21-Decisiones

337 23 0
                                    

Azusa estaba de vuelta y, esta vez, para quedarse en la universidad. En las semanas anteriores le habían realizado varios exámenes, tanto cognitivos como físicos y académicos para constatar que sus recuerdos se habían restaurado correctamente y que estuviera en una condición lo suficientemente fuerte para retomar sus estudios en la universidad. Con un parte médico óptimo, reiterándole las recomendaciones de no excederse físicamente con su brazo y no cargar demasiado peso por largos períodos de tiempo, la joven guitarrista regresó a Kioto el último día del verano, instalándose de nuevo en su residencia universitaria para iniciar, el siguiente día, con el segundo semestre de su primer año de carrera.

Angela y Kotaru se alegraron mucho al verla entrar al salón aquella mañana, al igual que muchos de sus compañeros de clase. La única que mostró desagrado fue Akari, quien trataba de no hacer contacto visual con la joven Nakano. Esta le restó importancia a esa actitud y centró su atención en sus emocionados amigos.

—Bienvenida de nuevo, Azusa —dijo Angela con una sonrisa.

—Gracias. Me alegra estar de vuelta con ustedes. Espero no hacer mal tercio.

—Nunca lo has hecho. Además, Kotaru y yo solo somos amigos.

Al escuchar esto, la joven Nakano fijó su mirada en el joven Sato, mostrando un gesto de decepción. El chico bajó la mirada avergonzado.

—¿En todo este tiempo no has sido capaz de declararte, Kotaru? Estás muy cerca de perder a una valiosa chica por culpa de esa actitud.

—Lo siento, Azusa. —A pesar del regaño, él sonrió, recordando la declaración que Angela le había hecho tiempo atrás.

—No creo que debas regañarlo. No después de haberle contagiado tu enfermedad —intervino Akari, haciendo que los otros jóvenes la miraran con desprecio, especialmente Angela, quien cerró sus puños preparándose para golpear a la pelirroja.

—No vale la pena discutir con alguien que piensa de esa forma —dijo Kotaru al notar la postura de la chica de mechones azules—. Aunque le expliquen con manzanas que no hay ningún problema con la homosexualidad, no lo va a entender. Esa información no cabe en su dura cabeza.

—Eres un caso perdido, Sato. Creí que aún era pronto para salvarte de esas malditas enfermas que...

—¡Señorita Yuigahara! —exclamó el profesor encargado de esa clase, sorprendiendo a Akari—. No permitiré esa clase de menosprecio a sus compañeros. Por favor compórtese.

La pelirroja asintió. Lo último que quería era meterse en problemas con el cuerpo docente, así que tuvo que reprimir sus palabras.

A la hora del almuerzo, Azusa, tras disculparse con sus compañeros por no consumir sus alimentos junto a ellos, fue en búsqueda de alguien con quien quería hablar, alguien a quien quería agradecerle por ser un apoyo, no solo para ella, también para Yui y la banda en general: Ui, a quien halló comiendo junto a Jun. Para ambas fue una grata sorpresa ver a la joven Nakano de regreso.

—¡Me alegra tanto verte de nuevo, Azusa-chan! —exclamó la menor de las Hirasawa abrazando a la pelinegra.

—Vamos, no exageres, Ui. Nos vimos casi a diario en el verano —replicó Azusa con una sonrisa.

—Lo sé, pero no esperaba verte tan pronto en la universidad. Creí que tendrías que estar otro mes en casa.

—El médico autorizó mi regreso. Solo tengo que seguir algunas recomendaciones.

—Imagino que también regresas a la banda —intervino Jun.

—No del todo. Puedo volver a los ensayos, pero, por al menos un mes más, no puedo tocar de pie, ya que el peso de la guitarra podría resentir mi tórax. Además, siento que aún no recupero mi nivel.

Amor por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora