Cap 4: Nueva amistad

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Ya pasaron unos días desde que Sans abandonó su casa. Ha caminado durante muchas horas y la capital está bastante lejos.

Hace un hermoso día soleado. No hay nubes, el cielo está azul y los pájaros cantan.

Sans, bajo la sombra de un gran árbol, está metiendo en su mochila unas cuantas bayas silvestres que recogió por el camino.

–Disculpa. Podría decirme por dónde se va al pueblo de Moonlight?– pregunta una voz femenina.

Sans, que estaba sentado sobre un tronco, se levanta y se gira para indicarle el camino a la desconocida.

–Pues tienes que...

Pero Sans se calla cuando ve que la chica que le habló es una humana. Retrocede unos pasos, tropieza con el tronco y se cae al suelo.

–Estás bien? –dice la humana con una sonrisa dulce.

Sans mira a la joven. No tiene ningún arma ni nada peligroso. Parece que es inofensiva.

–S- Si... -responde Sans mientras se levanta del suelo.

Es un poco más bajita que él y lleva un extraño vestido blanco y dorado.

–Dijiste que querías ir al pueblo de Moonlight, verdad?

La humana asiente.

–Yo también voy allí. Si quieres puedo acompañarte.

–Si! Llevo mucho tiempo sola. Necesito algo de compañía.

A Sans también le viene bien estar con alguien más, aunque ese alguien sea un humano. Por ahora se fía de ella, ya que, a primera vista, parece pacífica.

–Pues entonces sígueme –dice mientras coge su mochila–. Y... Como te llamas?

–Frisk, y tú?

Los dos siguieron el camino de tierra mientras intentaban conocerse un poquito más. Parece que una mistad está empezando a florecer.

Unas horas más tarde, en el pueblo

–Ya hemos llegado... –dice Sans mientras mira la torre de una iglesia que hay a lo lejos.

–Gracias por acompañarme Sans.

–Jeje... Me lo he pasado muy bien hablando contigo.

Frisk se va a la plaza, donde hay un montón de monstruos hablando y comprando cosas en el mercado.
Sans, un poco triste porque posiblemente nunca más volverá a ver a la humana, se sienta bajo la sombra de un árbol y coge unas bayas de su mochila. Tiene hambre.

Pero unos gritos se escuchan en mitad del pueblo. Sans se levanta rápidamente. Las frutas se caen el suelo y van rodando por la hierba.

En la plaza, algunos monstruos están rodeando a Frisk, gritándole. Incluso hay algunos que le tiran tomates o piedras. Sans va corriendo a junto de ella para protegerla.

–No queremos humanos aquí! Asesina! Lárgate! –son una de las cosas que los monstruos gritan.

Sans pasa entre todos los monstruos que rodean a Frisk, la agarra de la mano y se la lleva de ahí lo más rápido posible.

Después de una larga carrera, llegan hasta la orilla de un río, rodeado por algunos árboles y lejos del pueblo

–Estás bien? Qué ha pasado? –pregunta Sans preocupado.

Frisk, que tenía la mirada clavada en el suelo, levanta la cabeza. Tiene un pequeño corte hecho por una piedra en la mejilla.

–Ey, tienes una herida...

–N- No es nada, solo es...

Pero Sans la interrumpe. De su mochila saca unas vendas y un líquido transparente. Se acerca a la mejilla de Frisk y empieza a limpiar la herida.

Están muy cerca el uno del otro. Frisk, sorprendida, deja que Sans la cure, mientras lo mira. Nunca antes alguien había estado tan cerca de ella.

–Oye... Gracias por haberme ayudado... –susurra Frisk.

Sans se separa de la humana. En su mejilla hay una especie de pequeña tirita improvisada.

–No podía dejarte sola con esos monstruos –responde Sans.

Sans mira a la chica, parece feliz. Alza la vista al cielo y ve que faltan un par de horas para que sea de noche.

–Voy a buscar un poco de leña para encender el fuego –dice Sans mientras se pone de pie–. Ahora vuelvo, no te metas en líos...

Sans, mientras suelta una pequeña risita, se va al interior del bosque, dejando a la humana sola a en la orilla del río.

CONTINUARÁ...

Un ángel en tiempos de guerra (Frisk x Sans) (Frans)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora