9-La Prueba de los Laaksonen

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Cerca de las seis de la mañana, Mugi estaba frente a la computadora, dudando si contactar o no a su abuelo, Aimo Laaksonen, vía Skype. Alisa, madre de la tecladista, le había confirmado que podía hablar con él y que le aconsejaba hacerlo lo antes posible. ¿Qué le impedía hacerlo? Ni ella misma lo sabía. Tal vez era el hecho de no querer cumplir con la tradición, o el no saber cómo reaccionaría su abuelo ante este hecho. Finalmente se decidió por pulsar aquel botón e iniciar la comunicación. Solo bastaron unos segundos para que un hombre de alrededor de sesenta años apareciera en pantalla.

—He estado esperando tu llamada, Mugi— dijo aquel hombre con seriedad.

—Bien, entonces iré al grano. Considero que no necesito hacer esa prueba, ya que he tenido varios empleos desde que inicié la preparatoria.

—Si ese es el caso, no tendrás ningún problema en superarla, y eso no impide que la hagas.

—¿Es realmente necesario, abuelo?

—Lo es, Mugi. Todos los que llevan la sangre Laaksonen deben vivir seis meses por su propia cuenta tras cumplir los 18 años. Sé que no es bien visto en un inicio, pero, una vez que comprendes el significado, ves lo valiosa que es esa tradición.

—Sé bien su significado: aprender lo valioso del trabajo y el esfuerzo para obtener lo que quieres.

—No solo eso. También es un filtro para conocer quiénes son tus verdaderos amigos, aquellos que permanezcan a tu lado y te apoyen en un momento de crisis, como lo es perder el apoyo de tu familia, aunque sea temporalmente.

—Abuelo, confío en mis amigas y mi novia, y sé que ellas seguirán conmigo a pesar de esto. —La seriedad y firmeza de estas palabras sorprendieron a Aimo y le hicieron sonreír.

—Solo el tiempo dará crédito a tus palabras, Mugi. Tu prueba empieza ahora.

—Abuelo... —Mugi sabía que no tenía caso insistir, así que decidió resolver otra duda que tenía en mente desde su conversación con su madre—. ¿Es cierto que amenazaste a papá con anular su matrimonio con mamá y alejarnos de él si se rehusaba a participar en esto?

—Sí, pero no era en serio —sonrió el hombre. La joven le miró confundida—. Verás. Sé lo mucho que Minato las ama y lo mucho que está en desacuerdo con la tradición. En parte fue una prueba: su amor contra sus principios. Y él eligió el amor. Pero, aquí entre nos, nunca los separaré, ya que decidí respetar las decisiones sentimentales de Alisa, al igual que las tuyas.

—Ay, abuelo. Tenía una imagen distinta de ti. —Mugi sonrió al decir estas palabras, luego suspiró—. Bien, supongo que no puedo escapar al tradicional desheredo Laaksonen.

—Así es, pero no del todo. Cuentas con tres millones de yenes para que subsistas mientras consigues un empleo, Y no te preocupes por el costo de la universidad, toda tu carrera está pagada. En caso de extrema necesidad, puedes pedirnos un préstamo. Y recuerda: absolutamente nadie puede saber la duración de la prueba.

—Entendido, abuelo.

Fin de la comunicación. Mugi suspiró aliviada al no estar completamente desamparada. Rápidamente tomó una de las revistas de empleo que tenía desde el día anterior y se puso a buscar un trabajo a medio tiempo, al tiempo que les escribía a sus amigas para reunirse con ellas antes de clases.

Más tarde, en la cafetería de la universidad...

—¡¿QUÉ?!

Varios alumnos volvieron su vista hacia una mesa, donde las integrantes de HTT estaba sentadas. Instantes antes, Mugi había revelado su triste realidad: haber perdido el apoyo económico de su familia. Ritsu ya lo sabía y por eso calló.

Amor por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora