Cap 3: La carta

2.4K 215 120
                                    

El campo de batalla está en silencio. El viento mueve las ramas de algunos árboles que están esparcidos por el prado. De repente, una trompeta suena y los monstruos cargan contra los humanos.

Los que van a caballo van primero, Papyrus está al frente, con la mano en alto, sujetando su espada.

Los humanos están quietos. Es como si los estuvieran esperando, hasta que, una lluvia de flechas asciende hasta los cielos.

Papyrus, que no lleva escudo, se tapa la cara con su brazo mientras sigue avanzando a toda velocidad.

Las flechas empiezan a caer, impactando en el cuerpo de los monstruos. Papyrus recibe una en el hombro. Debido al impacto, cae de su caballo.

El golpe contra el suelo fue duro. Mira a su alrededor. Algunos de sus compañeros también han caído, otros ya se empiezan a convertir en polvo. A lo lejos, los humanos empiezan a correr hacia los monstruos.

–Seguid adelante! No tengáis miedo! –dice Papyrus mientras se levanta del suelo–. Luchad por vuestras fam-

Tres horas más tarde

–General Grillby, informe de la situación...–dice Gaster.

–Hemos perdido a casi todo nuestro ejército

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

–Hemos perdido a casi todo nuestro ejército. Más de quinientos monstruos han muerto... Ningún humano...

–N- Ningún humano?! Ordena la  retirada, ayudemos a los heridos y vayámonos de aquí! 

Al día siguiente

Sans está en la cocina, preparando algo de comer, hasta que alguien toca a la puerta.

–Ya voy! –grita Sans mientras se va a abrir la puerta.

–Es usted Sans? –pregunta el monstruo.

–Si, el mismo.

El monstruo le entrega una carta, después se va. Sans cierra la puerta, se va a la cocina y se sienta en una sillita de madera mientras abre el sobre. Quita el papel del interior y empieza a leer lo que pone:

Ayer se libró la batalla contra
los humanos. Setecientos
valerosos monstruos lucharon
por el rey y la patria. Lamentablemente,
sufrimos grandes bajas.
Muchos jóvenes
y valientes perdieron la vida,
entre ellos, su hermano Papyrus.

Fue abatido por una flecha y,
más tarde. asesinado a sangre
fría por un humano. No
pudimos recuperar su polvo
ni su espada. 

Lamentamos la pérdida.

–Gloria al reino... –susurra Sans, leyendo la última frase de la carta.

Sobre el papel caen unas lágrimas, que rápidamente son absorbidas por este. 

–P- Papyrus...

Sans deja la carta sobre la mesa, se levanta de la silla y, con paso tambaleante, sale afuera.

Es de noche. La luna ilumina el cielo nocturno.

–A estas horas tendríamos que haber estado en la colina, juntos, viendo las estrellas... –lágrimas de color azul celeste bajan por su cara, cayendo al suelo.

Los lamentos y lloros de otros monstruos rompen el silencio de la noche.

–Ya he sufrido demasiado... No me queda nada aquí que merezca la pena...

Sans vuelve a entrar a su casa, coge la mochila de su hermano y empieza a meter unas cuantas cosas, con los ojos llorosos.

–Me iré de aquí, lejos, muy lejos... A un lugar donde la guerra no haya llegado...

Mientras revuelve los cajones, se encuentra un retrato de su hermano. Ese dibujo se lo hizo un pintor hace varias semanas.

Apoya el retrato de Papyrus sobre su pecho y lo guarda en la mochila

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Apoya el retrato de Papyrus sobre su pecho y lo guarda en la mochila.

–A un lugar donde no haya sufrimiento ni dolor...

Sans abandona su hogar y sigue el camino de piedras hasta las afueras de la ciudad.

Encima de la cama de Papyrus hay una cajita. Es un regalo que tenía preparado Sans para su regreso. 

CONTINUARÁ... 

Un ángel en tiempos de guerra (Frisk x Sans) (Frans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora