8-Caminos Separados, Mundos Aparte

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Si algo agradecía Ritsu en aquel momento, era ese superpoder que Mugi tenía. No, no estoy hablando de su extraordinaria fuerza física; tampoco de la habilidad de preparar el mejor té del mundo. Hablo de poder hacer sonreír a la baterista y hacerle olvidar momentáneamente sus problemas. Eso era lo que ella necesitaba en ese instante para volver a cerrar la herida que ver morir a Koyomi Katou le ocasionó, y que la sola presencia de Atsuya Yuigahara le hizo abrir... de nuevo. Refugiada en los brazos de su amada, la joven Tainaka se recordaba que ella no tenía ninguna culpa y que él solo fue una víctima de los acontecimientos. Pero una parte de ella insistía en que, si ella no hubiese intervenido en aquella ocasión, él seguiría con vida, a lo que otra parte argumentaba que, si Hayime Kageyama hubiese dejado en paz a Mio y a Satoru, él estaría vivo.

—Tú hiciste lo correcto, Ricchan. Si no hubieras intervenido, Mio-chan estaría pasando por muchas desdichas a su lado —dijo Mugi, adivinando lo que pensaba su amada.

—Lo sé, Mugi. Tengo la certeza de que Katou está en el paraíso por su heroica acción. Pero no puedo estar tranquila, menos ahora que Yuigahara intenta acercarse a mí.

—Ritsu —intervino Mio—, pase lo que pase, estaremos contigo para apoyarte.

—Mio-chan tiene razón, Ricchan. No pretendas hacer todo tú sola. Houkago Tea Time es un equipo, no solo para la música, también para cada aspecto de nuestras vidas en el que necesitemos de las demás.

—Gracias, chicas. De verdad, no sé cómo pagarles...

—Ya hiciste suficiente por nosotras, Ritsu. Es gracias a ti que todas estamos aquí. Protegerte de ese fantasma de tu pasado será la forma en la que nosotras te pagamos a ti.

—Es un milagro que no te asustes con la palabra "fantasma", Mio. Ya vas progresando. —Una sonrisa burlona acompañó estas palabras, gesto al que la bajista respondió golpeando a su mejor amiga en la cabeza.

—¡No arruines el momento, Ritsu!

Mugi, Ayame y Sachi sonrieron al presenciar esta escena, extrañándose de que Yui y Azusa permanecieran en silencio.

—¿En qué piensan, chicas? —preguntó la rubia.

—En la posibilidad de que el chico que molesta a Ricchan sea hermano de la chica que hace un tiempo le dijo a Azu-nyan que me dejara por un chico.

—Ambos son de apellido Yuigahara, así que no suena descabellado —dijo Ritsu en pose pensativa—. Pero, ¿qué tendría que ver el hecho de que sean hermanos?

—Puede que compartan esa ideología homofóbica y que él quiera separar a Ritsu-senpai y Mugi-senpai.

—Eso tiene sentido, Azusa. Otra razón para que Yuigahara se aleje de mi vida. No voy a dejar a Mugi por ningún motivo.

Mientras Ritsu hablaba, la tecladista sintió vibrar su teléfono. Al revisarlo, notó que su madre la estaba llamando, así que, saliendo del salón del club, atendió la llamada.

—¿Pasa algo, mamá?

—Nada grave, Mugi. Es solo que ha llegado el momento de tu prueba.

—¡¿Tan pronto?! Creí que esperarías a que cumpliera los 21 años.

—Esa era mi intención, Mugi. Pero mi padre ha estado presionando desde que cumpliste los 18. Dice que las tradiciones de los Laaksonen son sagradas y que ha sido benevolente en esperarte más de un año.

—¿No hay forma de librarnos de eso? Legalmente soy una Kotobuki.

—A mi padre no le importa eso. Según él, el hecho de que por tus venas corra sangre Laaksonen hace que debas apegarte a sus tradiciones.

Amor por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora