Akari, quien no parecía darles importancia. Con la reunión entre el comité de padres y la junta directiva de la universidad, ella daba por hecho que las decisiones del rector expuestas en el comunicado de la noche anterior iban a ser reversadas.

Pocos alumnos sabían quiénes eran los integrantes del comité de padres (sus respectivos hijos y el consejo estudiantil, quienes debían guardar el secreto). Solo era de conocimiento público que eran parte de la élite económica, ya que siempre el comité era mencionado en los agradecimientos por su enorme aporte monetario. Mantener su anonimato fue una decisión tomada a raíz de varios incidentes, donde los "amigos" de los hijos de los integrantes aprovechaban esto para obtener ciertos beneficios que no les correspondían.

Amor por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora